
La crisis de Thames Water, la firma que gestiona el agua de Londres, sigue empeorando por momentos. La firma está negociando con sus bonistas para conseguir 3.000 millones de libras con las que pagar sus deudas más inmediatas y evitar una quiebra que se espera en apenas cuatro meses. Pero los distintos acreedores de Thames Water están discutiendo entre sí, con planes muy distintos para rescatar la firma, mientras el reloj sigue con la cuenta atrás.
El proveedor de agua londinense tiene una deuda de 16.000 millones y apenas 500 millones de efectivo en el banco. Si nada cambia, la compañía se verá obligada a declararse en suspensión de pagos en febrero, cuando vence una cantidad importante de esa deuda, y todo apunta a que el Gobierno británico se vería obligado a nacionalizar la firma para garantizar que los millones de habitantes de la capital sigan recibiendo agua en sus grifos. Los principales perjudicados serían sus bonistas, que verían evaporarse la mayor parte de los miles de millones que han prestado.
Pero ese grupo de bonistas está dividido en dos mitades: el grupo 'A', que tiene prioridad para recibir el dinero que Thames Water pueda pagar, y el 'B', que cobraría los restos que quedaran tras pagar al A. En el primero se sitúan los fondos Elliott o Silver Point, según recoge la agencia Bloomberg, mientras que el grupo B incluye a nombres como BlackRock, Aviva o Metlife, así como los especialistas en deuda en dificultades Polus.
Ambos equipos estarían dispuestos a ofrecer un nuevo préstamo de hasta 3.000 millones a Thames Water, lo que permitiría aplazar la quiebra hasta octubre de 2025. Pero ambos no han acercado posiciones todavía sobre el interés que exigen: los 'A' piden un 9,75% anual, mientras que los 'B' se conforman con un 8%. La firma dice estar dispuesta a aceptar el plan de los 'A', pese al coste financiero que supondría.
Los mercados han recogido la noticia con un cauto optimismo: el valor de los bonos rebotó del 72% de su precio original al 77% cuando se conoció la noticia. Pero este solo es el primer paso: esta línea de liquidez solo permitiría tapar la mayor de las vías de agua de la empresa, pero no garantiza que se mantenga a flote. Thames Water aún tiene que negociar una reestructuración más amplia y una nueva forma de obtener fondos para cubrir los enormes costes de cambiar las tuberías de la capital británica.
Los problemas, por supuesto, no se quedan en Londres. La gran mayoría de firmas de agua de Reino Unido están en crisis. El sector arrastra una gigantesca deuda conjunta de 60.000 millones de libras, en parte provocadas por la decisión de sus dueños de pagar dividendos a sus inversores superiores a sus beneficios, a base de emitir deuda, y en parte por los costes crecientes de mantenimiento de una red diseñada hace más de 150 años. En el último año, se han registrado 3,6 millones de horas de vertidos de aguas fecales a los ríos del país, y el ministro de Medio Ambiente, Steve Reed, ha advertido de que algunas zonas pueden tener escasez de agua potable en la próxima década.