
Durante los últimos años, la investigación en el campo oncológico ha ayudado a que se mejoren los tratamientos y la prevención de esta enfermedad. Una de las prácticas que está a la orden del día para seguir avanzando en esta área son los ensayos clínicos.
Se llevan a cabo para determinar si los tratamientos nuevos para el cáncer son seguros y eficaces o, en su caso, mejores que el tratamiento estándar. Los ensayos clínicos están constituídos como la pieza angular dentro de la I+D farmacéutica y es el paso definitivo para que un potencial fármaco pueda mostrar su seguridad y eficacia y ser aprobado por las agencias de medicamentos. En este sentido, el 60% de inversión en I+D de los laboratorios se dedica a ensayos clínicos.
Su razón de ser es una: los pacientes. Todos aquellos que participan en estas pruebas ayudan a mejorar la forma en que se tratará el cáncer en un futuro. Estas personas pueden entrar a formar parte de los ensayos antes, durante o después de comenzar su tratamiento. A pesar de que los estudios clínicos pueden presentar algún riesgo, todos los protocolos tienen que ser aprobados por un Comité Ético y los investigadores hacen todo lo posible para proteger a sus pacientes.
El 60% de inversión en I+D de los laboratorios se dedica a ensayos clínicos
Durante el tiempo que dura este análisis, se prueba la seguridad del medicamento, se evalúa la eficiencia del compuesto contra una enfermedad concreta, se emplea un mayor número de voluntarios y se analiza el comportamiento del medicamento en el mercado.
El año pasado, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) autorizó 629 ensayos de laboratorios promotores sobre un total de 800. Además, en los últimos meses se han lanzado más de 70 para combatir el coronavirus. Estas cifras convierten a España en el tercer país del mundo por número de estudios contra la Covid-19, ya que de las 300.000 personas previstas que participen globalmente en estudios sobre el coronavirus, más de 25.000 corresponden a pacientes de hospitales españoles, lo que supone el 8,5% del total, según datos de Farmaindustria.
Estos avances no solo benefician a los pacientes, sino que también tienen consecuencias muy positivas para el sistema sanitario, ya que atraen inversiones económicas, y suman reputación y experiencia al completar la investigación. Sin embargo, a todos estos factores hay que sumar el ahorro que suponen los ensayos clínicos a los hospitales. Según el Ministerio de Industria, estos estudios suponen la primera fuente de ingresos privados para los hospitales e involucran a unos 20.000 investigadores y 120.000 pacientes.
La industria farmacéutica ha demostrado en los últimos años su fiel compromiso con la necesidad de poner a disposición nuevos antitumorales más precisos y efectivos. En este sentido, según el Proyecto BEST (iniciativa de Farmaindustria para el fomento de la investigación clínica en España), uno de cada dos ensayos clínicos promovidos por las compañías farmacéuticas innovadoras se centra en el área oncológica. Actualmente, en España hay hasta doce compañías farmacéuticas asociadas a Farmaindustria que tienen en marcha investigaciones sobre medicamentos potenciales contra el coronavirus. Es el caso de las españolas Rovi, Rubió y Reig Jofre y de las filiales en España de los laboratorios Gebro, Novartis, Roche, Sanofi, AbbVie, Jazz Pharmaceuticals, Sobi, AstraZeneca y GSK.
Ahorro de costes
Con el avance de las técnicas innovadoras cada vez son más los medicamentos nuevos que buscan superar los resultados de los tratamientos convencionales y convertirse en elementos clave de la ciencia médica. A pesar de que en un principio estos nuevos fármacos suponen una gran inversión en primera instancia para los sistemas sanitarios, tienen un efecto secundario desde el punto de vista económico: ahorran costes de una forma muy importante, tanto en el propio sistema, como en la sociedad.
Ahorran costes de una forma muy importante, tanto en el propio sistema, como en la sociedad
Esta es una de las conclusiones que se extraen del informe "El valor del medicamento desde una perspectiva social", elaborado por el centro de estudios en economía de la salud Weber con el apoyo de Farmaindustria y que esta última compañía recoge en el reportaje "El positivo efecto secundario de los nuevos medicamentos". Varios estudios internacionales se han hecho eco del llamado "efecto compensación", hasta el punto de obtener unas ratios de ahorro neto de entre 2,4 y 8,3 veces el gasto adicional.
Mejor supervivencia
Al final, todo tratamiento oncológico tiene un único objetivo: intentar conseguir la curación de la persona y, por tanto, su supervivencia. Las mejoras de este índice se han visto poco a poco incrementadas con el paso de los años en los tipos de cánceres más agresivos y con más tasa de mortalidad.
Así, un gran estudio global dirigido por investigadores del Centro de Cáncer de Yale (Estados Unidos) demostraba el pasado mes de febrero la mejora de la supervivencia a largo plazo del fármaco "Keytruda" para pacientes con cáncer de pulmón avanzado que expresan PD-L1, uno de los más agresivos. Este estudio reclutó a pacientes que previamente habían sido tratados sin éxito con quimioterapia para el cáncer de pulmón de células no pequeñas (CPCNP) en etapa 3 o 4, el tipo más común.
Los especialistas de los hospitales Quirónsalud señalan que el diagnóstico precoz y la mejora de los tratamientos, más eficaces y menos lesivos, han permitido aumentar de forma notable la curabilidad del cáncer y la mejora de la supervivencia con calidad. En este punto tiene especial protagonismo la tecnología que ha sido una compañera fiel en todos estos avances en oncología.