
El turismo y la sostenibilidad son algunos de los ejes estratégicos por los que destaca Zaragoza y su entorno. La ciudad cuenta con una hoja de ruta de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.
Desde el Ayuntamiento han señalado que ya existen políticas públicas, estrategias, programas, proyectos y acciones municipales que caminan en la dirección de alcanzar estos objetivos de sostenibilidad social, ambiental y económica. Además, la ciudad cuenta con sendos premios por ser la ciudad española con menores niveles de emisión de CO2, por un lado, y de consumo de energía, por otro. Asimismo, están a la cabeza de las metrópolis que más reciclan cartón, con más de 20 millones de kilos al año, así como su presencia entre las tres mejores ciudades españolas en presencia de ozono en el aire, o entre las diez mejores en el uso de energías renovables y en la calidad del aire.
¿Qué hace que una ciudad sea sostenible?
Una ciudad es sostenible cuando es capaz de ofrecer a sus habitantes servicios públicos y prestaciones eficientes, accesibles y de calidad y que al mismo tiempo sean respetuosos con el medio ambiente, promuevan el ahorro de recursos naturales y reduzcan las emisiones de CO2.
¿Cómo se puede conseguir una ciudad sostenible?
Lo fundamental es tener un proyecto político comprometido con el objetivo mencionado en la anterior pregunta y que también sea capaz de generar una sensibilidad social que esté alineada con ese compromiso. Hay un parte esencial de introducción de proyectos e inversiones en un programa de mejora global de la sostenibilidad urbana y por otra está la imprescindible concienciación y participación de los vecinos en el desarrollo de hábitos diarios de sostenibilidad.
¿Cuánto se tarda en transformar una ciudad como la vuestra en una ciudad plenamente sostenible?
Tenemos mucho camino por recorrer si queremos equipararnos a los países más avanzados en sostenibilidad urbana, porque vamos con retraso. Y eso lleva tiempo, pero contamos con la enorme ventaja de que en nuestro país se ha despertado una importantísima corriente social favorable a la sostenibildad que seguro que se va a traducir en mejoras más rápidas. El problema, como para todo, será encontrar coyunturas económicas favorables para la implantanción de determinados servicios o tecnologías, pero estoy convencido de que habrá muchas de estas novedades que aunque resulten más caras en el corto plazo, terminen por resultar más baratas que sus actuales alternativas, como ocurre con la movilidad eléctrica respecto de la que depende de los hidrocarburos. Ahora mismo un autobús eléctrico es más caro que uno diésel, pero el ahorro en costes de mantenimiento durante su vida útil hace que ese precio termine siendo competitivo.
¿Cuáles son los principales retos?
Llevo varios años años destacando que las ciudades afrontan ahora mismo tres grandes restos que están estrechamente unidos con su implementación mediambiental. Uno es el reto tecnológico. Cuanto más tecnológicas sean las ciudades, mejores y más eficaces y sostenibles serán sus servicios públicos. La implantación tecnológica en todos los niveles es clave. El segundo gran reto tiene que ver precisamente con el medio ambiente, la economía circular y el uso de la energía. Es fundamental que las ciudades sean consumidoras de energías limpias y si es posible, como el caso de Zaragoza, que nos sobra territorio, sol y viento, que sean generadoras de su propia energía renovable. Y el impulso de la economía circular será decisivo. No basta con reciclar, hay que optimizar y multiplicar la vida útil de las materias primas y los productos. El tercer gran reto es la movilidad. Es uno de los servicios esenciales y en donde mayor margen de mejora tenemos en las ciudades para reducir las emisiones de CO2. La movilidad urbana, pública y privada, debe ser eléctrica en el menor plazo posible.
El proceso de urbanización actual está ocasionando numerosos problemas en la sostenibilidad de nuestras ciudades. ¿Cómo podemos combinar el desarrollo económico y el medioambiente saludable?
Muchas veces nos empeñamos en ver esos dos conceptos como beligerantes entre sí y la realidad es que hace ya tiempo que se ha superado esa visión antagónica. Ahora mismo, la exigencia social por un lograr un entorno urbano sostenible ha modificado sensiblemente esa visión hacia la consecución de un desarrollo económico más armónico y respetuoso. Lo que hasta hace no mucho se podía ver como un freno de determinadas iniciativas, ahora se contempla como un reto para hacer mejor las cosas y como una oportunidad de desarrollo. Es el caso de la economía circular, que se ha convertido en una sobresaliente fuente de generación de inversiones y empleo.
¿De qué manera deben los gobiernos e instituciones impulsar una nueva manera de usar el transporte en las ciudades?
Con absoluta determinación. Como he señalado antes, la movilidad es uno de los tres grandes retos de las ciudades y es uno de los sectores donde nos jugamos mayor posibilidad de mejorar la sostenibilidad urbana. Ahora, también estoy plenamente seguro que lograremos mauyores avances en la medidas que seamos capaces de estimular los cambios, porque lo que nunca funciona es la imposición. Hay que ser capaces de lograr la transición a la movilidad sostenible desde la sensibilización, la divulgación y, sobre todo ofreciendo a los vecinos alternativas razonables y viables.
¿Está a favor de las iniciativas europeas como la del "día sin coches"? ¿O es solo demagogia?
