
La familia de los vehículos familiares ha crecido con la llegada del Chevrolet Orlando, un monovolumen de siete plazas en el que destacan sus formas rectangulares.
El monovolumen de Chevrolet es una especie de retorno al pasado de este segmento, que en los últimos años se ha caracterizado por las formas curvas de los diseños de sus diferentes automóviles. De esta forma, el Orlando da una sensación de seriedad y sobriedad que se ve aumentada en su interior, muy pulcro, con todo lo necesario, pero sin grandes alardes. Sin embargo, el resultado global del vehículo no puede ser mejor, con unas prestaciones exquisitas (no es este, ni ningún hermano suyo de segmento, coche para hacer virguerías por la carretera), una suspensión más que aceptable, una conducción cómoda y eficaz y un consumo realmente bueno.
El Chevrolet Orlando está disponible en nuestro mercado con tres motorizaciones (un 1.8 de gasolina de 141 CV y dos diésel 2.0, de 131 y 163 CV). Sus precios oscilan entre los 16.630 y los 24.900 euros.
La contención de precios (el Orlando se encuentra en el grupo de los más baratos de su segmento) se nota principalmente en el interior del vehículo, donde la amplitud no es tan notoria como en otros vehículos similares. Además, la segunda fila de asientos no permite ganar espacio hacia atrás o hacia delante, si bien los asientos sí se pueden reclinar. Aunque faltan varios de los elementos que suelen ser comunes en los volúmenes, la mayoría de ellos no se echa de menos pues, como se ha demostrado, son claramente superfluos. Con todo, el conjunto es muy agradable, con todos los mandos a una distancia cómoda, y con unos materiales agradables a la vista y al tacto. Las dos plazas delanteras son amplias, de tal forma que la separación entre ambas es menor que en otros vehículos similares.
El maletero, su gran hándicap
Como suele suceder en este tipo de vehículos, se busca adecuar cualquier rincón para adaptarlo a un hueco para guardar objetos. En el caso del Orlando, aunque no está falto de ellos, encontramos un hueco muy curioso detrás del equipo de sonido, muy útil para guardar objetos valiosos.
La esclavitud de las siete plazas obliga a tener que plegar, en dos fases, los asientos laterales de la segunda fila para poder acceder a la tercera, un procedimiento siempre incómodo y que además no resulta muy útil para personas con movilidad reducida. La segunda y tercera fila de asientos se pliegan y se esconden, dejando un piso totalmente plano. Aun así, las cifras del maletero no son espectaculares: 1.499 litros con tan sólo dos plazas disponibles; 458 con cinco plazas; y unos exiguos 89 litros si se utilizan las siete plazas de las que consta el vehículo.
De las tres motorizaciones con las que cuenta el Orlando, las dos diésel le dan bastantes vueltas a la de gasolina. La diferencia de rendimiento entre los dos motores de gasóleo es de 32 CV de potencia. Nosotros probamos la versión superior, la de 163 CV. El Orlando se mostró en todo momento ágil y preparado para mover su peso y su tamaño con solvencia.