
La producción de acero ha tenido un papel fundamental en el boom de China desde que el país abrió su economía a lo largo de los años ochenta. Desde entonces, el sector secundario, donde el acero es clave, ha impulsado al gigante asiático hasta convertirlo en la segunda mayor potencia económica del planeta. En este contexto, hay un hombre que, emulando a Jordan Belfort en El Lobo de Wall Street, aprendió bien las reglas del juego y las aplicó con pericia y astucia para llegar a lo más alto de la torre metalúrgica de China. Se trata de Dai Guofang, un empresario que logró levantar una de las acereras más importantes del país después de haber pasado cinco años en prisión por un negocio que acabó rematadamente mal. Ahora, Guofang se encuentra con el agua al cuello, pues la caída de los precios del níquel le ha impedido pagar las deudas de su empresa, la cual está especializada en el acero inoxidable. Ello amenaza con tumbarle una vez más, aunque parece estar dispuesto a vender bastante cara su piel.
Dai Guofang es el fundador de Jiangsu Delong Nickel Industry, uno de los mayores proveedores chinos de acero inoxidable. Recientemente, un tribunal del país asiático comunicó estar en búsqueda de posibles administradores para la firma en caso de que llevar a cabo un proceso de quiebra y reestructuración de la misma. La crisis inmobiliaria y la caída del precio del níquel amenazan a una compañía que ha tenido un importante rol en la expansión de la Iniciativa de la Franja y de la Ruta hacia Indonesia, país que concentra la mayor producción de níquel a nivel mundial.
En otras palabras, las líneas maestras de la política exterior de Xi Jinping orientadas hacia el sur de China han sido desarrolladas por una compañía, especializada en el minado, fundición y refinado de níquel -así como en la producción de acero inoxidable a partir de la aleación con dicho elemento- que está actualmente cercada por las deudas. Una firma que fue creada por Guofang en 2010, después de haber pasado cinco años en la cárcel por evasión de impuestos.
De la chatarra al imperio del acero
Aquella entrada en prisión fue el primer revés en la carrera de Guofang, nacido en 1963 en un pequeño pueblo ubicado en la provincia de Jiangsu, situada al este de China. Antes de acabar el instituto dejó los estudios y comenzó a trabajar como chatarrero junto a su padre. Poco a poco empezó a aprender el oficio, mejorando la extracción y el prensado del metal en una sola pieza para su posterior venta. Con las reformas económicas en los años ochenta, Guofang vio una oportunidad de negocio y decidió comprar estufas para llevar a cabo el proceso de fundición de hierro y de acero en su propia casa. Autodidacta, Guofang estudió meticulosamente libros sobre industria metalúrgica, una formación que complementó con la práctica día tras día hasta que pudo adquirir seis talleres en mal estado que logró acondicionar para producir acero.
En aquellas instalaciones, Guofang enseñó a los empleados su técnica para trabajar el metal y, poco a poco, la actividad fue creciendo hasta que, en 1996, el chatarrero de Jiangsu fundó la empresa Tieben. La marca de Guofang creció al calor del avance económico nacional, y en 2002, el empresario inició conversaciones con la administración de la ciudad de Changzhou para levantar una fábrica capaz de producir más de 8 millones de toneladas de acero anualmente. Guofang señaló que aquel proyecto, valorado en 1.280 millones de dólares, catapultaría a Tieben hasta alcanzar a Baosteel Group, gigante del acero a nivel global propiedad del estado chino.
Engañar a Pekín se paga con la cárcel
Para ejecutar correctamente el plan, era preciso atar dos cabos esenciales. Por un lado, era necesario eludir el control estatal a las inversiones superiores a los 30 millones de dólares, por lo que el proyecto se dividió en 22 partes, un movimiento que permitió a los planificadores obtener créditos bancarios a corto plazo que no necesitaban el visto bueno de Pekín. Además, era fundamental obtener la cesión de los terrenos por parte de los campesinos propietarios de los mismos para construir la factoría. Muchos de ellos cedieron sus parcelas con la esperanza de obtener un mejor trabajo en la fábrica, así como de optimizar las infraestructuras de la región.