Como campañas de sensibilización esporádicas pueden estar bien, pero es evidente que para lograr resultados hacen políticas sostenidas en el tiempo y programas inversores. Es lo que señalaba en la pregunta anterior: por muchos días sin coches que hagas, no lograrás nada si no eres capaz de ofrecer a tus vecinos un sistema de transporte público moderno, accesible y eficaz que les disuada de utilizar el vehículo privado.
¿Ve a España preparada para enfrentarse al reto del uso de coches eléctricos a corto plazo?
Me gustaría que avanzásemos más rápido. Si miras los datos estadísticos, vamos con retraso en esta materia respecto a los países de nuestro entorno. Y lo cierto es que hay voluntad ciudadana para ir más rápido, pero desde los gobiernos y las instituciones nos ha faltado impulso para favorecer la implantación de la movilidad eléctrica con medidas como crear una red extensa de recarga pública y privada
¿Por qué debería el usuario medio utilizar un coche eléctrico en entornos urbanos e interurbanos?
Por muchos motivos, pero hay dos determinantes: la necesidad de reducir las emisiones de CO2, que es un objetivo imprescindible para el futuro inmediato de todos y para mejorar nuestra calidad de vida, y por el ahorro que supone en combustible. No es casualidad que el taxi sea el sector que más rápido está reconvirtiendo su parque automovilístico al coche eléctrico. Es que les supone un ahorro de costes importante aunque haya una inversión inicial mayor porque el vehículo eléctrico es todavía más caro.
Los ayuntamientos están tomando cada vez más protagonismo en la toma de decisiones con respecto a la movilidad, ¿cómo creéis que evolucionará esta coyuntura a medida que crezca el número de habitantes en las ciudades?
A más cantidad de habitantes, más necesidades de desplazamientos. Por lo tanto, a mayor población, habrá que tomar decisiones de más calado y más rápidas. Pero todas las ciudades, al margen de su número de habitantes, estamos tomando y vamos a tomar más protagonismo en esas decisiones, porque la movilidad es clave y estamos inmersos en la revolución de los nuevos tipos de movilidad urbana. También sería bueno que hubiese un marco regulador nacional que hiciera más homogénea esa intervención desde lo municipal.
¿Cómo podría plantearse la calidad de los núcleos urbanos integrando la vegetación?
La presencia de la vegetación en los cascos urbanos es imprescindible para garantizar un mejor estándar de calidad de vida. Todas las grandes ciudades se precian por contar con parques extensos y zonas verdes y ahora se habla mucho de los jardines verticales en los edificios de gran altura. Lo que es muy importante es destinar recursos adecuados a su mantenimiento. En Zaragoza hemos tenido que afrontar una auténtica plaga de caída de árboles porque en las legislaturas anteriores se había dejado de invertir lo suficiente en ese cuidado de las zonas verdes y el arbolado.
Con frecuencia las ideas de ciudades inteligentes, saludables y amigables son puramente idealistas, es decir, no son viables. ¿Hasta qué punto la naturación urbana puede ser el instrumento para llevar a la práctica esas ideas?
No creo que el concepto de ciudad inteligente, saludable y amigable sea puramente idealista e inviable. Al revés, creo que sólo desde la ciudad inteligente conseguiremos una ciudad saludable y amigable porque sólo la tecnología nos dará herramientas para superar los problemas de las grandes urbes. La naturación urbana, entendida como la promoción del enverdecimiento urbano para recuperar espacios verdes, es interesante y es otro de los enfoques para mejorar nuestras ciudades, pero también se hará mejor cuanta mejor tecnología se le pueda aplicar.
¿Qué papel deben jugar en la planificación urbana los aspectos medioambientales, los espacios de recreo, la sostenibilidad y la seguridad alimentaria aportados por las infraestructuras verdes?
Tienen un papel esencial si queremos desarrollar ciudades que ofrezcan a sus vecinos una calidad de vida digna de las sociedades avanzadas. La planificación es una herramienta indispensable para hacer ciudad y se debe adaptar a las necesidades sociales imperantes en cada momento. Y ahora mismo, la sostenibilidad y el medio ambiente son ejes estructurales que deben tener un espacio destacadísimo en la planificación urbana.
En su opinión ¿cuáles son las dimensiones más significativas que deben incluirse en el nuevo diseño urbano: arquitectura y tecnología, regulaciones administrativas, sociología, planificación urbana o economía, entre otras?
Todas esas y otras muchas. La realidad de las ciudades es compleja y cambiante y lo esencial es que todas las materias del conocimiento que la abordan tengan su espacio en la planificación urbana para dar respuesta a los tres grandes retos que encaran: el uso de la tecnología aplicada, la sostenibilidad, la energía y el respeto ambiental, y el desarrollo de una movilidad limpia y eficiente.
¿Pero cuál es la base de las ciudades inteligentes? ¿Su fundamento último es la tecnología o es la sostenibilidad?
Es que no habrá una cosa sin la otra. Una ciudad inteligente es la que sabe aprovechar las ventajas y oportunidades de la tecnología para desarrollar proyectos y servicios que la hagan sostenible. Esa es la única manera de lograr ciudades saludables, amigables y que presten servicios eficaces, accesibles y medioambientalmente respetuosos a sus ciudadanos.