
"Ah, ¿pero vosotros os vais a casar de verdad?". Carlos, barcelonés de 37 años, aún recuerda la sorpresa de la funcionaria del Ayuntamiento de Aerø el día antes de su boda en Dinamarca. Aunque en España -y en gran parte de países europeos- sólo identifiquemos este territorio escandinavo con la escultura de la Sirenita y los cuentos de Hans Christian Andersen, Dinamarca también es famosa por sus sándwiches abiertos -smorrebrød-, un idioma endemoniado del que se mofan sus vecinos suecos y noruegos y, por supuesto, sus bodas. Con y sin amor.
Con 120.000 enlaces celebrados al año, 13.000 fueron de parejas extranjeras en el año 2015, como Carlos y Jonida, español y albanesa, respectivamente. Ambos residían desde hacía varios años en Alemania y nunca se les hubiera pasado por la cabeza darse el 'sí quiero' en una isla de 6.000 habitantes en el sureste danés. Y sin embargo, ésta emergió como la opción idónea para una pareja que, además de amor, tenía una mochila llena de trabas para contraer matrimonio en Aachen (Aquisgrán), la ciudad germana donde aún viven.
"No es que pidan más papeles que a un alemán, pero para conseguir todas las cosas que te piden, es más complicado si eres extranjero", explica este ingeniero que alargó indefinidamente su año erasmus germano. Es el argumento políticamente correcto. En realidad, los auténticos problemas para poder emparejarse legalmente en Alemania llegaron cuando las autoridades municipales se percataron de que Jonida era albanesa, y se dispusieron a comprobar de que se trataba de una pareja real y no por conveniencia. Esto suponía un proceso de entre un año y un año y medio de duración, en el que funcionarios de Aachen podían presentarse por sorpresa en la casa en la que conviven Carlos y Jonida desde 2010 para verificar que realmente estaban juntos "y que ella realizaba las tareas del hogar". "Eso nos molestó más", confiesa Carlos, recordando aquellas infructuosas visitas al consistorio a lo largo de 2015. Y ése fue el día en el que ambos decidieron dar un puñetazo en la mesa e investigar otros modos de convertirse en marido y mujer.
Basta con enviar un mail a cualquier ayuntamiento danés solicitando cita para contraer matrimonio e ingresando una tasa de 70 euros
El largo papeleo que rodea los procesos matrimoniales no es competencia exclusiva alemana. En el Ayuntamiento de Madrid, sin ir más lejos, se necesitan ocho meses para celebrar una boda civil en cualquier distrito: cuatro meses sólo para obtener la cita de entrega de la documentación requerida. En el caso de miembros de la pareja de procedencia extranjera, esto se complica más, debido a que la documentación debe ser expedida en la localidad de origen, lo que puede traducirse en semanas o meses de espera, dependiendo de la celeridad y circunstancias en las que trabaje cada registro. En Dinamarca, sin embargo, el tiempo y la documentación se reducen a la mínima expresión: es posible casarse en solo dos días aportando únicamente el pasaporte y el certificado de nacimiento.
"Estábamos a mitad de noviembre y decidimos que nos casaríamos antes del fin de 2015", relata Carlos. Basta con enviar un mail a cualquier ayuntamiento danés solicitando cita para contraer matrimonio, aportando el referido certificado e ingresando una tasa de 70 euros por adelantado. El consistorio, a continuación, confirma a los solicitantes la fecha en la que tendrán la sala y el funcionario disponible, aunque sin garantizar un tiempo concreto de espera. Puede ser una semana, un mes o tres. Es en este punto en el que florece el negocio de las agencias especializadas.
Especialistas en bodas
"No nos gusta que el género, el origen ni las fronteras sean impedimentos al amor". Es la primera declaración de intenciones que leemos en la web Wedding Island, cuyo fundador ejerció de teniente de alcalde en la isla de Fanø durante unos años y decidió abandonar la política y quedarse con la parte que más le gustaba del trabajo: sellar uniones civiles. La agencia, situada en el mayor municipio de la isla al oeste de la península -no llega a los 2.700 habitantes-, ofrece a las parejas la gestión de su documentación y el cierre de una fecha a su gusto para casarse por un precio básico de 495 euros. Allí, la 'especialidad' es la ceremonia en la playa, cuya tarifa asciende a los 995 euros. Wedding Island presume de una relación privilegiada con las autoridades locales, ya que trabaja en la misma isla de Fanø, y garantiza a los contrayentes que, por este motivo, "no estarán solos en Dinamarca".
Samantha tarda menos de 24 horas en ofrecernos dos opciones: casarnos en un mes en Copenhague por 495 euros o en una semana en la isla de Aerø por 795 euros
No es la única empresa que vive de las bodas rápidas danesas. Una primera búsqueda nos lleva ipso facto a Getting Married in Denmark, la agencia on line más popular. Enseguida, nos salta un chat con un amable empleado que nos ofrece asistencia y contestar todas nuestras dudas. Exponemos nuestra preferencia de una boda lo más rápida posible en Dinamarca y, tras unas preguntas básicas, en menos de una hora nos pone en contacto con Samantha Hicks, que se convierte en nuestra asesora para el enlace.
