El hasta ahora secretario general del Partido Comunista de Cuba, Raúl Castro, ha anunciado durante su VIII Congreso celebrado en La Habana que dejará de ser el líder de la formación, tras diez años al frente.
"En lo que a mí se refiere, concluye mi tarea como primer secretario del Partido Comunista con la satisfacción de haber cumplido y la confianza en el futuro de la patria, con la meditada convicción de no aceptar propuestas para mantenerme en los órganos superiores de la formación", ha anunciado Castro.
Durante la presentación de su informe, Castro ha destacado los avances logrados en los últimos cinco años, pero ha reconocido también la necesidad de "imprimir mayor dinamismo" en la resolución de los problemas a los que se enfrenta la isla.
Ha mostrado su "satisfacción" sabiendo que deja la dirección del país "a un grupo de dirigentes preparados, curtidos por décadas de experiencia" y "comprometidos con la ética de la Revolución", entre los que se encuentra el que se prevé será su sustituto, el actual presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel.
Castro ha insistido en la necesidad de fomentar el diálogo "respetuoso" con EEUU, pero sin renunciar "a los principios de la Revolución y el socialismo"
"Creo fervientemente en la fuerza y el valor del ejemplo y la comprensión de mis compatriotas, y mientras viva estaré listo con el pie en el estribo para defender a la patria, la Revolución y el socialismo", ha recalcado Castro durante el acto que ha sido televisado por la televisión cubana.
Durante su intervención en el VIII Congreso del Partido Comunista, Castro ha insistido en la necesidad de fomentar el diálogo "respetuoso" con Estados Unidos, pero sin que ello conlleve que Cuba renuncie "a sus principios de la Revolución y el socialismo", así como a su soberanía e independencia.
Enfoque económico con límites al sector privado
Castro ha reconocido los "problemas estructurales" de la economía del país, sumido en una grave crisis, aunque ordenó seguir poniendo límites al sector privado para evitar la "destrucción del socialismo".
El ya ex secretario general del Partido Comunista de Cuba ha apostado por "consolidar el proceso inversionista" y elevar la eficiencia del sector estatal "al tiempo que se flexibilizan e institucionalizan las formas de gestión no estatal", proceso en curso desde hace más de una década que ya legalizó ciertos negocios privados como restaurantes, casas de renta o peluquerías, entre otros.
En febrero pasado esas ocupaciones se ampliaron con la eliminación de la restrictiva lista que establecía las 127 actividades permitidas y su sustitución por otra que recoge 124 prohibidas -estas últimas en sectores estratégicos para el Estado como la salud, telecomunicaciones, energía, defensa y prensa-.
Medidas económicas vigentes
Pese a estos avances, "hay límites que no podemos rebasar porque llevaría a la destrucción del socialismo", aseguró, tras aclarar que el Estado debe mantener "el dominio de los medios fundamentales de producción" y por tanto el monopolio de los sectores clave de la economía, así como de las importaciones y las redes de comercio.
Castro ha remarcado que seguirá adelante "hasta concluir" la Tarea Ordenamiento, un plan de choque aplicado desde enero que unificó las dos denominaciones en circulación, multiplicó tanto los salarios como los precios para incentivar el trabajo y dolarizó parte del comercio con la consiguiente devaluación de la moneda local y el descontento de los ciudadanos sin acceso a divisas.
Así, confirmó que las ventas de productos en dólares -extendidas a gran parte de la red comercial y especialmente a las tiendas menos desabastecidas- continuarán indefinidamente hasta que se recupere la economía y se garantice la convertibilidad de la moneda cubana, hoy devaluada casi a la mitad en el mercado negro y sin valor en el exterior.
Castro, quien estuvo al frente del país entre 2008 y 2018, asumió la Secretaría General del partido en abril de 2011, sucediendo a su hermano Fidel, líder de la Revolución, quien falleció en noviembre de 2016.