
La Unión Europea no quiere entrar en una guerra comercial con Estados Unidos. Sería algo que no le convendría con la guerra de Rusia contra Ucrania a sus puertas y el chantaje del gas ruso apremiando la llegada del invierno. Sin embargo, la Ley de Reducción de la Inflación impulsada por la administración Biden no deja de levantar ampollas entre los Estados miembro y mientras unos defienden que se ponga en marcha un paquete de medidas similares para apoyar a la industria europea otros alertan de que los efectos pueden no ser los esperados.
"Un rally de subsidios es un juego muy peligroso", ha señalado el ministro de Industria y Comercio de la República Checa, Jozef Sikela, en rueda de prensa tras el Consejo de ministros de Comercio de la UE, que ha advertido de que podría dañar las relaciones con Estados Unidos. Una idea que ha complementado el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, que ha instado a evitar esta situación, ya que una carrera de este tipo puede ser "cara" y "poco eficiente".
Como parte de su argumentario Sikela ha apuntado el riesgo de que el ganador de tal pulso "esté en otro continente que no sea Europa o el americano", es decir, que sea China. A la vez, Dombrovskis ha abogado por volver a la Unión Europea más atractiva para la inversión y para la producción industrial. Además, ha instado a mirar a las ayudas europeas en el contexto de la economía verde, para que sean más "específicas" y "eficientes".
El comisario letón vuelto a un mensaje que Europa viene lanzando desde hace unas semanas: que los subsidios verdes estadounidenses son discriminatorios contra la industria europea del automóvil, de renovables, de baterías y para la industria electrointensiva. "Esperamos que las empresas europeas sean tratadas de la misma manera en Estados Unidos que las compañías americanas y el comercio en Europa", ha agregado Dombrovskis.
Ya el martes, París y Berlín pidieron "explorar las posibilidades de las políticas industriales" para que las empresas de la UE puedan competir con el paquete de subsidios con el que los estadounidenses, pero también los chinos, refuerzan su industria. Un intento de las principales economías de la UE por defender su industria de la competencia desleal que supone el paquete de estímulos de la Ley de Reducción de la Inflación estadounidense.
Pese a que Alemania siempre ha sido más proclive a una postura más liberal en este sentido, el ministro galo de Finanzas, Bruno Le Maire, y el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, reclamaron en un comunicado conjunto "un enfoque europeo para retos como la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos", y una "política industrial" que permita a nuestras compañías competir a nivel global.
Ambos Estados miembros han defendido construir una plataforma de tecnologías transformadoras e instaron a Bruselas a poner en marcha subsidios en el marco de los Proyectos de Interés Común Europeo.
Que Francia y Alemania vayan de la mano en esta cuestión no es menor porque son los países más industrializados de la UE, con un importante sector del automóvil que se siente amenazado. De fondo resuena el debate de la reindustrialización de Europa, con la norma de microchips o la de materias primas rondando, y el difícil equilibrio entre optar o no por ese proteccionismo que abandera el Ejecutivo galo.
Francia ha sido una de las voces defensoras que proteger la industria europea con un paquete de subsidios que ponga a las empresas comunitarias a un nivel de competencia similar a las estadounidenses. Como telón de fondo, el grupo de trabajo creado entre Estados Unidos y la Unión Europea para tajar esta cuestión, con negociaciones que avanzan pero no se zanjan. Así es que la conversación no tiene visos de evolucionar hasta el próximo Consejo de Comercio y Tecnología que tendrá lugar en Washington el próximo 5 de diciembre.
Así es como la Unión Europea trata de blindarse ante las medidas puestas en marcha por Estados Unidos a través de su Ley de Reducción de la Inflación, que se traduce en un gran paquete de subsidios que pondría a ciertos sectores europeos, como el automovilístico o el de las energías limpias, en desventaja competitiva.
La medida impulsada por la Administración de Joe Biden ha puesto en alerta a los Gobiernos europeos. Supone inyectar hasta 369.000 millones de dólares en ayudas a las industrias de energía limpia, es decir, como el vehículo eléctrico o el despliegue de renovables.
Y es que ya voces de la Comisión Europea, han venido advirtiendo que la medida impulsada por Estados Unidos es "proteccionista" pone en riesgo las reglas de competencia. Y es que el paquete abre la puerta a un trasvase de empresas de la UE a EEUU y también de las inversiones de éstas.
Ya durante su discurso del Estado de la Unión el pasado septiembre, la presidenta de la Comisión Europea puso sobre la mesa la idea de un fondo soberano europeo. Una propuesta que planteaba impulsar las industrias renovables en un marco en el que la guerra de Rusia contra Ucrania ha apremiado a la Unión Europea a acelerar la transición verde.