
A comienzos de año todo apuntaba a que, en cuestión de meses, los grifos de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) dejarían de dar agua debido a una inusual sequía, pero con su esfuerzo, sus vecinos le están ganando la partida y han convertido la urbe en un ejemplo de conciencia medioambiental.
Depósitos instalados para recoger la escasa lluvia, cubos bajo cada grifo para no desperdiciar ni una gota, aprenderse lo que gasta cada programa de la lavadora o ducharse a velocidad del rayo son algunos trucos para ceñirse al límite de 50 litros por persona al día impuesto por las autoridades municipales.
También ha contribuido notablemente la restricción de agua dedicada a la agricultura de regadío en la zona, mientras la ciudad sudafricana se prepara para diversificar sus fuentes de cara al futuro y no ser tan dependiente del actual sistema de presas.
La nueva normalidad de ahorro
"Los ciudadanos han desempeñado un rol vital. El consumo general ha caído drásticamente porque los residentes normales se han convertido en 'embajadores del agua' que han adaptado sus hábitos del día a día para reducir al máximo el consumo", dijo a Efe Xanthea Limberg, miembro del comité de la Alcaldía responsable de los temas de agua. "No lavar el coche, no tirar de la cadena si no es necesario... Son cosas simples que se convirtieron en la nueva normalidad", ha agregado Limberg.
En tres años, la turística urbe ha reducido casi un 60% el uso de agua y, aunque las restricciones deben mantenerse hasta que vuelvan las lluvias (previstas para junio), las autoridades locales ya han proclamado que el temido "día cero" en el que se cortaría el suministro normal está ya fuera del horizonte para este año.
Otros lugares que han pasado por fenómenos similares, como Sydney (Australia) o California (EEUU), no lograron reducciones del consumo tan espectaculares. Pero los ciudadanos no se relajan y mantienen la guardia alta.
Muchas familias de clase media y alta han invertido cantidades significativas en acomodar sus hogares para ahorrar agua y, aunque recuperarán el dinero poco a poco en las facturas del suministro, hay malestar por la falta de asistencia de las autoridades.
La ciudad alega que el presupuesto para combatir la crisis tenía que ir para proyectos de "gran escala" que aseguren que no faltará el agua potable en ningún caso.
"Ha sido difícil pero te ajustas. Antes de la crisis mi factura del agua era de más 1.000 rands al mes (unos 68 dólares) y la del último mes ha sido de 39 (2,65 dólares)", relata Tim Petner, un residente del barrio de Woodstock (al este de la zona centro) que vive con su esposa y dos hijos.
Una vida normal con 30 litros diarios
Su vecina Sabine van Elsland considera que, ahora ya que tienen "un sistema" de vida pensado para ahorrar agua, no es "tan difícil" y que se puede tener "una vida normal" con solo 30 litros diarios.
Van Elsland es también anfitriona de la plataforma de alquiler turístico de casas y apartamentos Airbnb y asegura que la crisis no ha reducido el número de visitantes y que, en general, son cooperativos y aceptan como un reto la necesidad de ahorrar.
"Ahora sabemos el precioso bien que es el agua. No derrocharemos nunca más, siempre seremos 'guerreros del agua'", dice Eloise Diener, otra habitante de la segunda urbe más poblada de Sudáfrica.
Castas del agua
La crisis despertó asimismo preocupaciones sobre la falta de abastecimiento, por una parte, y la falta de control del derroche, por otra, en las zonas de asentamientos informales, donde se concentra la población más pobre que ya, de por sí, no cuenta con infraestructuras de saneamiento adecuadas.
"En las áreas informales conseguir agua es más difícil. Muchos tienen que ir con cubos a grifos comunales...En ese ambiente se usa menos agua, pero hemos tratado de asegurar un trato igualitario", apuntó Limberg desde la Municipalidad.
En el asentamiento de Lavender Hill -dentro del área conocida como "Cape Flats"- vive Graham Dantu, un mestizo inmigrante de Namibia que explicó a Efe que "es difícil convencer a la gente pobre de que hay una crisis" porque "para ellos es solo agua, cae del cielo, y cuando eres pobre tienes muchas otras cosas de las que preocuparte".
"Sigo viendo a niños jugando en el agua. La gente no es consciente, hay mucha gente que no abre un periódico o no sabe leer y que no tiene una televisión. Los políticos no han aparecido a explicar la situación, al menos que yo haya visto", añadió Dantu.