
"Si estás en tierra, aquí necesitamos buzos". Eran las 11 de la noche del 1 de julio cuando Fernando Raigal recibió un escueto mail en su buzón de correo. El remitente era un ex navy seal tailandés -agente de fuerzas especiales de la Marina- al que conocía por su trabajo en buceo comercial en plataformas petrolíferas. Con ese "aquí", el exmilitar hacía referencia a un punto muy concreto de la provincia tailandesa de Chiang Rai. El lugar del que todo el mundo hablaba esos días: la cueva Tham Luang, donde habían desaparecido 12 niños de un equipo de fútbol junto a su entrenador.
El buzo de 33 años natural de Ciudad Real y adiestrado en la sección de Submarinos de la Marina española llegó hasta la cavidad al día siguiente, listo para unirse a las labores de búsqueda. Veinticuatro horas después, con los menores ya localizados por buceadores británicos, se involucró de lleno en la misión de rescate que pasará a la historia como una de las más complicadas y espectaculares nunca antes ejecutadas. Así ha relatado su experiecia en una conversación con elEconomista, dos semanas después de haber puesto un final feliz a esta historia.
¿Cómo fue su participación en el operativo?
Estaba en la agrupación de los ex navy seals, y tenía que instalar cuerdas por dentro para hacer de guía en los pasajes sumergidos, ir llevando botellas de oxígeno, comida, agua... En el interior de la cueva, había zonas de buceo, de escalada y de ir andando. En el rescate, la cueva ya no tenía tanta agua, y ya no había que bucear tanto. Yo estuve en la cámara número dos, recogiendo las camillas de los niños según llegaban y trasladándoles con otros compañeros.
¿Qué relación tuvo con los niños en el rescate?
Nunca llegué a la cámara nueve, donde estaban los niños; llegué a la intersección en T, más allá de la cámara tres, instalando los cabos-guía. Los niños iban dormiditos en camilla cuando pasaron por mi lado; el tercero sí iba consciente, mirando alrededor, nos miraba y seguro que diría algo como "qué fácil fue meterse, qué difícil salir". Cruzamos miradas dos segundos y fue muy entrañable. El penúltimo, el niño de 11 años, iba dormido y roncando con fuerza, me quedé con eso.
No estaba claro cómo se iba a realizar el rescate; de hecho, se barajaron varias opciones. Personalmente, ¿apostó por la idea de bucear con los niños desde el principio?
Sí vi la opción de los niños buceando, pero sin un tratamiento médico previo para dejarlos dormiditos, era muy arriesgado. Aún así, era lo más viable. Hubo momentos en que no lo vimos tan claro, pero al final se volvió a esa opción porque era la única que se podía hacer.
Incluso Elon Musk aportó un minisubmarino para poder salvar a los menores. Su colaboración con el operativo ha terminado de un modo polémico por las críticas vertidas por uno de sus compañeros buzos, que acusó a Musk de haber aprovechado para realizar un gesto de marketing que no tenía ninguna viabilidad posible. ¿Está de acuerdo con esa crítica? ¿Llegó a ver en algún momento este invento de Musk?
Ninguno vimos el submarino de Musk, su equipo llegó en la noche del segundo día de rescate. Nadie los vio, ni yo mismo ni conozco a nadie que hubiera escuchado nada al respecto. Estoy de acuerdo con la crítica de mi compañero, porque había zonas de más de 230 grados de giro, por donde apenas cabe una persona. Lo veía muy poco factible y había pocas opciones de que eso funcionase.
Una vez decidido el plan de rescate, ¿qué es lo que más le preocupaba? ¿Había nervios entre los miembros del equipo de salvamento la noche antes?
Claro que había nervios, pero había que dejarlos a un lado y centrarse en lo que estábamos haciendo y hacerlo lo mejor posible. Era algo que nunca se había hecho antes. Hubo una reunión antes; cada rescatador y cada buzo sabía cuál era su papel; todos estábamos coordinados de un modo muy preciso. Nos preocupaba que algo no fuese bien, especialmente para todos y cada uno de los 13, pero finalmente fue bien para todos.
Tuvieron a medio mundo en vilo durante los días del operativo de salvamento. Cualquiera pudo sentir emoción ante las noticias de que los niños iban saliendo de la cueva sanos y salvos. Usted los recibió cuando llegaban en camilla, ¿qué sintió, cómo vivió ese momento?
Hubo muchas emociones, pero todo estaba muy controlado, había que centrarse en lo que estabas haciendo para que fuera lo mejor posible. En el momento de recibir al primer niño, no sabes muy bien lo que te viene, no sabes en qué estado está. Cuando pasa el primero por tus manos, y te das cuenta de que respira y está bien, es una alegría inmensa, muy grande, pero todo está muy controlado y hay que cumplir tu papel en el rescate lo mejor posible. Otro momento de alegría fue cuando salió el entrenador, porque ya por fin la misión estaba casi casi cumplida; sólo quedaban los cuatro navy seals que habían permanecido varios días encerrados con ellos en la cueva. Una vez que salieron, ya sí que la misión estaba acabada y había que marcharse. Mucha alegría entonces.
Es importante recordar que la historia no ha tenido un final completamente feliz. La muerte de uno de sus compañeros, el buzo tailandés Saman Kunan cuando regresaba de llevar botellas de oxígeno de la cueva, tuvo que propinar un mazazo importante sobre los ánimos del equipo. ¿Tuvo miedo?
Miedo, no, pero respeto, todo el tiempo. Saman formaba parte de la unidad de ex navy seals junto a otros 20 hombres, con los que estaba yo también. Era muy experimentado, muy bueno, deportista, y muy calmado.
¿Qué supuso para usted su fallecimiento?
Fue un golpe muy duro pero había que dejarlo de lado en ese momento; por muy drástico que suene, había que dejar de lado cualquier sentimiento negativo y centrarse en lo que estás haciendo, en la misión, y hacerlo lo mejor que se pueda. Pero fue muy duro para todos, y una vez completado el rescate con éxito, es momento de recordarlo y de ayudar a su viuda y sus hijos, si se puede.
(En este momento, Fernando Raigal nos informa de que se ha abierto una página web de donaciones destinada a ayudar a la familia del buzo fallecido).
¿Y cómo es la vida después de haber participado en un exitoso rescate que será recordado durante décadas?
Mi vida sigue igual. Ha sido un rescate memorable, del que, sobre todo, queda el poder que tiene la diversidad cuando se coordina de la manera correcta y todo el mundo marcha hacia adelante en la misma dirección. Había buzos de muchos países, idiomas, especialidades, diferente experiencia... pero no importó. No fue un factor en contra, al contrario, nos enriqueció. Todos aportamos algo, sobre todo los buzos de cueva, que eran los que más sabían. Pero los ex navy seals son los más 'echados para adelante', por ejemplo, y eso también hizo falta. Entre todos se sacó; creo que fue un esfuerzo internacional impresionante y eso nos enseña el poder que tiene la diversidad. Uno de estos grupos por separado no creo que lo hubiese conseguido, pero todos juntos, combinados y coordinados, ha sido un éxito.
...
No es lo único que le queda al manchego afincado en Asia de esta experiencia de película. Relata también la nueva hermandad creada con los ex navy seals, con los que de vez en cuando queda "para echar un partidillo". El próximo 1 de agosto, estos exmilitares de la Marina estadounidense serán homenajeados por su labor en el rescate en un acto en la Casa del Gobierno. Ya dejaron claro que no van sin Fernando. "Habrá que ponerse un traje e ir para allá", concluye el buzo español, sin tratar de ocultar su orgullo.