
El término bono verde no es suficiente para definir todo el espectro de financiación sostenible. Están surgiendo distintos tipos de títulos, con características propias, que obligan a hacer una distinción entre ellos. Destacamos los 5 tipos que existen hasta ahora.
Cada cierto tiempo, en los mercados financieros los inversores se ven obligados a ampliar sus conocimientos e incluir dentro de su lista de activos conocidos algunos nuevos que hacen aparición. En los últimos años, algunos ejemplos son los CDOs, que tuvieron un papel clave en la crisis financiera, los Cocos del sector bancario y, más recientes, los bonos verdes.
El desarrollo de la financiación sostenible ha desembocado en la aparición de toda una fauna de tipos de bonos; donde antes la etiqueta de bono verde servía para ilustrar todo este tipo de instrumentos, ahora se hace cada vez más necesario establecer una distinción entre los distintos formatos que ya existen en el mercado.
Europa es una de las regiones que más está apostando por este tipo de financiación desde su nacimiento. "La cartera de bonos de la Unión Europea representa el 43% del saldo vivo mundial en este tipo de bonos, y la emisión de bonos relacionados con el fondo de la UE Próxima Generación aumentará aún más el volumen", destacan desde Scope Ratings.
Se trata de una clasificación de un tipo de deuda incipiente, que podría incluir nuevas categorías con el paso del tiempo. Por el momento, la industria parece haber decidido categorizar este tipo de deuda como bonos GSS, es decir, bonos verdes, sociales y ligados a la sostenibilidad, aunque se pueden distinguir al menos cinco clases diferentes.
Bonos verdes
Este término se ha utilizado en los últimos años para definir todo el espectro de financiación sostenible, pero tiene sus características propias que los distinguen de otros bonos del universo ESG. Se trata de bonos en los que se destinan los fondos logrados con su emisión a la financiación de proyectos relacionados con la ecología y el medio ambiente, como energías renovables, eficiencia energética, gestión de residuos o de tratamiento de aguas.
La mayor emisión de este tipo de bonos que ha habido hasta ahora en el mundo es la que llevó a cabo Francia en 2017, colocando de una tacada casi 29.000 millones de euros en bonos con vencimiento a 2039 y un cupón del 1,75%.
Bonos sociales
Se trata de unos instrumentos de deuda que buscan financiación con la intención de arreglar un problema social, y no necesariamente tienen que ver con el medio ambiente.
El mejor ejemplo es la crisis del Covid-19: la mayor emisión de este tipo de bonos que se ha llevado a cabo la ha realizado la Unión Europea, en febrero de 2021, colocando 12.020 millones de euros al 0%, con vencimiento hasta 2028, una colocación que tiene como objetivo financiar ayudas en respuesta a la pandemia.
Bonos de sostenibilidad
Se trata de unos bonos que combinan los dos anteriores, destinados a financiar proyectos que tengan un impacto positivo en aspectos medioambientales y sociales. Un proyecto de infraestructuras que tenga un impacto en el medioambiente pero también mejore algún aspecto social es un buen ejemplo de ello.
La mayor emisión la ha llevado a cabo el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, una de las cinco instituciones que conforman el Banco Mundial. Lo ha hecho este año, con una emisión de 5.000 millones de euros a 2028 con un cupón del 1,375%.
Bonos ligados a sostenibilidad
Aunque el nombre sea similar a la categoría anterior, no son exactamente iguales. Los títulos ligados a sostenibilidad vinculan el pago de su cupón al cumplimiento de ciertos objetivos concretos, o la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, por lo que el pago es variable en función de cómo evolucione el proyecto que financia la emisión.
Bonos de transición
Para aquellas empresas que están llevando a cabo proyectos para reducir su impacto climático, pero no cumplen los criterios necesarios para ser considerados bonos verdes, los bonos de transición son una forma de financiar esta inversión. Repsol es un buen ejemplo: la firma se ha comprometido a cambiar su modelo de negocio y alcanzar el objetivo de cero emisiones para 2050, pero en el pasado tuvo problemas al tratar de colocar un bono verde que no fue considerado como tal en los mercados, y no entró en la mayor parte de índices de estos títulos.
La emisión más grande que ha habido hasta ahora en este nuevo tipo de bonos es una llevada a cabo por Snam, el operador de infraestructuras energéticas italiano, que colocó, en junio de 2020, 750 millones de euros en bonos a 10 años con un cupón del 0,75%.