Inversión sostenible y ESG

Los inversores quieren alinear inversiones y convicciones

  • Las nuevas generaciones quieren posicionarse en empresas más reponsables
  • El marco de la inversión de impacto se está aclarando para los inversores
Imagen: Getty

La inversión de impacto empezó en los años 70, fundamentalmente dirigido a proyectos sociales, como construcción de hospitales y escuelas o reforestación, con el objetivo simultáneo de generar rentabilidad financiera, sobre todo en mercados privados. Según Global Impact Investment Network, en 2019 el tamaño global de este tipo de inversiones ya tenía valor de mercado de 502.000 millones de dólares. Consulte más artículos de opinión sobre sostenibilidad en elEconomista Inversión sostenible y ESG.

Debe evolucionar de forma muy rápidamente, si como esperamos. reguladores, gobiernos e inversores mantienen el interés en alinear objetivos financieros con objetivos de sostenibilidad.  Hay que tener en cuenta que cada vez más, sobre todo las nuevas generaciones, quieren alinear sus inversiones y convicciones, mediante empresas más responsables, con efecto positivo, sobre todo en cuanto a cambio climático.

El marco se está aclarando

A ello está contribuyendo que el marco de la inversión de impacto se está aclarando para el inversor. De hecho, en la revisión de la Directiva MiFID II, para que un producto pueda ofrecerse como sostenible, debe incluir una proporción mínima de inversiones sostenibles, alineadas con el Reglamento de Taxonomía y principales incidencias adversas, lo que solo cumplen los fondos bajo el artículo 9 del Reglamento, donde se sitúan las inversiones de impacto.

A tal efecto en 2021 la Comisión Europea ha aprobado las normas que recogen las actividades económicas que contribuyen a la adaptación o mitigación al cambio climático. Se irá actualizando con otros cuatro objetivos medioambientales: uso sostenible y protección de recursos hídricos y marinos, transición a economía circular, prevención y control de contaminación, así como protección y recuperación de la biodiversidad y ecosistemas. Cuando entre en vigor la propuesta de directiva de divulgación de información corporativa en materia de sostenibilidad, alrededor de 40% de las cotizadas, responsables de 80% de las emisiones directas de gases de efecto invernadero, deberán evaluar si sus actividades contribuyen sustancialmente a alguno de los objetivos ambientales. Por su parte gestoras y fondos deben informar su grado de adecuación con el Reglamento de Taxonomía desde el 1 de enero de 2022 y tendrán que presentar en junio de 2023 un primer informe de principales indicadores de impacto adverso respecto a 2022.

Por su parte, el desarrollo de normativa de aspectos sociales, derechos laborales y relaciones con la comunidad, tardará unos años. En 2021 la Comisión Europea ha presentado un borrador de taxonomía social para distinguir inversiones que respetan criterios sociales, como brecha salarial y de género, trato a trabajadores o grado de sindicalización, lo que se extiende a las cadenas de suministro, según normas y estándares internacionales, incluyendo transparencia fiscal, derechos humanos o combate de la corrupción.

Pero el mercado está yendo muy por delante de la legislación. De hecho, existe confusión en el mercado respecto a green washing, es decir que las entidades declaren que son más verdes de lo que son realmente.  Este riesgo no se debe a que las entidades no tengan información y capacidad para proporcionarla, sino a que la legislación tiene que aclarar aspectos de estandarización, medición e informes.

Ahora bien, aunque falta estandarización, el inversor puede ir mirando alternativas que ya identifican empresas de credenciales ambientales y sociales sólidas o con potencial de mejora.

Inversión temática

En este sentido el mejor enfoque de impacto y el más sencillo es la inversión temática basada en megatendencias, mediante fondos clasificados en el artículo 9 del Reglamento de Divulgación de la UE, por tener objetivo de sostenibilidad medioambiental y social, para lo que hay que preguntar al asesor financiero.  Al respecto hay una oferta suficientemente amplia, fundamentalmente de renta variable global, además de crédito global. Es el caso de las industria del agua o de la madera, pero también temas ligados con educación y bienestar de las personas y comunidades. 

"El agua es fundamental para cualquier actividad y son pocas las regiones en el mundo donde no existe estrés hídrico" 

Efectivamente,  la inversión temática de enfoque ambiental o social se centra per se en empresas involucradas en una economía sostenible y más equitativa. Es el caso, por ejemplo, de Beyond Meat, compañía de hamburguesas sin carne. Al atender un creciente mercado de dietas vegetarianas, veganas y bajas en carne, introduce alimentos de conveniencia con alto contenido en proteínas independientes de la ganadería. En comparación con las cárnicas tradicionales, requiere, para un mismo contenido proteico, menos energía, agua, fertilizantes y tierra en su producción.

