
ALSTOM
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El conglomerado industrial estadounidense General Electric está negociando para hacerse con una parte sustancial de Alstom, la fabricante de componentes para generación eléctrica y creadora del tren de alta velocidad francés, el TGV.
El diario francés Le Figaro señala que GE sólo busca comprar la actividad de producción de sistemas como turbinas de gas, generadores eólicos y distribución de electricidad, entre otros, donde reside el 70% de la cifra de negocios de Alstom. La división de transportes estaría, por tanto, excluida de la operación.
Pese a que Alstom desmintió que haya ninguna negociación abierta con General Electric, sus acciones llegaron a subir un 18%, para moderarse después en torno al 10% tras conocerse que la operación afectaría sólo a una parte de la empresa.
Inicialmente, Bloomberg había dado a entender que la operación buscaría la compra de todo Alstom, y que GE pagaría por ello hasta 13.000 millones de dólares (unos 9.400 millones de euros), un 25% más que la cotización de cierre del conglomerado francés, lo que la convertiría en la mayor compra realizada nunca por General Electric.
Conforme a fuentes cercanas a la operación ésta contaría con el apoyo de Bouygues, accionista mayoritaria con cerca de un 29% del capital, que compró a su vez su participación al gobierno francés en 2006.
La francesa se ha convertido en un objetivo apetecible después de que sus títulos perdiesen una quinta parte de su valor a lo largo del año pasado.
Alstom está inmersa en un plan de reestructuración que le llevará a recortar 1.300 empleos en todo el mundo, con el objetivo de recortar costes en 1.500 millones hasta abril de 2016.
Obstáculos políticos
La operación, que apenas plantea problemas de competencia por la separación de los mercados de ambas empresas, podría sin embargo toparse con la oposición pública y política.
Alstom, símbolo del poderío industrial francés, y que sólo en el hexágono da trabajo a 18.000 personas, tuvo que ser rescatada con cargo a los contribuyentes franceses en 2004.
Además, tal y como recuerda Financial Times, supondría toda una bofetada por parte de Bouygues que recibió el apoyo público y explícito del ejecutivo galo en su intento fallido para hacerse con la teleco SFR a través de Vivendi.
El Gobierno francés no ha tardado en reaccionar y el primer ministro, Manuel Valls, señalaba que "Francia estará atenta" a como afecta la operación a "los empleos, las tecnologías y los centros de decisión".