El contacto se desarrolla a través del mail y Samantha tarda menos de 24 horas en ofrecernos dos opciones atendiendo a nuestra exigencia de tiempo: casarnos en un mes en el Ayuntamiento de Copenhague por 495 euros o en una semana en la isla de Aerø por 795 euros. "Me supieron mal los 450 euros que tuvimos que pagar a la agencia, pero nos decantamos por esta opción para que nos garantizaran la fecha más próxima", cuenta Carlos, que terminó contratando el servicio de Getting Married in Denmark. Después de todo, los días corrían en el calendario y ya estaban a mitad de noviembre. El dinero estuvo bien empleado: a él y a Jonida les dieron cita para convertirse en marido y mujer en el Ayuntamiento de Aerø en los siguientes siete días.

Boda en una isla danesa
Pero volvamos donde lo habíamos dejado. Siete días después, y tras una carrera contrarreloj en coche desde Aquisgrán para recoger al hermano de Carlos en Hamburgo y tomar un ferri hasta Aerø, la pareja llega al ayuntamiento del municipio principal de la isla, Aerøskøbing, donde una funcionaria reparte las citas horarias para las ceremonias. Sólo en 2016 allí se casaron 4.600 parejas extranjeras. Les dan a las 9.15 de la mañana, y Jonida pide retrasarlo, para que le dé tiempo a arreglarse el pelo. "Ah, ¿pero vosotros os vais a casar de verdad?". La empleada municipal está sorprendida. Carlos se da cuenta de que las bodas por amor, como la suya, no deben estilarse en la idílica isla. La funcionaria, contenta ante la novedad, cumple el deseo de Jonida.
La funcionaria estaba encantada de que fuésemos una pareja de verdad, que nos queríamos. No te meten ninguna prisa, y después de la ceremonia te sirven una copa
El desencanto de Carlos ante la situación se disipa pronto, cuando al día siguiente se presentan, de punta en blanco, a la hora convenida. Se habían comprado ropa para la ocasión en Aquisgrán y logran hacerse con el ramo de flores en un supermercado tras encontrar cerradas las floristerías de Aerø. Ahora el barcelonés admite que en la sala de espera coincidieron con parejas que rezumaban uniones de conveniencia, como unas mujeres alemanas con unos chicos chinos mucho más jóvenes. Pero cuando les llega el turno, todo resulta perfecto.
"Nos casaron muy bien, todo muy profesional. Como sólo vino mi hermano y necesitábamos más testigos, allí había tres señoras mayores, muy agradables, que hicieron esa función. La funcionaria estaba encantada de que fuésemos una pareja de verdad, que nos queríamos. No te meten ninguna prisa, y después de la ceremonia te sirven una copa parecida al moscatel", continúa Carlos. A la salida, una nueva carrera hacia el último ferri de la mañana les permite volver a Aquisgrán, donde les espera una cena especial de celebración. Al día siguiente, llevan a su ayuntamiento el documento matrimonial expedido en inglés por las autoridades danesas en Aerø y el registro se realiza de inmediato y sin preguntas. El certificado es válido y legal en cualquier rincón del mundo.

Una ley en el punto de mira
La felicidad de Carlos y Jonida representa sólo una de las caras de la moneda. La otra, la de los matrimonios interesados en conseguir papeles rápidamente, se encuentra actualmente en el punto de mira del Partido Conservador danés (Konservative Folkeparti), que forma coalición con el Ejecutivo de centro-derecha de Lars Løkke Rasmussen. Los conservadores buscan endurecer la ley matrimonial de 1969 -que permite enlaces entre homosexuales- y ejercer un control sobre las parejas solicitantes para frenar el coladero de bodas de conveniencia en Dinamarca.
El trato es espectacular; el servicio, muy profesional y la boda es cien por cien legal para cualquier ayuntamiento del mundo
Elisa, también española y residente en Alemania, se ha prometido con Yazan, refugiado sirio en este país, y está considerando muy en serio la opción danesa. "Lo estuvimos mirando por internet y parece muy fácil", comenta la zaragozana de 33 años a elEconomista. "Dan muchas facilidades en el caso de que pidan papeles de Siria que a Yazan le cueste más conseguir; incluso si no tienes certificado de nacimiento, igual te vale con el pasaporte o con los documentos que tengas en Alemania", continúa. "Lo recomiendo al cien por cien", la anima Carlos. "El trato es espectacular; el servicio, muy profesional y la boda es cien por cien legal para cualquier ayuntamiento del mundo", concluye.
A Elisa le gustaría casarse antes de fin de año y todo parece indicar que, de decantarse por una boda en Dinamarca, lo conseguirá. Al menos, antes de que una modificación legal eche el cierre a un negocio que se mueve entre el amor y la burocracia y que mantiene a flote a decenas de pueblos de la Escandinavia más salvaje y profunda.