Concretamente hay dos temas fundamentales con soluciones de inversión bajo el artículo 9: agua y energías limpias. El agua es un bien fundamental para cualquier actividad económica y la supervivencia y hay muy pocas regiones en el mundo donde no haya estrés hídrico, siendo un bien escaso que tiene que ser gestionado adecuadamente. Pero no se trata de invertir en agua como materia prima sino como un servicio.  Además, es muy importante la transición energética hacia emisiones de CO2 netas cero para 2050 e incluso en Europa con intención de reducirlas al 50% para 2030.

La factura de la transición 

La cuestión es que la factura de la transición energética y reducción de CO2 fundamentalmente la van a pagar las empresas capaces de tener una hoja de ruta de reducciones muy significativas de su huella de carbono.  Pero ha habido movimientos de inversores institucionales y grandes asociaciones de inversores respecto a dejar de invertir en empresas relacionadas con combustibles fósiles.  De hecho la desinversión en empresas de impacto negativo en el medio ambiente o sociedad puede hacer aumentar su coste de capital, sobre todo a corto plazo. Por ejemplo, hubo una ola de desinversiones de combustibles fósiles la última década, que redujo los flujos de capital hacia compañías del petróleo y gas.  Solo el anuncio de tal desinversión parece tener influencia duradera en los precios de las acciones de estas compañías, efecto que puede haber aumentado los últimos años.

Pero hay empresas de combustibles fósiles con una hoja de ruta muy clara de transición hacia energías más limpias, a las cuales habría que seguir financiando para que sigan en ese camino. Más aún, se da la circunstancia de que las inversiones de más largo plazo favorecen un menor coste de capital de estas empresas, lo que coincide con las inversiones temáticas, cuyos horizontes de inversión también son mayores que el promedio.  Efectivamente, la Asociación Europea de Fondos y Gestión de Activos (Efama) considera necesario ampliar la taxonomía a actividades significativamente perjudiciales que necesitan de transición, es decir sectores difíciles de descarbonizar.  Ello pueden disminuir efectos asociados a la taxonomía medioambiental, como sobre ponderar activos altamente verdes.  Defiende que si se pide a los inversores que dejen de invertir en estas empresas, desincentivará sus esfuerzos y recomienda un "ratio de activos de transición" además de "ratio de activos verdes", para incentivar su acceso a la financiación. Además, existen diferentes metodologías de medición de la emisión de huella de CO2 y es muy importante la estandarización.

Intención y propiedad activa

Sea lo que sea, para que haya inversión de impacto en primer lugar debe haber intención explícita y capacidad de informar de forma clara la contribución al logro del objetivo previsto, financiero y no financiero.

Adicionalmente, la inversión de impacto requiere que los inversores sean agentes de cambio, mediante la propiedad activa y el ejercicio del voto. La investigación académica ha demostrado que las probabilidades de éxito del diálogo con las compañías puede ser del 60 %, dependiendo de la habilidad y tamaño del inversor.  Puede requerir años en dar frutos y la colaboración de otros accionistas, pero, por lo general, conlleva mejora de las calificaciones ambientales, sociales y de gobernanza (ASG), sobre todo de empresas que parten de una calificación inicial baja. Un ejemplo es Veolia, afectada por una crisis de agua en Flint, Michigan, en 2014. Aunque no estaba directamente involucrada, los gestores del fondo Pictet Water se reunieron con la dirección, hasta que, en 2020, la compañía dio a conocer unos objetivos ambientales y sociales muy sólidos, integrados en los incentivos de remuneración de la dirección. Actualmente sus puntuaciones en sostenibilidad son superiores a la media según nuestros indicadores. Se da la circunstancia de que este fondo, en cuanto a exposición a Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para 2030 destaca en contribución al Objetivo "Agua limpia y saneamiento".  A ello se añade que se ejerce sistemáticamente los derechos de voto y, cuando es apropiado, se establece diálogo con las empresas.

Mediciones e informes

El caso es que los inversores tienen hoy en día a su disposición soluciones 100% ASG, con informes de impacto, más allá de los Principios de Inversión Responsable, auspiciados por Naciones Unidas.

De hecho en la medición de impacto ambiental, en nuestras estrategias temáticas bajo el Artículo 9 del Reglamento de Divulgación, se basa en el marco científico de nueve límites planetarios, teniendo en cuenta el ciclo de vida completo de los productos y servicios de las empresas en cartera. Además, combinando análisis cuantitativo basado en inteligencia artificial con fundamentales, hemos evaluado el grado en dichos productos y servicios ayudan a conseguir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas respecto al índice MSCI ACWI. Por ejemplo, para una buena puntuación en "Educación de Calidad", una empresa debe comercializar un programa de educación, no siendo suficiente que se limite a capacitar a su personal.  A ello se añade que ejercemos sistemáticamente los derechos de voto y, cuando es apropiado, establecemos diálogo con las correspondientes empresas, una iniciativa que también puede venir de un proveedor externo con el que colaboramos o de iniciativas internacionales donde sumamos capacidad.

Gonzalo Rengifo es director general de Pictet AM en Iberia y Latam.

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