
Lleva 17 años analizando el sector eléctrico en Deutsche Asset Management y en los últimos siete ha diseñado la estrategia de inversión del banco enfocada en los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza -ESG, por sus siglas en inglés- de las empresas. Desde Fráncfort, Susana Peñarrubia es la encargada de integrar estos criterios, que suelen excluir el alcohol o las armas nucleares, entre otros, en los procesos de inversión. Algo que, según Peñarrubia, elimina ya el 25 ó 30 por ciento del universo de inversión de cualquier índice.
Tiene la responsabilidad de integrar la gestión socialmente responsable en todos los productos de inversión activa de la firma… ¿Cómo se hace?
No es un trabajo fácil, el gran cambio es que los analistas y gestores integren estos criterios en su trabajo diario. No se trata solo de tener productos especializados, como pueden ser los fondos puros de ISR, sino que hemos dado pasos para integrar los temas sociales, medioambientales y de gobierno corporativo en el proceso de inversión de todos nuestros fondos -la gestora contaba con 711.000 millones de euros en activos bajo gestión a 30 de septiembre de 2017-. Para empezar, aunque en el año 2007 solo contratamos los servicios de una empresa que suministra información sobre ESG, pronto nos dimos cuenta de que esto no era suficiente. Ahora compramos información a siete empresas de análisis diferentes para poder tener una visión más global, contrastada y obtener el mejor resultado final. Pero todo esto no habría sido posible sin formar a nuestro equipo. Hemos puesto a disposición de los gestores de Deutsche AM seminarios online durante el último año para que sepan cómo poner en práctica estas cuestiones en sus análisis. De hecho, soy profesora de la Certificación de EFFAS ESG Valuation, Measurement and Integration Training Programme.
¿Cómo determina los criterios a la hora de invertir en una compañía?
Hemos desarrollado un software al que incorporamos los datos que nos proporcionan estas casas de análisis y con el que podemos filtrar el universo de inversión. Nuestro objetivo no es juzgar lo que es bueno o malo, nos apoyamos en las empresas de rating para analizar los riesgos y oportunidades resultantes de esta información y establecemos unas normas internas en base a varias facetas: alcohol, tabaco, armas, carbón... Tenemos unos 2.000 datos de cada compañía que están orientados tanto para ver la calidad de la empresa como para ver sus posibles riesgos futuros.
¿Entre ellos también tienen en cuenta cuestiones tributarias como, por ejemplo, si las empresas operan en paraísos fiscales?
Sí, tenemos en cuenta si la empresa está dando transparencia y haciendo sus informes de actividad por países. Es un tema que siempre ha estado en nuestro punto de mira pero, en los últimos años, con todos los escándalos que ha habido en este sentido, ha ganado peso con la reforma tributaria a nivel global.
¿Tienen límites de inversión?
Sí, en los fondos específicos de ISR, ya sean los de carácter retail o institucional tanto en acciones como bonos corporativos donde tenemos un mandato de inversión concreto de acuerdo a reglas de ESG. Por ejemplo, no podemos tener una exposición superior al 5 por ciento en compañías cuyos ingresos proveng an en gran medida del alcohol, tabaco, armas militares o energía nuclear.
¿Tener tantos criterios en cuenta no les limita a la hora de encontrar compañías en las que invertir?
Sí, en los fondos específicos de ISR con estas restricciones eliminamos en torno al 25 o el 30 por ciento del universo de inversión de cualquier índice investment grade. Entre las principales ideas que se descartan suelen estar compañías del sector eléctrico, minero o energéticas. Incluso hay inversores profesionales que aplican discriminaciones en base a estos criterios del 40 o el 50 por ciento de un índice. Eso sí, está demostrado que tener en cuenta la información de ESG tiene un impacto neutro o positivo en la estimación del riesgo y en la rentabilidad futura.
¿Y esto no les hace perderse a veces ciertas subidas de mercado?
Sí, en los productos específicos de ISR como, por ejemplo, en el año 2017, cuando el mejor sector fue el de recursos naturales. Si no tienes exposición, claro que la rentabilidad de tu fondo se ve penalizada. Pero hay que mirar los efectos de la inversión socialmente responsable a largo plazo. Es un conflicto en ese sentido.
¿Cuál es su distribución de activos ESG por tipo de cliente?
Hasta ahora, la mayor parte de los activos de inversiones socialmente responsables son de inversores institucionales, mientras que la parte más pequeña corresponde al retail. No obstante, en 2017, por ejemplo, en Bélgica la parte minoritaria ya ha crecido e incluso supera la parte institucional y esto va a ir cambiando también en el resto de países. El interés por tener en cuenta este tipo de cuestiones es cada vez mayor.
¿Cuáles son los temas que más preocupan al inversor?
Para los clientes retail hemos establecido un marco de inversión que contiene los temas que más preocupan a los inversores, como el carbón, pero para mandatos institucionales construimos un fondo a su medida. Por ejemplo, las congregaciones religiosas o las fundaciones, que son tradicionales de la inversión socialmente responsable, tienen diferentes mandatos: una fundación sensible con el medio ambiente marcará criterios más severos en esta área mientras que una organización religiosa querrá excluir la investigación con células madre.
Si tuviera que decir una tendencia de inversión que estuviera en auge en los últimos tiempos, ¿cuál sería?
El cambio climático es el área cuyo interés más ha crecido sin ninguna duda. Además, es la tendencia de inversión que más ha afectado y va a seguir afectando a todos. No obstante, el engagement también está tomando mucha fuerza: el hecho de ser un inversor activo y discutir con la empresa ciertos aspectos que pueden ser mejorables.