
Poco después de anunciar que impondrá fuertes aranceles a las importaciones de acero y aluminio para proteger a los productores de EEUU, Donald Trump, presidente de EEUU, aseguró en su cuenta de Twitter que las guerras comerciales no sólo son buenas, sino que además son fáciles de ganar. Algunos economistas han empezado a desvelar datos que dejan entrever que el propio EEUU podría ser el gran perdedor de las medidas proteccionistas que ha aprobado el equipo de Trump. Estos movimientos pueden ser los últimos coletazos del 'Imperio estadounidense' intentando evitar el fin de su reinado en el mundo.
Si el auge del proteccionismo en EEUU se extiende, la economía mundial será la gran perdedora, pero dentro de esta situación habrá regiones que pierdan más que otras. Bert Colijn y Raoul Leering, economistas de ING señalan en una nota que si este conflicto termina en un impuesto, por ejemplo, del 10% sobre las exportaciones de la UE a EEUU y viceversa (la UE no se va a quedar mirando), "esto tendrá un impacto económico negativo en el PIB del -0,4% en dos años en EEUU, y del -0,3% en Europa".
Los analistas del banco holandés explican que tanto la UE como EEUU sufrirán una caída en el volumen de sus exportaciones bilaterales tras aprobar los impuestos. Como porcentaje de las exportaciones totales, esta pérdida será algo menor para la UE, porque las empresas europeas que exportan a EEUU tiene mayor capacidad para compensar un incremento de los costes (como por ejemplo la imposición de aranceles) reduciendo sus márgenes de beneficio, mientras que las empresas estadounidenses que exportan a la UE tiene unos márgenes inferiores .
El caso de China y el consumidor de EEUU
Por otro lado, fuentes consultadas por la agencia Bloomberg creen que los aranceles, más allá del acero y el aluminio, se impondrán sobre una serie de bienes chinos que van desde zapatos y vestuario hasta bienes electrónicos de consumo. Una vez que se aprueben estas medidas, los precios de muchos bienes finales podría subir de un día para otro dañando el consumo del país. En este caso, EEUU tendría serios problemas "para producir estos bienes por sí mismo, por lo que tendría que importarlos a un precio más elevado desde otros lugares", destacan desde ING.
Una lección de la guerra real es que las batallas tienden a ganarse y perderse en el frente interno, y en ese sentido, EEUU está trabajando con una desventaja significativa. Sus principales importaciones procedentes de China corresponden sobre todo a bienes de consumo, donde el efecto de los aranceles será aumentar los costes para los ciudadanos estadounidenses, como señala Tim Culpan, columnista de Bloomberg. Algunos de los sectores que podría sufrir un efecto más rápido son la telefonía, los ordenadores, el textil y la juguetería.
No será fácil para las firmas minoristas estadounidenses reemplazar los bienes importados directamente para vender. Alrededor de un tercio de las importaciones estadounidenses provienen de China. Si se imponen aranceles, el consumidor de EEUU terminará pagando el pato y el mercado laboral del país no se verá favorecido a corto plazo porque no tiene capacidad para producir todo los bienes que se van a gravar con los aranceles.
Por ejemplo, en la fabricación de prendas de vestir, la fuerza laboral en las líneas de producción en EEUU se ha reducido en más del 90% desde 1990 y la industria de la electrónica ha perdido casi el 40% de sus empleos. La propia China está viendo cómo las industrias abandonan el país en busca de lugares más baratos en el sur y sureste de Asia y África, este deja entrever las escasas posibilidades de que esos puestos de trabajo vuelvan a EEUU.
Por el contrario, China importa principalmente productos intermedios y piezas para maquinaria desde EEUU, como pueden ser los aviones, los automóviles, los circuitos integrados o el plástico. El coste de cualquier arancel a modo de represalia sobre esos productos tendría que pasar a través de varios fabricantes antes de que cualquier ciudadano lo sienta en su bolsillo, además, las dictaduras no tienen que preocuparse tanto por la reacción popular, explica el columnista de Bloomberg David Fickling.
¿Y a largo plazo? EEUU también pierde
Los expertos de ING destacan que esta primera ronda de aranceles tendrá un efecto mínimo sobre la economía del gigante asiático. "Las exportaciones de acero y aluminio no suponen una parte relevante de las exportaciones totales de China... por lo que el impacto directo para el país será mínimo".
Por otro lado, los economistas del banco holandés explican que los aranceles encarecerán la fabricación de muchos bienes que las empresas de EEUU exportan a otros países, lo que podría reducir su competitividad en los mercados internacionales. "Estos productores podrían trasladar sus fábricas fuera de los EEUU, hacia otras ubicaciones por todo el mundo, donde podrían producir a un coste menor, a la vez que estarían más cerca de sus clientes, lo que les permitiría evitar la caída de los beneficios".
Es decir, el proteccionismo puede acelerar el proceso de desindustrialización de EEUU. Las empresas que buscan maximizar su beneficio pueden optar por trasladar sus factorías a lugares donde las condiciones sean más beneficios, donde los precios de los inputs no tengan aranceles y donde se encuentre la mano de obra que necesitan. EEUU parece estar lejos de cumplir estas condiciones para retener la industria.
"Por supuesto, esto no sucedería de la noche a la mañana porque mover las líneas de producción a otros países requiere inversión y requiere tiempo. Pero esta podría ser una alternativa si la guerra comercial continúa, especialmente para las compañías multinacionales que ya tienen fábricas fuera de los EEUU. China, que tiene un mercado de consumo en crecimiento para todo, desde automóviles hasta aviones, podría ser uno de esos lugares elegidos", comentan los expertos de ING.
Según explican estos economistas, Pekín quiere que el músculo comercial del mundo gire alrededor de Asia y para ello ha puesto en marcha el proyecto One Belt and One Road (OBOR) o la Nueva Ruta de la Seda, una red de ferrocarriles, carreteras, gaseoductos, oleoductos y redes de servicios que conectarán China, Asia Central y partes de Asia del Sur. Desde China siempre han destacado que el apoyo de Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Armenia es muy relevante para lograr el éxito de este gran proyecto, que pasa por varios de esos países.
Iris Pang, economista de ING para China concluye que el OBOR puede ser una solución para compensar el proteccionismo en otras zonas del mundo, "incluso una versión extendido del OBOR que incluya a más países, lo que facilitaría el comercio y las alianzas para realizar inversiones. Por ahora, es probable que haya varios países que quieran unirse a este acuerdo. ¿Guerra comercial de EEUU? Fácil para China", sentencia Pang.