
Barcelona saca la ventaja a muchas capitales de provincia en cuanto a sostenibilidad y ciudad verde. El Índice sobre Ciudades Sostenibles 2018, elaborado por Arcadis, sitúa a la ciudad condal entre las 30 más sostenibles del mundo. Asimismo, la ciudad condal se sitúa entre las ciudades más comprometidas con la movilidad sostenible por la gran red ciclista o el aumento de zonas peatonales, según el Ranking de Movilidad Urbana de 2019 encargado por Greenpeace.
Es la tercera ciudad mejor valorada de este ranking, con una puntuación de 6,5 sobre 10. Además, Barcelona fue escogida por la Unión Europa como sede de la entidad que liderará la innovación en movilidad urbana en Europa durante los próximos años, para instalar en la ciudad el Knowledge and Innovation Community (KIC) on Urban Mobility, la sede de la comunidad europea encargada de buscar soluciones innovadoras en movilidad urbana.
¿Qué hace que una ciudad sea sostenible?
Una ciudad es sostenible cuando coloca las personas al frente de sus políticas. Eso significa que las personas tienen acceso a la vivienda, a un trabajo digno, a la salud, a una buena educación, al ocio y a la cultura. Una ciudad democrática, justa y equitativa. Pero obviamente los recursos naturales no son infinitos. Por lo tanto, una ciudad sostenible debe caminar hacia esta sociedad con las necesidades de sus habitantes cubiertas, pero respetando los límites ecológicos. Eso significa ser eficiente en el uso de los recursos y significa respetar la naturaleza. Significa también producir el máximo de recursos a nivel local; me refiero a producir localmente energías renovables, alimentos de proximidad y agua regenerada.
¿Cómo se puede conseguir una ciudad sostenible?
Cambiando de modelo. La economía no es uno de los tres ejes clásicos de la sostenibilidad. No puede estar al mismo nivel que la sociedad o el medio ambiente. La economía es sólo un instrumento. Pero un instrumento muy importante, básico, esencial. Porque este instrumento es el que puede facilitar la integración entre los límites ecológicos y la justicia social. Debe comprender los retos de la sociedad actual y afrontarlos creativamente. Debe incorporar el valor real de las cosas, considerando los costes y los beneficios sociales y ambientales. El PIB no es el indicador más adecuado para evaluar el desarrollo de una ciudad. No incluye las externalidades ni informa sobre la calidad de vida ni la salud. Debería evaluarse a través de indicadores sociales y ambientales que demuestren si realmente somos sostenibles o no.
¿Cuánto se tarda en transformar una ciudad como la vuestra en una ciudad plenamente sostenible?
El tiempo que sea necesario para lograrlo. Está claro que los retos importantes de verdad sobrepasan los mandatos políticos y por ello es imprescindible planificar medidas a largo plazo y consensuarlas. Deben estar claras las prioridades. Hacer frente a estos retos requiere de medidas de gobernanza efectivas. Es necesaria también la colaboración de las distintas administraciones porque estas transformaciones no entienden de fronteras administrativas. Pero también es importante planificar acciones a corto y medio plazo. Y trabajarlas con las asociaciones de vecinos de los barrios, las organizaciones sociales, las empresas, los comercios.
¿Cuáles son los principales retos?
Barcelona tiene muchísimas cosas buenas. Tiene una esperanza de vida de más de 84 años, uno de las más altas del mundo. Sus ciudadanos valoran muy bien vivir en Barcelona, casi con un 8. Es una ciudad densa, compacta, vital, solidaria. Por una parte, estas características facilitan unas ratios bajas de consumo de recursos por habitante en comparación con otras urbes. Pero también es una ciudad con poco espacio libre para implantar por ejemplo más verde. Y también genera inconvenientes, como la contaminación acústica. Barcelona es también el centro de una gran área metropolitana y una ciudad de paso y atractora de turismo. Estaremos todos de acuerdo en que los principales retos de la ciudad desde el punto de vista de la sostenibilidad son la mejora de la salud ambiental. Estoy hablando de calidad del aire y de ruido. Una de las principales soluciones para dar respuesta a estos dos temas es reducir la movilidad con vehículo privado. También tenemos que luchar contra la emergencia climática. Para ello disponemos de un plan ambicioso que ha recibido varios reconocimientos internacionales, el Plan Clima de Barcelona. Pretendemos ser una ciudad neutra en carbono en 2030, multiplicar por 5 la generación de energías renovables, disponer de 1,6km2 más de verde, reducir el consumo de agua a 100l/hab./día, 0 pobreza energética y 100 por cien financiación limpia.
El proceso de urbanización actual está ocasionando numerosos problemas en la sostenibilidad de nuestras ciudades. ¿Cómo podemos combinar el desarrollo económico y el medioambiente saludable?
Es verdad que hemos heredado una ciudad que ya está construida. En este sentido las políticas de urbanismo de la ciudad tienen que ir enfocadas en regenerar la ciudad.
