
Ser actor, dirigir una película o producir ese documental que logra llegar a las salas comerciales han acaparado desde sus orígenes el campo de sueños de las profesiones: aquellas con las que todos alguna vez hemos fantaseado -y unos pocos, incluso, intentado ejercer- para, finalmente, aceptar que forman parte de las ocupaciones de personajes de ficción y de un puñado de privilegiados de carne y hueso. Esta descripción se ajusta a todas las naciones del mundo, incluso EEUU o China, las grandes potencias de la producción audiovisual de nuestros tiempos. Y, sin embargo, un pequeño país escandinavo habita desde hace un año en una realidad paralela en la que los sueños, para variar, sí se hacen realidad.
"En Dinamarca estamos experimentando un boom de la industria audiovisual", comenta a elEconomista una portavoz del Danish Film Institute, un organismo dependiente del Ministerio de Cultura dedicado a desarrollar e impulsar todos los aspectos de la cinematografía en este país. Pese a que no disponen de ninguna investigación acerca del impacto de las plataformas de contenidos en streaming, esta institución asume que la consolidación de Netflix, HBO y Amazon Video entre los espectadores globales está detrás de la insólita edad de oro del audiovisual danés.

Desde 2016, el 54% de las productoras y otras empresas del sector de la imagen en el país escandinavo han experimentado dificultades para conseguir profesionales que levanten sus numerosos proyectos. En los últimos 12 meses el escenario se ha complicado aún más y existe una lista de espera de dos años para emplear a supervisores de producción, guionistas, directores de fotografía y directores de cine, según Claus Ladegaard, CEO del Danish Film Institute. Algunas producciones incluso se han visto obligadas a parar durante unos meses a la espera de contar con los profesionales requeridos.
En España, donde únicamente el 2% de los intérpretes puede vivir de su profesión -según datos de la Fundación AISGE de 2016- y donde guionistas, productores y directores de cine se ven en serias dificultades para dedicarse a su especialidad, el panorama danés parece producto de una ensoñación.
De los 25 guiones anuales que se venían desarrollando de media desde el año 2010, han pasado a 44 en 2018 y a rozar los 60 en 2019, lo que implica un incremento del 232%
Aunque las producciones cinematográficas danesas ofrecen una cifra sostenida desde 2015 -rondan las 23 películas al año-, son las series y los proyectos creados para las plataformas de televisión las que han disparado los números y, por tanto, la demanda de trabajadores en esta industria. De los 25 guiones anuales que se venían desarrollando de media desde el año 2010, han pasado a 44 en 2018 y a rozar los 60 en 2019, lo que implica un incremento del 232%.
La alta demanda de las historias que cuentan los daneses para el cine y la televisión no podría explicarse sin una multiplicación de las audiencias que garantizan Netflix, HBO y Amazon. Y sin la gran aceptación de estas masas de espectadores internacionales hacia las producciones de una de las naciones más discretas de Europa, de poco más de cinco millones y medio de habitantes.
El triunfo del audiovisual danés es aún más singular si tenemos en cuenta que sus producciones están fuertemente arraigadas en el localismo y la idiosincrasia de este país nórdico. Sus series y películas están rodadas en lengua danesa, sus personajes reflejan los puntos de vista y maneras culturales de su gente, y las historias y su particular narrativa han acercado la problemática y conflictividad de las esferas pública y privada de la sociedad de Dinamarca a millones de espectadores... con sorprendente éxito.

