
Hoy el 55% de las personas en el mundo vive en ciudades. Según el último informe de la Organización de Naciones Unidas, se estima que esta proporción aumentará hasta un 13% de cara a 2050, por lo que el desarrollo sostenible dependerá cada vez más de que se gestione de forma apropiada el crecimiento urbano, especialmente en los países de ingresos medios y bajos que son los que liderarán el proceso.
Las advertencias firmes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) detallan el potencial de que los desastres climáticos empeoren si los patrones de consumo modernos no cambian.
La agricultura urbana implica cultivar alimentos de manera más sostenible, más cerca de donde se consume.
Según un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB), Sustainability assessment of urban rooftop farming using an interdisciplinary approach, la agricultura urbana no sólo es un sistema sostenible de producción y consumo local de alimentos, sino que mejora la calidad del aire y la temperatura, reduce el impacto ambiental del transporte de mercancías, apoya a las economías locales y provee servicios sociales en ámbitos como la educación, la salud, la inclusión social o el ocio. La horticultura urbana puede ser un elemento clave en programas de intervención en el ámbito de la salud, puesto que aborda simultáneamente aspectos de salud física, mental, social y espiritual de los individuos y sus comunidades.
La jardinería urbana se ha convertido en una tendencia de estilo de vida y los huertos se convierten en puntos de encuentro que unen a varios grupos de interés. La práctica implica cultivar alimentos en entornos urbanos, como en tejados, balcones o incluso paredes.
Hay evidencia de que volver a imaginar los sistemas alimentarios en los entornos urbanos podría ayudar a reducir las emisiones de carbono y así ser una pieza clave para reducir la presión sobre los recursos de la ciudad.
Además, la ciudadanía busca una nueva forma de abastecerse de forma barata, con comida más sana y sobre todo de crear redes de abastecimiento que eliminen los intermediarios del mercado y reestablezcan una relación más directa entre producción y consumo.
En esta misma línea, la población también se apropia de espacios inutilizados para aliviar la ciudad de contaminación. Así, la "Guerrilla Gardening" se constituye como una red internacional que promueve plantaciones ilícitas en el interior de las ciudades, en cualquiera de sus espacios, y apoya la lucha contra el modelo vigente de ciudad dispersa.
Este colectivo, que ha decidido tomar cartas en el asunto, acondiciona, por ejemplo, jardines en la acera para recuperar un terreno asfaltado donde antes había zonas verdes. Es técnicamente propiedad de la ciudad y, por lo tanto, de propiedad pública.
Nueve metros de verdor
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona necesita nueve metros cuadrados de áreas verdes para asegurar una óptima calidad de vida.
Los arboles ayudan a conservar el suelo, mejorando sus propiedades físicas, químicas y microbiológicas, e impiden los deslizamientos en ecosistemas frágiles y terrenos en pendiente, asimismo los parques, huertos, terrazas ecológicas y jardines verticales son esenciales para la biodiversidad urbana.
Los techos verdes facilitan el aislamiento térmico y acústico de los edificios, absorben el agua de lluvia, reducen los niveles de CO2 y añaden verde al paisaje.
Además, algunos países han implementado regulaciones con respecto a este tipo de instalaciones. Copenhague es la segunda ciudad en el mundo con una legislación sobre las azoteas verdes, anteriormente la cuidad de Toronto en Canadá implementó una ley similar.
Los alemanes fueron los primeros en ecologizar los techos de los edificios con flores y plantas, hace más de 40 años
Francia cuenta con una ley que obliga a todos los nuevos edificios construidos ser cubiertos parcialmente por paneles solares o techos verdes y Suiza desarrolló hace años una Ley Federal de Techos Verdes. Por su parte, los alemanes, hace más de 40 años, fueron los primeros en ecologizar los techos de los edificios con flores y plantas, y gradualmente esta tendencia ha cruzado las fronteras para llegar a otros países europeos. Stuttgart fue una de las primeras ciudades en colocar techos verdes y ofrecer incentivos para la implementación.
En España también existen iniciativas similares. Barcelona promueve varias acciones para activar las terrazas y los techos de los edificios y convertirlos en techos verdes. Del mismo modo, Madrid cuentan con un plan para la "renaturalización" de la ciudad, y una de las medidas principales es el diseño de techos y terrazas de edificios privados.
Uno de los grandes beneficios de los huertos es que elimina la huella ecológica puesto que elimina el transporte y, por ende, reduce las emisiones de CO2. Además, promueve prácticas sostenibles, mejora la relación con los entornos, estimula el autoconsumo, genera el empleo (sobre todo en entornos periurbanos), o disminuyen la escorrentía (corriente de agua de lluvia que circula sobre la superficie de la tierra cuando rebasa un depósito) del agua y los riesgos de inundación, entre otros.
Autogestión y autoorganización
En los países del Mediterráneo (España, Grecia e Italia), donde la crisis económica tocó muy fuerte y donde la burbuja inmobiliaria ha hecho mella en la organización urbanística se han visto obligados a favorecer experiencias de autogestión y autoorganización, dejando espacio a las propuestas de los movimientos. Además, la preocupación de los habitantes, moda o no, por la contaminación y el cambio climático favorecen también este fenómeno. Esto sin duda explica la creación y la consolidación/ampliación de algunos proyectos institucionales (en ciudades como Madrid, Bolonia, Milán o Barcelona) como por ejemplo, experiencias de ocupación y cultivación de espacios urbanos y periurbanos por parte de grupos de ciudadanos y activistas de movimientos sociales.
