Discriminar por género o por discapacidad sí son entendidas como formas de exclusión graves en el ámbito laboral pero no ocurre lo mismo con la religión o las creencias, que se ha convertido en el nuevo cajón de chistes entre compañeros de trabajo.
Así lo recoge un estudio del Centro de Investigaciones de la Fe (ComRes) que publica The Telegraph, hacer broma con la fe o las creencias de otros es entendido como una "exclusión de nivel inferior" incluso para los propios afectados, que aunque lleguen a sentirse insultados, no denuncian por no considerarlo suficientemente grave o al menos no tan grave como el acoso por género o por discapacidad.
"En la oficina todo el mundo es muy respetuoso con las minorías, y nunca sería despectivo con las mujeres o con las personas con discapacidad, pero cuando se trata de religión, es como un juego", aseguraba una de las personas encuestadas en la investigación.
Mantenerlo en secreto
Katie Harrison, directora de ComRes, señala que hay quienes se sienten incómodos por decir que rezan o que acuden a centros religiosos y, por tanto, optan por guardar en secreto ese aspecto de su vida privada. En este sentido, uno de cada tres trabajadores declaró que en su lugar de trabajo nadie hablaba de sus creencias o tradiciones.
El estudio lleva este problema también a la posición de los jefes de las empresas; sus empleados creen que no saben cómo gestionar esas situaciones que mantienen en la sombra acosos que en otros aspectos ya se consideran de alta gravedad.