
Tras ser elegido este domingo frente a Marine Le Pen, Emmanuel Macron todavía tiene que enfrentarse a unas elecciones legislativas inciertas. Aupado por los franceses licenciados, sencillos y optimistas, ha entrado en el Elíseo gracias a la barricada republicana de muchos otros. A partir de ahora, su reto consistirá en satisfacer a los primeros sin olvidar a los segundos.
¿Saldrá airoso con tanta maestría como en su conquista del Elíseo? Pese a ser un desconocido hasta hace tres años, Macron se ha convertido, con 39, en el presidente más joven de la Quinta República. Liberal declarado, ha conseguido triunfar en un país que tradicionalmente no se ve como tal. "Hay que ser disruptivo", repetía a los suyos durante el inicio de la aventura, un adjetivo que ha puesto en práctica mediante propuestas relacionadas con una innovación económica que rompa con los antiguos esquemas.
El 30 de agosto de 2016, el por entonces ministro de Finanzas anunció al presidente su dimisión. "No ganarás", le aseguró fríamente François Hollande. "Todo es posible", contestó Macron. Efectivamente, todo ha sido posible para un candidato que supo asumir los riesgos e identificar antes que nadie la semilla de su victoria: la decepción causada por Sarkozy y Hollande, factores que permitían construir un espacio entre la derecha y la izquierda; y su confianza en una dinámica que podría desanimar al presidente saliente a volver a presentarse.
"Existe un punto en común", señala el conservador Brice Hortefeux, entre Macron y el Sarkozy de 2007: "Los dos supieron encarnar una especie de ruptura aun cuando pertenecían a la mayoría saliente". Además, Macron supo evitar la imagen de traidor, al contrario que Manuel Valls.
En el extranjero, aplausos. La elección de Macron ha sido apoyada tanto por el ultraortodoxo ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, como por su enemigo jurado, el griego Yánis Varoufakis. Como guinda del pastel, el líder de ¡En Marcha! también fue respaldado por Barack Obama. La suerte de Francia importa y el nuevo jefe de Estado goza de una opinión positiva más allá de las fronteras galas.
"Se trata de un joven presidente que desea reconciliar a Francia con la globalización: va a convertirse en un fenómeno mundial, por lo que su victoria es buena para nuestro país", afirma el presidente de Euronext Stéphane Boujnah. Pierre Nanterme, CEO de la consultora Accenture, explica: "La elección de Macron es señal de que Francia puede recuperar el dinamismo, la esperanza y la modernidad. Los inversores internacionales pueden verse motivados por su programa, fiscalmente favorable, y por su fórmula personal".
En estos momentos, la agenda internacional es un plus en un contexto tenso. La capacidad de convencer de Macron, que ha pasado su vida tejiendo una red de aliados, será valiosa. Un antiguo miembro de la Comisión Attali recuerda que el nuevo presidente "te miraba a los ojos como si toda su vida hubiera discurrido con el único objetivo de poder mantener esta conversación contigo". En una Francia fracturada y enojada, la humildad es tan necesaria como la audacia y el don de gentes.
"Sagrada libertad", un eslogan que enarboló al abandonar su puesto de secretario general adjunto del Elíseo en 2014: "Lo que más detesto es la prisión en la que estoy", admitió ante Hollande. Una "sagrada libertad" que, asegura su asesor Jean Pisani-Ferry, es la garantía de una "mente muy abierta". "Como hombre de ideas no tiene ningún prejuicio: lo que cuenta para él es la eficacia. Es algo extremadamente importante porque Macron no es alguien que deje todo en manos de la tecnología".
De cara a las legislativas, Macron rechaza cualquier negociación con el Partido Socialista o con Los Republicanos, ya que está decidido a "romper hasta el final con el sistema". Es un gran riesgo, aunque correspondido con su promesa de renovación. En cuanto a la gestión del país, tampoco tiene intención de modificar su programa para satisfacer a sus votantes. "Nuestra democracia agoniza por la falta de coherencia", declaró a RTL. Sin embargo, en el poder, la rigidez puede conducir a la desaprobación.
¿Cómo se enfrentará Macron, que se ha codeado toda su vida con personas fascinadas por su brío, a los primeros síntomas de impopularidad? Como decía el escritor Antoine de Saint-Exupéry, "el hombre se descubre cuando se enfrenta a los obstáculos".