Según un estudio dirigido por Gregorio Ballesteros, del Grupo de Estudios y Alternativas GEA21, en España, el número de huertos urbanos supera los 15.000, en más de 300 municipios, con una superficie de más de millón y medio de metros cuadrados.
Nuestro país cuenta con una de las cubiertas verdes más importantes de Europa, la de la ciudad financiera del Banco Santander en Boadilla del Monte, más de 90.000 metros cuadrados con diversos tipos de plantas. Según Manuel Sánchez, Property & General Services Director del Área de Inmuebles de Banco Santander, asegura que "en una visión aérea, se observa cómo integran y mimetizan los edificios de forma natural con el entorno y, además, conseguimos otro aspecto clave como son los beneficios que nos reportan sus propiedades aislantes y por lo tanto un mayor grado de eficiencia en cuestiones de climatización. Por otra parte, la selección de especies autóctonas de baja necesidad hídrica fue otra de las consideraciones importantes que se tuvieron. Su diseño hace que, vistas desde el cielo, las cubiertas ajardinadas ofrezcan un mosaico cromático similar al de los campos españoles".
Pablo Llobera de la red de Huertos de Madrid asegura que "en la medida en que las ciudades han de jugar un papel de punta de vanguardia de los imprescindibles cambios ecosociales que precisa la transición ecológica en ciernes, los huertos deberán ser -ese es nuestro reto- viveros, crisoles, escuelas... de los nuevos hábitos de sostenibilidad ecológica: pasar de una sociedad donde impera los gustos complejos (consumismo), las mentes simplificadas y las relaciones débiles (redes virtuales), a otras donde imperen los gustos sencillos (sobriedad), las mentes complejas y las relaciones intensas (fraternidad), Toda una revolución ecosociocultural". Santiago Moreno, profesor titular de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), asegura que un huerto urbano "es un elemento de cohesión social que refuerza el sentido de pertenencia a un barrio. Integra a personas de todas las edades y sexos. Humaniza la urbe, creando redes de solidaridad y apoyo entre vecinos".
Además, añade que "con frecuencia la gente se pregunta hasta qué punto es saludable consumir fruta y verdura producida en un ambiente urbano con baja calidad del aire y sobre suelos potencialmente contaminados. En algunos casos, la falta de espacio disponible puede retrasar su implantación. La necesidad, en ciertos casos, de usar agua potable para riego puede desanimar a algunas personas a participar por considerar esa dependencia insostenible. Para que los huertos urbanos entren en un verdadero sistema de economía circular habría que gestionar adecuadamente la incorporación de agua y de residuos orgánicos generados por los propios habitantes de la ciudad y regular, con garantías sanitarias, la presencia de animales de granja en los mismos".
América Latina, experimentación exitosa
América Latina es un campo de experimentación privilegiado. Según un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) basado en una encuesta llevada a cabo en 110 municipios de 23 países, las principales ciudades latinoamericanas y del Caribe cultivan plantas y crían animales en espacios urbanos.
En las últimas décadas se han desarrollado muchos proyectos agrícolas con importantes resultados, y las mismas instituciones locales y nacionales han tenido que reconocer la importancia del fenómeno. La creación de diferentes programas enfocados al cultivo fue uno de los objetivos aprobados por 12 países de la región en Medellín (Colombia) en el 2009 para erradicar el hambre y la pobreza.
Rosario (Argentina)
En febrero de 2002, el gobierno local respondió a la crisis con el lanzamiento de un Programa de agricultura urbana en colaboración con dos socios claves: Pro-Huerta, un programa del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria iniciado y una ONG rosarina, el Centro de Estudios de Producciones Agroecológicas (CEPAR). Hoy, casi 2.000 personas practicar la horticultura y forman la Red de Huerteras y Huerteros.
La Habana (Cuba)
90.000 producen alimentos, ya sea cultivando huertos caseros o trabajando en los huertos y las granjas. Hoy se producen más de 60.000 toneladas de hortalizas. La política de Cuba data de 1997, cuando el Gobierno decidió fomentar la agricultura urbana en todo el país. Su Programa de agricultura urbana y periurbana ha establecido en La Habana una red de tiendas de suministros agrícolas.

Quito (Ecuador)
El proyecto piloto se inició en el barrio El Panecillo, una colina en pleno centro de la ciudad, según recoge la investigación de la FAO. El Proyecto Agrupar ha sido de los más exitosos, logrando instalar unos 1.072 huertos, donde 140 son comunitarios, 800 familiares, 128 de escuelas u otras instituciones.
Ciudad de México (México)
El Huerto Romita, en el corazón de la ciudad, se dedica al cultivo de hortalizas orgánicas y el gobierno municipal trata de promover las azoteas verdes. Las azoteas verdes ayudan a disminuir el uso del aire acondicionado, y a reducir el mantenimiento del inmueble porque la impermeabilización es más duradera que la tradicional. Actualmente, existen tres tipos de azoteas: las de "naturación" extensiva, de muy poco mantenimiento; las "semiextensivas", una combinación de vegetación nativa con plantas ornamentales que requieren mantenimiento; y las intensivas, casi 100% con vegetación de ornato y que requieren constante mantenimiento.
Lima (Perú)
La Red de Energía del Perú (ISA REP) desarrolla desde el 2004 el proyecto "Huertos en línea" en los distritos de Villa María del Triunfo y San Juan de Miraflores. Además, en 2012 el gobierno local de Lima lanzó su programa exclusivo de agricultura urbana Mi huerta en las zonas más pobres de la ciudad, donde hay mayor necesidad de áreas verdes y altos índices de desnutrición. El programa enseña a crear y cuidar huertos ecológicos para obtener vegetales que les sirvan no solo para su consumo sino también para vender en ferias ecológicas.