
Estados Unidos es un país peculiar en todos los aspectos. La aparente transparencia financiera de sus campañas políticas lleva a conocer cómo consiguen las ingentes sumas de dinero que pagan ese constante espectáculo que es la lucha electoral, pero también plasma cómo lo invierten. Y aunque los gastos se realizan especialmente en publicidad digital y en costes de personal, también hay inversiones un tanto peculiares.
Es el caso de la campaña del exvicepresidente Joe Biden, que lidera todas las encuestas desde el primer minuto. El pasado 8 de mayo contrató a una empresa de catering para ofrecer una comida en un acto de recaudación de fondos. Sin embargo, no fue un evento cualquiera. Biden gastó 12.075 dólares en paella, que además fue cocinada por el hijo del exfutbolista Bernd Schuster.
El cocinero Benjamin Schuster llegó a Estados Unidos en 2001 tras 15 años viviendo en España. Allí cursó sus estudios universitarios y trabajó como contable antes de meterse en la industria del catering, food truck incluido. Su empresa, Got Paella, ofrece menús de entre 8 y 13 dólares - incluye plato de paella, pan y bebida- que los más puristas de la paella cuestionarían.
Our private catering division is getting ready to serve our Paellas and Tapas for the kickoff Fundraising Campaign for @JoeBiden ????#paella #JoeBiden2020 #catering #fundraising #campaign #politics #lunch pic.twitter.com/xC2VTM7rkt
— GOT PAELLA (@gotpaella) May 6, 2019
Sin embargo, no es el único gasto destacable en el que ha incurrido la campaña de Biden. Dedicó más de 100.000 dólares en un anuncio que nunca llegó a emitirse, más de 250.000 dólares en viajar en un jet privado, y, en un plano más productivo, casi 3,5 millones de dólares en publicidad digital.
Tampoco es el único candidato con gastos curiosos en el último trimestre, según lo publicado por la Comisión Federal Electoral. Tulsi Gabbard volvió a los clásicos e invirtió 100.000 dólares en publicidad en grandes marquesinas, Sanders dedicó 750.000 dólares en la producción de merchandising de campaña y 13.000 dólares en Airbnb, Pete Buttigieg invirtió más de 150.000 dólares en seguridad privada, John Delaney gastó 700 dólares en tarta, el empresario Andrew Yang se dejó 377 dólares en un karaoke, Amy Klobuchar compró una suscripción de 324 dólares al diario Minneapolis Star-Tribune, y Cary Booker ha publicado 500 dólares en una reparación de un coche en un taller mecánico.