
Zaragoza está lista para reencontrarse con el Huerva. Conocida internacionalmente por su matrimonio con el Ebro, la capital aragonesa está a punto de experimentar una profunda transformación urbanística que recordará a sus ciudadanos que, durante décadas, han caminado sobre el cauce soterrado de un río.
El Huerva, uno de los más importantes afluentes del Ebro, fue cubierto hace ahora 100 años para procurar la expansión de una ciudad creciente hacia el este. Ahora, un siglo después de aquellas obras, Zaragoza quiere observar de nuevo sus aguas y restaurar, además, los ecosistemas fluviales, implementando un proyecto dotado con 30 millones de euros entre fondos europeos y propios e integrado en el Plan Hidrológico del ciclo 2022-2027 de la Confederación Hidrográfica del Ebro.
Por el momento, el Ayuntamiento ha adjudicado ya casi 10 millones para la primera fase, de los que casi 1,6 provienen de los fondos europeos Next Generation a través de la Fundación Biodiversidad, y otros 13,9 millones para la segunda, siendo la dotación europea de 3,4 millones.
El plan de hidromorfología y restitución paisajística ha sido elaborado leyendo otros proyectos relacionados con el afluente como el Plan Director del Río Huerva de 2012, la estrategia del Anillo Verde de Zaragoza o el Plan de Gestión de Riesgos de Inundación 2022-2027, por clasificar el tramo del Huerva a su paso por Zaragoza como un tramo "con alto riesgo de inundabilidad y alto riesgo de alteración de la continuidad fluvial y ecológica".
Diecisiete actuaciones específicas
El objetivo último del plan de recuperación del Huerva a su paso por Zaragoza es el de mejorar su estado ecológico; reducir la posibilidad y, por tanto, también la peligrosidad de las inundaciones; recortar al máximo la presencia de especies exóticas e invasoras, y aumentar la capacidad de reacción ante las plagas y el propio cambio climático.
Asimismo, el Ayuntamiento zaragozano, dirigido por Natalia Chueca (PP), marca como eje a través de la restauración hidromorfológica la gestión de especies de flora alóctonas y la generación de hábitats
adecuados para fauna autóctona, la restauración de las vegetaciones de las riberas y, por último, la mejora de la calidad de las aguas.
Para trabajar en este último objetivo, el plan se ha construido examinando la situación de las redes de saneamiento y las infraestructuras. Los puntos por los que se evacúan aguas residuales diluidas con pluviales han sido identificados y se trabaja ya en la cuantificación y calificación del voluntad y calidad de los vertidos.
La planificación proyecta construir nuevos colectores de saneamiento y tanques de tormentas que aumenten el volumen de aguas retenidas en momentos de acumulación de precipitaciones, mejorando así el estado ecológico del río. También van a ser retirados obstáculos a lo largo de 600 metros, entre el puente Blasco Cacho y el de Emperador Augusto,y eliminada la superficie impermeabilizada en el llano de inundación de la margen derecha, aumentando así la sección del cauce en 100 metros.
El Huerva baña 128 kilómetros desde Fonfría (Teruel) hasta su desembocadura en el Ebro. La superficie de su cuenca es de 1.020 kilómetros cuadrados y presenta un caudal medio de 0,84 metros por segundo. La mayor parte de su recorrido por Zaragoza discurre bajo avenidas emblemáticas como la Gran Vía o el Paseo de la Constitución. En breve, aceras y calzadas serán sustituidas por taludes verdes que renaturalizarán los cauces, facilitarán el acceso
a la ribera y evitarán las inundaciones, hermanando de nuevo al Huerva con la ciudad.