Sin embargo, la operación era demasiado compleja como para eludir el escrutinio de Pekín, deseoso de templar el boom en el sector acerero doméstico. Así, en marzo de 2004, el proyecto se frenó tras una inversión inicial de 500 millones de dólares, dejando en la calle a 4.000 campesinos, según informó The Wall Street Journal. Dai Guofang ingresó en prisión preventiva durante un lustro, hasta que en 2009 fue condenado a cinco años de cárcel por evasión de impuestos, tras lo cual fue puesto en libertad por haber cumplido ya el tiempo de condena. Paralelamente, Tieben fue desmantelada, dejando a Guofang con una mano delante y otra detrás al salir del penal.
El níquel abre la puerta de Xi Jinping
Pero no se puede subestimar a alguien que trató de jugársela a la República Popular China, dejando sin vivienda a miles de campesinos en el camino. Una vez libre, Guofang comenzó a tramar su segundo asalto al trono del acero chino, percatándose de que la industria que conocía ya no era la misma. Así pues, el autodidacta metalúrgico analizó el panorama económico, dándose cuenta de que el sector del acero inoxidable tenía un amplio margen de mejora. Como resultado, Guofang fundó Jiangsu Delong Nickel en 2010, emulando al industrial Xiang Guangda, empresario que creó Tsingshan Holding Group.
Guofang y Guangda, cuya posición en corto casi hizo quebrar el London Metal Exchange en 2022, se convirtieron en rivales acérrimos debido al enorme éxito que tuvo Jiangsu Delong Nickel. El antiguo chatarrero aprendió de sus errores, y en su nueva etapa tuvo más cuidado, centrándose en el desarrollo de una fuerte cadena propia de producción y suministro. Sobre este principio Jiangsu alcanzó una producción de acero inoxidable en China de 6 millones de toneladas al año, una actividad que no escapó a los ojos del gobierno de Xi Jinping.
Pekín vio en Jiangsu Delong Nickel la vía ideal para llevar la Iniciativa de la Franja y de la Ruta hacia Indonesia, principal productor de níquel a nivel mundial. Así fue cómo, en 2014, la compañía de Guofang levantó un parque industrial en Indonesia, valorado en 2.700 millones de dólares. Aquel proyecto requirió la rúbrica de empresarios y políticos importantes como Zhau Hui, miembro de la secretaría del Partido Comunista chino y vicepresidente de Huihong Group en aquel momento, y Joko Widodo, presidente de Indonesia desde ese año hasta ahora.
Turbulencias indonesias
Con el tiempo, Jiangsu consiguió una producción anual de 3 millones de toneladas de acero inoxidable gracias a estas instalaciones, así como a numerosas alianzas con otras firmas en Indonesia. Sin embargo desde finales de 2020 las factorías de la empresa de Guofang han vivido violentas protestas por parte de los empleados, quienes han exigido mejoras en las condiciones de trabajo. Estos eventos han minado la confianza de los inversores en Jiangsu, en un contexto de caída del precio del níquel, el cual ha descendido más de un 40% desde 2022 como consecuencia del exceso de oferta.
Todo queda en familia
Con este panorama, las ventas de Jiangsu Delong han menguado, lo cual le ha impedido cumplir con los pagos correspondientes a los acreedores de su deuda. Entre ellos figura la empresa estatal Xiangyu Group, compañía que prestó 80 millones de yuanes a Huang Heqin, esposa de Dai Guofang y que figura, junto a su hija Dai Li, en el accionariado de la empresa. La situación es peliaguda, ya que desde abril, la justicia china ha congelado los activos de las subsidiarias de Jiangsu Delong por valor de 410 millones de dólares.