
La península de los Balcanes acoge un mosaico étnico y religioso que está detrás de incontables conflictos territoriales y fronterizos que llegan hasta el presente y que complican la integración comunitaria de algunos de sus países. Los conflictos en esta región se arrastran en parte desde la Primera Guerra Mundial y se reforzaron en la década de los 90 del siglo XX con la desintegración de la exYugoslavia socialista.
Entonces, las fronteras interiores entre las repúblicas federadas de ese país se convirtieron contestadas delimitaciones. En el caso de Grecia, miembro de la UE desde 1981, y Macedonia el conflicto se debe al nombre de esta exrepública yugoslava, que coincide con una región helena.
Cinco países balcánicos aspiran a entrar en la Unión Europea (UE): Bosnia, Montenegro, Serbia, Albania y Macedonia. A continuación algunos datos sobre los principales puntos de fricción en los Balcanes:
Macedonia/Grecia
Desde que la Antigua República Yugoslava de Macedonia -ese es su nombre provisional en la ONU- proclamó su independencia en 1991, Grecia rechaza que use su nombre constitucional, "República de Macedonia", por temor a posibles reclamaciones territoriales en su septentrional región homónima.
Pese a la oposición griega, más de 120 países, entre ellos EEUU, Rusia y China, reconocen a Macedonia con su nombre constitucional. Atenas bloquea desde 2008 la adhesión de su vecino a la OTAN y la UE bajo su nombre constitucional de República de Macedonia.
La ONU ha lanzado hace unos meses un nuevo intento para buscar un acuerdo sobre un nombre compuesto para Macedonia, que sea utilizado en todo el mundo y sea aceptable para las dos capitales.
Según Grecia, la nación macedonia fue "fabricada" en 1944 por el régimen yugoslavo de Tito, cuando se fundó la "República Popular de Macedonia", con el fin de "lograr sus objetivos expansionistas". Además, Atenas acusa a Skopje de apropiarse de figuras, como Alejandro Magno, y otros símbolos de la cultura helénica.
Macedonia niega cualquier reclamación territorial y asegura que los eslavos que llegaron en el siglo VI y VII a la región se mezclaron con la población local y adoptaron la religión cristiana ortodoxa, por lo que exigen adoptar el nombre del territorio.
Tras nuevas manifestaciones multitudinarias en Grecia, el Gobierno macedonio anunció esta semana, como gesto de buena voluntad, renombrar el aeropuerto internacional de Skopje y también la principal autovía, que llevaban el nombre de Alejandro Magno.
Serbia/Kosovo
La mayoría albanesa de Kosovo proclamó en 2008 de forma unilateral la independencia de Serbia, que este país sigue sin reconocer aunque negocia con su antigua provincia bajo el auspicio de la UE para mejorar las relaciones mutuas.
Kosovo ha sido reconocido como Estado independiente por más de cien países, entre ellos Estados Unidos y la mayoría de los socios de la UE, pero no España ni tampoco potencias como Rusia y China, por lo que no es miembro de la ONU.
Desde 2011 Serbia y Kosovo mantienen un difícil diálogo para normalizar sus relaciones, y en 2013 pactaron un acuerdo que fue considerado "histórico", aunque desde entonces apenas hubo avances.
La plena normalización es una condición crucial de Bruselas para integrar a Serbia en la UE y acercar a Kosovo al bloque comunitario. Pristina se niega a aplicar un acuerdo que dotaría a la minoría serbia de cierta autonomía, e insiste en su plena integración en las instituciones kosovares y que corten vínculos con Belgrado.
Los serbios, más de 100.000 de unos 1,8 millones de habitantes, no reconocen la independencia pero participan en las elecciones kosovares y tienen representación en el Parlamento y en el Gobierno.
Montenegro/Kosovo
Un acuerdo de demarcación fronteriza entre Kosovo y Montenegro, suscrito en verano de 2015, aún debe ser ratificado por el Parlamento kosovar, con pocas probabilidades de prosperar ante la división de la elite política en Pristina.
Varios partidos nacionalistas -tanto los que forman parte de la coalición en el Gobierno como de la oposición- insisten en que el acuerdo es dañino para Kosovo y aceptarlo significaría ceder unas 8.000 hectáreas de territorio al país vecino.
En 2015 y 2016 la oposición "ultranacionalista" se manifestó en las calles y también en el Parlamento contra ese acuerdo fronterizo. Su ratificación es un elemento crucial para que la UE liberalice el régimen de visados para los ciudadanos de Kosovo, el único país de los Balcanes occidentales que aún no lo tiene.
República Srpska/ Gobierno central de Bosnia
Más de 20 años tras el fin de la guerra civil (1992-1995), Bosnia-Herzegovina sigue dividido por criterios étnicos, entre musulmanes, serbios y croatas, y siguen existiendo ambiciones secesionistas, sobre todo en el ente serbio del país.
La República Serbia es uno de los dos entes autónomos que junto con el común de musulmanes y croatas forma el Estado bosnio según el Acuerdo de paz de Dayton de 1995. Este país descentralizado, con diez cantones y diez parlamentos y ejecutivos propios, tiene un Gobierno central muy débil.
Cualquier intento de reformar la Constitución y hacer más eficaz el funcionamiento de las instituciones, como exige la UE, termina en bloqueos y desavenencias de los políticos nacionalistas.
Mientras, el líder serbobosnio Milorad Dodik pide más autonomía y considera a Bosnia un "país imposible" y "un engaño insostenible" por falta del consenso interno, y en algunas ocasiones ha amenazado con una posible secesión del ente serbio del resto del país.
Eslovenia/Croacia
El conflicto fronterizo entre Eslovenia y Croacia, miembros de la UE desde 2004 y 2013, respectivamente, data desde su independencia en 1991 de la antigua Yugoslavia, cuando tuvieron que fijar las fronteras internacionales.
Por la disputa no resuelta, Eslovenia bloqueó el acceso de Croacia a la UE durante años, pero por mediación de la Comisión Europea, en 2009 se acordó un arbitraje internacional y Croacia pudo entrar en la UE en 2013.
En 2015, Croacia abandonó el proceso, que tenía lugar en la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, alegando que descubrió irregularidades que favorecían a Eslovenia. En junio del año pasado se anunció el dictamen, que entró en vigor el 29 de diciembre, pero Croacia insiste en no reconocerlo.
El fallo se refiere a varios puntos en la frontera terrestre y a la línea divisoria en la Bahía de Pirán, en el mar Adriático. Los terrenos litigiosos fueron adjudicados a Croacia, pero esta, como no reconoce el fallo, tampoco reclama su control.
En la Bahía de Pirán ocurren incidentes, ya que los pescadores y la policía croatas navegan por "su" mitad de la bahía, según el régimen anterior, mientras que Eslovenia aplica el dictamen de arbitraje, que le adjudica tres cuartas partes de esa bahía. Zagreb pide negociaciones bilaterales y Liubliana insiste en el respeto del dictamen internacional, igual que la UE.