El prestigio del audiovisual rodado en Dinamarca no es nuevo. En la historia de los Oscar de la Academia de Hollywood, las películas danesas han estado nominadas en 13 ocasiones y sus directores -incluida la cineasta Susanne Bier, última premiada- han levantado la codiciada estatuilla tres veces. La última nominación a mejor película en lengua no inglesa se produjo el año pasado, en 2019, por la ingeniosa y afilada ópera prima The Guilty. Si lo comparamos con el histórico español, no es moco de pavo: de las 20 nominaciones que han distinguido a películas españolas, sólo en cuatro ocasiones se logró galardón. Además, los daneses apoyan su cine con una contundente asistencia a las salas comerciales: la cuota de películas danesas proyectadas en el país alcanzó el 30% en 2019, quedando en cuarto lugar entre los países de la UE. Todo un logro en una cartelera europea prácticamente eclipsada por los títulos estadounidenses.
Del Dogma a 'The Killing'
Si la corriente del cine Dogma catapultó a Dinamarca al centro del mapa del audiovisual mundial en los años 90, con directores de la talla de Lars Von Trier, Thomas Vinterberg o Lone Scherfig, han sido las series The Killing (Frobrydelsen), El puente (Broen) y Borgen las que impulsaron el interés por las historias de la pequeña pantalla danesa en los últimos años. Estos tres proyectos fueron producidos principalmente por DR (Danmarks Radio), la corporación de radiodifusión pública del país. Las dos primeras cincelaron con imagen y sonido el noir nórdico que llevaba tiempo instalado en las listas de éxitos editoriales, con un acercamiento muy diferente a las historias policíacas, más sórdidas y atrevidas que las anglosajonas.
La ficción de Borgen, por su parte, abrió una ventana a los tejemanejes de la cúpula del Gobierno danés, en un refrescante ejercicio que conectó mejor con los espectadores europeos al mostrar una realidad más cercana que la del House of Cards americano. A estos títulos les han tomado ahora el relevo The Rain (Netflix) o Pros and Cons, que se postula como el próximo fenómeno de la ficción escandinava.

Desde el Danish Film Institute explican que el aplauso generalizado a estas series se relaciona con "unos temas universales contados desde un pequeño país que culturalmente no domina a otro, lo que lo hace exótico e interesante".
Hace diez años, se rodaban a la vez una media de dos o tres series en Dinamarca y una veintena de películas. Ahora se simultanea medio centenar de rodajes en todo el país
El éxito internacional, sin embargo, ha superado a una industria que ahora se ve con recursos muy limitados para continuar al ritmo que imponen las parrillas globales. Con una facturación anual de 330 millones de euros sumando cine y televisión, los profesionales dedicados al audiovisual han experimentado un incremento exponencial en la última década. El sector daba trabajo en 2017 a un 61% más de personas cualificadas, y a un 41% más si lo restringimos a la producción de ficción para cine y televisión.
Hace diez años, se rodaban a la vez una media de dos o tres series en Dinamarca. Ahora, la cifra puede llegar a la veintena. Si agregamos las otras 23 películas de media que se ruedan al año, las producciones se multiplican hasta casi el medio centenar de rodajes, lo que explica la crisis de falta de profesionales.

"Las profesiones del audiovisual ofrecen buenas oportunidades", nos confirman desde el Danish Film Institute. El problema, sin embargo, es que no hay manera de cubrir la demanda. La formación para el empleo en el audiovisual sólo se realiza en el National Film School of Denmark (Den Danske Filmskole), donde hay ocho programas de especialización -dividen la rama de creación de películas de la de series- de producción, guión, fotografía, dirección e interpretación, entre otras, y un máximo de 20 estudiantes por clase. Sólo cada cuatro años salen un centenar de profesionales formados, últimamente, con un proyecto debajo del brazo. El Danish Film Institute está actualmente en conversaciones con otros agentes culturales y con el propio Ministerio de Cultura para ampliar la oferta y poder formar a más personas para trabajar en el sector, sin haber llegado aún a soluciones concretas.
Exportar a profesionales de otros países tampoco parece una opción en Dinamarca, ya que superar la barrera del idioma resulta fundamental para emplearse en su industria audiovisual, donde todo funciona en danés, y no en inglés, como sucede en otros países.
¿Podría ofrecer el aprendizaje de esta lengua escandinava llena de vocales exóticas tocadas con aureolas y tachones una solución original para que los profesionales del audiovisual español cumpliesen sus sueños? Las casi escasísimas aulas y profesores para aprender el idioma en España quedarían colapsadas. Pero esto ya es otro problema, y tendrá que ser solucionado en otra ocasión.