Infraestructuras y Servicios

La España vaciada... de puntos de recarga

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La falta de puntos de recarga de acceso público en los núcleos más rurales hace que los conductores no se planteen comprar vehículos eléctricos y eso pone en riesgo la transición energética.

El debate sobre la movilidad eléctrica está muy presente en el entorno urbano pero ¿Qué pasa en los entornos más rurales? ¿Está la España rural preparada para los coches eléctricos? Los territorios no urbanos están cada vez más despoblados porque la gente decide emigrar para buscar oportunidades en lugares con una mayor oferta laboral. La situación se vuelve cada vez más insostenible: ciudades más pobladas y localidades vacías, en un planeta que está dando una llamada de atención porque ya no da más de sí.

La Tierra está pidiendo un giro completo de nuestro modo de vida, una transición ecológica que implica un cambio en el modelo de consumo que conlleva una revolución en la movilidad. Todos los expertos consultados apuntan a que en el futuro ( y no tan futuro, ya que el 2030 está a la vuelta) los coches particulares se moverán con electricidad y, en este aspecto, la España rural no está preparada para esto.

En las ciudades resulta mucho más fácil implantar este modelo puesto que ya existe un gran número de puntos de recarga públicos y los trayectos son más cortos. Esto hace que los actuales vehículos eléctricos, con sus autonomías en torno a los 300 kilómetros, sean una opción factible para la urbe, en cambio en el rural esta viabilidad se difumina.

Según los datos del informe anual elaborado por el Observatorio de Descarbonización Rural (publicado en marzo de 2022), desarrollado por la Asociación de Distribuidores de Energía Eléctrica (Cide), solo 1 de cada 1.000 vehículos en el ámbito rural español es eléctrico, en cambio en las zonas urbanas es cuatro veces mayor.

Además, el propio informe apunta a que menos del 10% de los usuarios de vehículos en el medio rural tienen intención de comprarse un coche eléctrico en los próximos cinco años. A esto se suma que, en el próximo lustro, solamente un 14% de los conductores de estas zonas se plantea instalar un punto de recarga privado en su propio hogar. Este último dato confirma la tendencia generalizada de que los conductores de vehículo eléctrico prefieren usar puntos de recarga públicos. De hecho, el 83% de los hogares rurales se decantan por la recarga pública y, en el caso de las empresas del medio rural, este porcentaje es del 64%.

Según los datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), entre el mes de mayo del 2021 y el mismo mes de 2022, se matricularon en España más de 34.000 vehículos eléctricos. Aún así, el país está muy lejos de llegar a los niveles de Noruega, cuya cuota de mercado fue del 65% en 2021.

El mercado español, en cambio, pretende alcanzar los 250.000 vehículos eléctricos circulando por sus carreteras en 2023 y el país quiere aumentar su parque móvil con cero emisiones en 2030 hasta los 5 millones (entre turismos, motocicletas, cambiones y autobuses), todo esto según el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC). Todo ello con la vista puesta en cumplir el objetivo europeo de tener en 2050 un parque móvil sin emisiones.

Un reto enorme

Teniendo en cuenta todos los datos anteriores, España se enfrenta a un reto de dimensiones casi infinitas para conseguir sus objetivos porque, para que todo esto se pueda llevar a cabo, es necesario hacer una inversión en infraestructuras de recarga megalítica. Si se tienen en cuenta datos de Anfac, España contaba en 2021 con 11.517 puntos de recarga de acceso público y, para que el objetivo de país se cumpla, los expertos apuntan a que en 2025 serán necesarios 80.000 puntos y en 2030 la cifra deberá subir hasta las 300.000 tomas.

Pero el problema no es el cuánto si no el dónde, ya que la mayoría de estos puntos de acceso se encuentran en Madrid y Barcelona y en comunidades más rurales las cifras se desploman: en Galicia, por ejemplo, cuentan con 330 puntos de recarga y en Castilla-La Mancha con 260.

Por lo tanto, las conclusiones están muy claras, la poca motivación que hay entre la población rural para dar el paso y comprarse un vehículo eléctrico se debe a esa carencia de puntos de recarga. Es verdad que los hay, pero el tener que recorrer largas distancias con la poca autonomía que hoy en día ofrece un vehículo eléctrico es otro factor que desmotiva al usuario rural.

Es verdad que en las zonas menos pobladas del país, se está notando un incremento en este tipo de infraestructuras de acceso público para recargar los vehículos eléctricos e híbridos enchufables en estos últimos años, pero vuelven a ser las más castigadas en cuanto a oferta, porque tienen menos densidad de población.

Lo que está claro es que la movilidad eléctrica es una necesidad para preservar el planeta, pero para que la transición energética sea justa, debe llegar a todo el mundo porque se corre el riesgo de dejar incomunicadas a esas áreas, pasando de ser la España "vaciada" a la España "desierta".

El rural canario, el más dispuesto a comprar

En Canarias, la intención de adquirir vehículos eléctricos en el medio rural en los próximos cinco años roza el 20%, ligeramente por encima del País Vasco y Baleares. En cambio, en el otro extremo están los asturianos, que son los españoles que tienen menor intención de adquirir coches eléctricos dentro del ámbito rural. A los habitantes del Principado les siguen los conductores de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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