Hay que corregir los déficits de una ciudad densa y compacta, buscando espacio para poner más verde, y de calidad. Por ejemplo, en Barcelona hemos convertido un nudo vial en un espacio para las personas. Con un espacio verde de muchísima calidad y alta biodiversidad en el centro de la ciudad, con aprovechamiento de agua del subsuelo, zonas de juego infantiles, un espacio lúdico-deportivo, etc. Estamos trabajando también en poner verde en las cubiertas del edificio. Estamos construyendo ahora mismo 10 a través de un concurso que realizamos hace un par de años. Tenemos que potenciar el desarrollo urbano en los barrios. Los barrios deben ser el eje estructural de la ciudad, evitando así fracturas territoriales, haciendo un urbanismo cotidiano. Debemos trabajar en hacer la ciudad más vivible. En este sentido las supermanzanas pretenden conseguir recuperar espacio público en condiciones ambientales y de confort adecuados para la ciudadanía. También debemos incorporar la perspectiva de género en el urbanismo.
¿De qué manera deben los gobiernos e instituciones impulsar una nueva manera de usar el transporte en las ciudades?
Cada ámbito administrativo debe impulsar medidas acorde a sus competencias. Los objetivos deben ser la reducción de la siniestralidad en la movilidad, usar los recursos energéticos lo más eficiente posible, mejorar la salubridad urbana y con ello, la salud de los ciudadanos. Hace falta promover en primer lugar la movilidad activa y en transporte público, y trabajar también para mejorar la eficiencia en el uso de los vehículos.
¿Está a favor de las iniciativas europeas como la del "día sin coches"? ¿O es solo demagogia?
Son medidas pedagógicas que funcionan cuando se combinan la visualización de los problemas que se quieren resolver con un cierto mantenimiento de las condiciones de uso de la ciudad. Hemos tenido una respuesta positiva en Barcelona por parte de la ciudadanía, con cambios de hasta el 5 por ciento en los patrones de movilidad a favor de los medios sostenibles y de reducción en el uso del coche y la moto.
¿Ve a España preparada para enfrentarse al reto del uso de coches eléctricos a corto plazo?
Sí. En otros países este cambio es ya una realidad y a un nivel muy significativo en el parque de vehículos. La clave principal está en la fiscalidad, no en los planes de ayudas que se han venido desarrollando en nuestro país hasta el momento.
¿Por qué debería el usuario medio utilizar un coche eléctrico en entornos urbanos e interurbanos?
El vehículo eléctrico tiene menor impacto a nivel local en términos de emisiones y ruido, si bien sigue teniendo emisiones para la producción de la energía que debe mover los vehículos y la producción de las baterías, y tiene un mejor balance que el vehículo de combustión y por ello debe ser promovido. En cualquier caso no resuelve los problemas de congestión, ocupación del espacio público o accidentalidad, y sigue siendo menos accesible a nivel económico que el transporte público.
Los ayuntamientos están tomando cada vez más protagonismo en la toma de decisiones con respecto a la movilidad, ¿cómo creéis que evolucionará esta coyuntura a medida que crezca el número de habitantes en las ciudades?
El Gobierno debe reconocer este papel estratégico que están realizando las ciudades y dotarlas de más recursos para poder mejorar las infraestructuras de transporte público, mejorar servicios, pero también asumir sus responsabilidades a nivel de medidas estructurales como podrían ser las medidas fiscales necesarias, las mejoras de los servicios ferroviarios a nivel estatal o la ley de financiación del transporte público.
¿Cómo podría plantearse la calidad de los núcleos urbanos integrando la vegetación?
Tenemos que naturalizar la ciudad y construir una infraestructura verde que sea funcional. El verde ya no es solamente un elemento ornamental. Ofrece muchos servicios que tenemos que valorar, como la regulación de temperatura, la absorción de contaminantes atmosféricos, belleza y sensación de paz. Para ello tenemos que incrementar la superficie verde y distribuirla equitativamente para hacerla presente en todos los rincones del espacio público y privado de la ciudad. Barcelona es una ciudad con falta de espacio. Por ello, deben buscarse nuevos espacios como las supermanzanas, los interiores de manzana, los solares vacíos, las cubiertas y los muros verdes, allí donde haya una pequeña rendija, implementar verde. Pero es igualmente importante que este verde sea de calidad. Para ello debemos ofrecer a la vegetación suficiente suelo, conectividad, cambiar la gestión de la poda, etc. Una de las medidas que hemos implantado en el último mandato es la erradicación del glifosato como herbicida tóxico.
¿Qué papel deben jugar en la planificación urbana los aspectos medioambientales, los espacios de recreo, la sostenibilidad y la seguridad alimentaria aportados por las infraestructuras verdes?
Un papel central. Por ello precisamente el Ayuntamiento dispone en su estructura del Área de Ecología Urbana porque la ecología es el centro de las políticas de planificación urbana.
Con frecuencia las ideas de ciudades inteligentes, saludables y amigables son puramente idealistas, es decir, no son viables. ¿Hasta qué punto la naturalización urbana puede ser el instrumento para llevar a la práctica esas ideas?
Las ciudades que no son inteligentes, saludables o amigables no son viables. Porque no van a poder sostenerse en el tiempo. No van a ser sostenibles. La crisis climática que estamos sufriendo lo pone en evidencia. La naturalización es uno de los instrumentos que ayuda a conseguir estos objetivos, pero no el único. Nuestra autosuficiencia es limitada y dependemos de recursos externos, pero tenemos mucho camino para aumentar nuestra eficiencia e intentar cerrar círculos. La sostenibilidad es el horizonte al que debemos llegar.