
La vaca es sagrada, las mujeres no tanto. Las estadísticas confirman que la realidad social en India choca frontalmente con los derechos básicos y adquiridos por el género femenino. Esas mismas estadísticas, pero medidas en acciones realizadas por las vacas, evidencian que el fervor por el animal pone en riesgo de muerte a muchas personas. La política y la religión mezcladas son la mecha de esta dinamita.
Sujatro Ghosh, un fotógrafo de 23 años nacido en Calcuta, está utilizando la pantalla mundial que es Instagram para romper el tabú, avivar el debate y reivindicar los derechos de las mujeres en un país en el que cada 15 minutos es violada una. Su colección se compone de fotografías de mujeres con máscaras de vaca, algo por lo que ya ha sido amenazado. La idea es criticar que tenga más derechos el animal que la mujer, a la que la justicia tarda mucho tiempo en dar la razón, cuando se la da. "Sin embargo, cuando una vaca es sacrificada, los grupos extremistas hindúes inmediatamente van a matar o golpear a cualquiera que sea sospechoso del hecho", cuenta el creador del proyecto a la BBC.
Ghosh compró la máscara durante un viaje a Nueva York para denunciar el radicalismo político-religioso que se expande por la India y lo contrasta con las violaciones continuadas y normalizadas que sufren las mujeres a cada minuto; en la calle, en sus hogares, en la escuela, en el tren, ningún lugar queda libre de riesgo.
La mezcla política-religión
Y es que la comparativa es fuerte. Desde que en 2014 llegara al poder el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata, la brecha entre los derechos de las vacas y las mujeres se ha hecho aún más grande debido al aumento de grupos radicales de protección de esos mamíferos.
Matar vacas está prohibido en diferentes estados del país. Saltarse esa ley conlleva duros castigos entre los que se podría incluir la pena de muerte si ese debate consigue la luz verde del parlamento en el que se discute. Pero más allá de esta parte punible 'legal', el sacrificio de vacas deja ya varios muertos en ajustes de cuentas a manos de esos grupos defensores.
Comer carne de vaca es algo casi fundamental para ciertas culturas, hacerlo en la India te expone a la muerte. Pero la persecución ocurre también cuando las vacas están vivas. Además de los 12 casos conocidos de asesinato por sacrificio de vacas, musulmanes y cristianos han llegado a ser agredidos hasta la muerte por transportar su carne o por beber su leche.
Sin embargo, poco se remueve aún para defender los derechos de las mujeres, violadas, asesinadas, quemadas vivas... Datos: 140.000 mujeres murieron en 2016 tras ser rociadas por ácido, una práctica bastante común en India que afecta a siete millones al año. En 2015, se denunciaron 34.000 violaciones (más las que se dejan de denunciar por miedo a represalias).
Desde 2012, cuando un grupo de hombres violó hasta la muerte a una chica en un autobús, las protestas van salpicando el mapa de un país gigante en extensión. Son ellas las que están despertándose hacia la conciencia global para buscar solución y elevar la voz. En enero de este año, grupos pro derechos de la mujer convocaron una manifestación contra las agresiones sexuales y la ausencia de una respuesta política adecuada. La cita, además de por la importancia que tuvo que ocurriera en la India, fue también clave por fijarse en la misma fecha en la que Washington salía a la calle contra el recién elegido presidente Trump precisamente por sus comentarios machistas.
Cartel advirtiendo de la necesidad de denunciar agresiones sexuales a mujeres. Foto: Reuters