
Entrenada en más de 70 cumbres comunitarias y victoriosa ante todo tipo de adversidades, Angela Merkel se enfrenta, sin embargo, a unas jornadas decisivas en las que no solo se decidirá la política migratoria y la reforma de la eurozona, sino su propio porvenir. La líder se juega su destino a una sola carta: aquella que sea del agrado de su propio socio y ministro del Interior, Horst Seehofer. El líder de la Unión Cristianosocial (CSU), el partido bávaro socio de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, tiene ahora mismo la batuta para la resolución de la cuestión migratoria de la que depende el futuro de la canciller.
Seehofer, su mayor crítico en la gestión de la crisis de refugiados en 2015, le ha dado un ultimátum con el que persigue que Alemania cierre sus fronteras a los migrantes y solo un resultado satisfactorio con el tema migratorio podrá mantener a su socio en La Gran Coalición. La presión sobre Merkel es enorme: el domingo, solo dos días después de la cumbre de Bruselas, la CSU quiere discutir si el resultado de esas negociaciones es compatible con sus propias reivindicaciones o, por el contrario, actúa contra la canciller y ordena rechazar en la frontera a los solicitantes de asilo ya registrados en otros países o rechazados previamente. Si hiciera eso, Merkel tendría que destituirlo y la coalición estallaría.
El camino se perfila complicado. El jueves, en una comparecencia ante el Bundestag, Merkel admitió que aún no se ha llegado a una solución paneuropea y advirtió que la política de asilo se puede convertir en una cuestión que defina el destino de la UE. "No estamos todavía allí donde queremos estar", explicó. De los siete puntos sobre la política de asilo, dos siguen siendo polémicos: la solidaridad y el compromiso de la UE en cuanto a la recepción de refugiados, y la concreción de un plan de ayuda para los países de África.
Merkel reiteró su rechazo a medidas nacionales unilaterales para hacer frente a la crisis migratoria y refrendó su apuesta por llegar a acuerdos con otros socios europeos. "No se deben tomar medidas unilaterales ni que perjudiquen a terceros, hay que buscar socios", agregó poco antes de partir hacia Bruselas. No obstante, subrayó que, pese al escepticismo de muchos sobre una solución europea, ya se han dado pasos importantes en esa dirección, lo que ha llevado a una clara reducción de la migración ilegal con respecto a 2015, cuando llegaron a Alemania cerca de un millón de refugiados. Todas las posibilidades están abiertas. Si la CSU abandonara la coalición, Merkel todavía podría formar un nuevo gobierno, quizás con los Verdes. Pero, en cualquier caso, nadie es capaz de predecir en Berlín el camino que tomaría el destino de la canciller si la semana termina sin una solución acorde a todas las partes.