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¿Estúpido viaje? Decenas de twitteros se mofan de Renfe por una práctica habitual... y global

  • Decenas de twitteros se mofan de una práctica habitual... y global
  • Retrasar los trenes una hora evita cambios mucho más complejos
No tan de letras: detener los trenes en otoño es perfectamente normal

Un tweet de Renfe bastó, este viernes, para desatar las risas de decenas de usarios. En él, la operadora pública recordaba a los usuarios que durante la noche del sábado al domingo los trenes se detendrían a las tres de la madrugada, para dejar pasar los 60 minutos que corresponden por el cambio de horario de invierno (a las tres serán las dos).

En términos simples, la operación consiste en que el maquinista conduce normalmente su tren y, al rebasar las tres de la madrugada, lo detiene en la primera estación por la que pase. Y allí se quedará, inmóvil, durante aproximadamente sesenta minutos, antes de reanudar su marcha.

Las respuestas de muchos usuarios a un anuncio que por otra parte no es la primera vez que se hace por parte de Renfe, iban desde la estupefacción hasta la chanza, como esta de la organización de defensa de los consumidores Facua:

Al fin y al cabo, parecía tener sentido: ¿por qué iba a ser Renfe tan estúpida como para dejar pasar el tiempo? ¿No sería más lógico que los trenes llegasen una hora antes?

En esta ocasión, sin embargo, la sabiduría popular erraba. La práctica de detener los trenes cuando se produce el cambio de hora de invierno en el hemisferio norte, y se retrasan los relojes, es, en primer lugar generalizada.

Lo hacen los ferrocarriles franceses, los alemanes, los suizos o los estadounidenses, que dejan claro a sus viajeros que "en el cambio de hora de invierno, los trenes nocturnos de Amtrak se detendrán en la primera estación por la que pasen justo después del cambio, y reanudarán la marcha de nuevo a su hora".

Y así otros muchos. En Reino Unido, el parón incluso se aprovecha para realizar algunas obras como esta de la estación de London Bridge:

Obviamente en Renfe no se habían vuelto locos. El primer argumento es, pues, evidente para los trenes internacionales. Si no se aplicase esta regla en España, mientras sí se hace en otros países, ¿qué pasaría con un tren que cruce la frontera? ¿Qué horario estaría cumpliendo un tren que sale del país después de las tres de la madrugada?

Pero hay razones mucho más simples. Imagine que en la estación de destino de nuestro tren nocturno todas las mañanas salen, a las siete de la mañana, dos trenes de sus dos únicas vías. En un día normal no hay conflicto, porque el convoy en el que viajamos tiene programada su llegada a las ocho de la mañana.

En la madrugada del sábado al domingo próximo nos encontraríamos, sencillamente, con que el horario del tren que arrancó antes de la medianoche y en el que viajamos, se pega frontalmente contra el de los demás trenes que tienen programada su salida después de las tres de la mañana.

Para evitar que el cambio de hora envíe ondas de choque por toda la red (surcos horarios incompatibles, problemas de capacidad en algunos puntos, mala asignación de trenes y personal...), la solución más sencilla es, simplemente, hacer que todos trenes cumplan el horario, incluso aunque éste esté inflado 60 minutos.

Está, además, una regla básica del tren: nunca puede salir de una ciudad antes de su horario. Imagine ahora que nuestro tren nocturno pasa por una estación intermedia a las cinco de la mañana.

Así reza el artículo 147 del Reglamento General de Circulación: "Los trenes de viajeros podrán circular con adelanto, pero no podrán salir de los puntos donde tengan parada prescrita en los que se admitan viajeros, antes de la hora señalada."

Si el maquinista no se detuviese tras el cambio horario y siguiese su marcha, no sólo estaría incumpliendo la norma. Todos los viajeros que deseasen subirse al tren en la estación intermedia, precisamente esa noche especial... ¡llegarían una hora tarde al andén! (Porque ya habría pasado a las cuatro).

¿Y qué pasa en primavera?

En primavera ocurre exactamente lo contrario, así que los trenes simplemente no se detienen. En los billetes de nuestro tren nocturno usado como ejemplo, la hora de llegada impresa serán las 9 de la mañana, y no las 8. Eso implica, entre otras cosas, que el viajero no tiene derecho a reclamar compensación por llegar tarde.

Obviamente esta solución de primavera es asimétrica y provoca algunos problemas, pero muchos menos de los que evita. Aunque los trenes no pueden viajar en el tiempo y lanzarse 60 minutos hacia el futuro, sí pueden recuperar parte del tiempo perdido por el cambio de hora: viajando un poco más deprisa gracias al margen con el que suelen circular (los horarios suelen contener un determinado tiempo para recuperar posibles retrasos).

Se puede argumentar con sentido que ambos tipos de cambios son simplemente una cuestión de organización, pero lo cierto es que la planificación de un horario ferroviario ad hoc, para una sola noche, es una tarea tremendamente compleja y condicionada sobre todo por la capacidad de la infraestructura, pero también por la disponibilidad de trenes y tripulaciones.

De hecho, precisamente reconociendo esa complejidad, todos los ferrocarriles europeos (el español entre ellos) tienen sólo dos horarios: uno de invierno, que se utiliza a partir de diciembre, y uno de verano, usado de junio en adelante.

Sabido esto, conviene preguntarse si las operadoras como Renfe saben o no lo que se hacen. Quizá la respuesta pase por recordar que fueron precisamente los ferrocarriles los que inventaron el concepto de "tiempo estándar".

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