Internacional

Europa ante una cumbre conflictiva

Imagen: Reuters.

Pocas Cumbres del G-20 se han presentado tan problemáticas como la que se celebrará en Hamburgo los días 7 y 8 de los corrientes.

Cuando Alemania recibió de China la Presidencia del G-20 en la Cumbre celebrada en Hangzhou en septiembre del 2016, la Canciller Merkel anunció que en la cumbre que ella presidiría se continuaría trabajando por un crecimiento sostenible, implementando los Acuerdos de París sobre la protección del clima y promoviendo la digitalización como motor del desarrollo, muy ajena estaba de los problemas que plantearía la elección, unos meses después, de Donald Trump como Presidente de los EEUU.

Unos días antes de esa elección, el 12 de enero del 2017, el Ministro alemán de Economía convocaba, en colaboración con la OCDE, una conferencia para debatir acerca de la digitalización, con los correspondientes Ministros, el 6 y 7 de abril en Düsseldorf, y preparar uno de los temas de la cumbre de julio.

Con la misma intención de preparar la cumbre de Hamburgo sobre los temas fiscal y monetario, se celebró un encuentro de los ministros de Finanzas y de los gobernadores de los Bancos Centrales del Grupo de los 20, los días 17 y 18 de marzo, en la ciudad alemana de Baden-Baden. Los temas propuestos por Alemania para esta reunión fueron el fortalecimiento de la capacidad de resistencia de las economías nacionales ante las crisis, la configuración de la digitalización y el fomento de las inversiones en África.

El presidente del Banco Central alemán, Jens Weidmann, en una conferencia previa a dicha reunión, advirtió sobre los desafíos que se avecinaban por el posicionamiento de la nueva Administración norteamericana, afirmando que "en tiempos inseguros es especialmente importante la colaboración internacional" y por eso "el G-20 es un valioso tesoro". Para la Cumbre de la Presidencia alemana propone el rechazo del proteccionismo porque "mercados abiertos y un sistema de economía competitiva son los pilares sobre los que descansa el bienestar económico" y, por otra parte, las enseñanzas de la crisis muestran la necesidad de que haya una adecuada regulación del sistema financiero global, pues mercados financieros insuficientemente regulados pueden dañar el bienestar en caso de crisis. Sus temores sobre la inseguridad se confirmaron en el encuentro, pues el nuevo presidente americano impuso a sus representantes que forzaran la retirada, en la declaración final de la condena del proteccionismo y el apoyo al Acuerdo climático de París, rechazando también cualquier tipo de regulación financiera.

En una nueva reunión de los ministros de Finanzas del G-20, que se celebró en Washington el 21 de abril, el ministro alemán Schäuble tuvo que transmitir un mensaje tranquilizador con la intención de llegar a una solución amistosa con EEUU La controversia se centraba en el tema del comercio global, con la mirada puesta en la cumbre de julio y gracias a que las medidas proteccionistas de Trump eran muy ambiguas no se corría el peligro de que se tomaran posiciones peligrosas para la cumbre del verano.

El enfrentamiento entre las posturas capitaneadas por los alemanes, responsables de la Cumbre, y por los norteamericanos se hizo todavía más patente en la cumbre del G7 que se celebró en Taormina (Sicilia) los días 26 y 27 de mayo. La Canciller Angela Merkel afirmó que la negociación con los EEUU había sido "difícil e insatisfactoria", aunque se consiguió en la declaración final una matizada toma de posición sobre el proteccionismo, hubo que omitir la mención al cambio climático y se añadió una ligera referencia a la política de inmigración.

En base a estas experiencias y para consolidar un frente común que permitiera sacar adelante los ineludibles objetivos que se había propuesto lograr en la cumbre de Hamburgo, Angela Merkel reunió el 29 de junio a los ministros de siete países europeos (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, España, Países Bajos y Noruega) con el fin de asegurar un firme compromiso en favor del libre comercio y el cambio climático para intentar que en la cumbre, que presidirá Alemania, el mandatario de EEUU se acercara a las posiciones que los europeos consideran innegociables para el futuro de la humanidad.

Los encuentros referidos muestran cómo aquellos objetivos que propuso la Canciller al asumir la presidencia del G-20, antes de que fuera elegido presidente Donald Trump, han tenido que reducirse a otros menos ambiciosos, aunque vitales, para mejorar el bienestar en un mundo globalizado, y demuestran el papel que debe jugar Europa dentro de ese grupo de países económicamente avanzados pero con un nuevo presidente norteamericano poco preocupado por el respeto a los derechos de los demás seres humanos.

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