
Tras 25 años de negociaciones, España y Portugal han conseguido alcanzar un acuerdo en todos y cada uno de los términos que contempla el Convenio de Albufeira, el documento que regula el uso y conservación de las aguas compartidas entre ambos países.
El hito se logró durante la Cumbre hispano-lusa celebrada recientemente en Faro (Portugal), donde ambos gobiernos llegaron a un pacto para regular el régimen de caudales mensual en el último tramo del Guadiana ubicado en la sección de Pomarão, el único punto transfronterizo en el que hasta ahora no se habían definido los detalles relativos a la gestión compartida. Las partes apostaron finalmente por una regulación de carácter mensual con un régimen de caudales ecológicos de 90 hm3 (60 hm3 para España y 30 hm3 para Portugal) y reconocieron formalmente la toma de agua desde las estaciones de Pomarão (Portugal) y Bocachanza (España) estableciendo un volumen de captación diferente para usos socioeconómicos en función de las lluvias registradas: en periodos secos se permitirán 30 hectómetros cúbicos al año; en periodos intermedios, 60, y en épocas húmedas no se limita el volumen de captaciones. Si el año es muy seco, el agua deberá destinarse íntegramente al caudal ecológico. De esta forma, se asegura una cantidad suficiente de agua en el estuario para preservar la fauna acuática y evitar la entrada de la cuña salina.
Los dos países se han comprometido, además, a establecer un caudal diario para el mantenimiento de los caudales circulantes del río Tajo desde la presa del Cedillo y han acordado llevar a cabo una regularización progresiva de los aprovechamientos históricos del río Guadiana en el tramo comprendido entre los ríos Caya y Cuncos. Los nuevos criterios fijados para estos dos ríos se deberán extender más adelante al resto de demarcaciones compartidas: Miño, Limia y Duero.
Más allá, el convenio define un régimen de caudal integral anual y otro trimestral para cada estación de control. Adicionalmente, en las estaciones de Miranda (Duero, en Portugal), Saucelle y Águeda (Duero, en España) y Cedillo (Tajo, en España) se ha establecido también un régimen mínimo semanal.
Un pacto por la sostenibilidad
El objetivo del nuevo acuerdo es distribuir de manera equitativa los recursos hídricos disponibles pero, sobre todo, garantizar el buen estado ecológico de los caudales respetando el estado de los cauces en función de las necesidades estacionales del medio acuático. En definitiva, los nuevos términos han sido diseñados con el fin de adaptar el Convenio de Albufeira y la gestión de los recursos hídricos compartidos a la nueva realidad marcada por periodos de escasez y no a los calendarios que obligan a realizar desembalses de forma periódica sin tener en cuenta las condiciones climatológicas. De esta forma, se pretende que los intercambios se realicen de forma ordenada y escalonada evitando el daño ecológico que se produce en los ríos y pantanos cuando España retiene hasta el plazo límite el envío de las cuotas pactadas a Portugal y acaba soltando de golpe toda la cantidad de agua estipulada.
Los nuevos acuerdos suponen un avance significativo pero cada vez son más las voces que abogan por realizar una revisión en profundidad de los traspasos de agua que recoge el convenio y adaptarlos a las actuales condiciones de península ibérica, uno de los territorios más afectados por la crisis climática. No obstante, muchas de las medidas se redactaron en base a la media de precipitaciones registradas entre 1960 a 1990, pero los valores actuales son mucho más bajos es difícil cumplir con los caudales mínimos estipulados. La polémica se originó tras la sequía que tuvo lugar entre 2004 y 2006 que dio lugar al Protocolo Adicional de 2008 donde el régimen de caudales pasó de ser anual a caudales mínimos semanales y trimestrales. En 2022 la situación se agravó todavía más cuando, con los embalses bajo mínimos, España anunció que no podía cumplir íntegramente las cuotas acordadas.