
La evolución del yen a corto plazo será crucial para las bolsas internacionales. Parece que seguimos con un mercado dispuesto a aprovechar cualquier debilidad para comprar. Y eso, justo un día después de un buen susto por culpa de las recientes decisiones del Gobierno chino sobre los impuestos a las inversiones.
Lo cual nos recuerda otra vez lo peligroso que es saltar del tren presas del pánico cuando nos encontramos en uno de los ciclos bursátiles más potentes desde la Segunda Guerra Mundial.
Pero, ¿esta euforia significa que nos podemos olvidar de Asia? Lo dudamos, incluso si plantear el tema es asumir el riesgo de que el linier nos levante el banderín por fuera de juego. China y Japón son los dos dolores de cabeza del mercado internacional, y son los dos claros candidatos para ser los catalizadores de una corrección de cierta profundidad. China intenta suavizar su economía y frenar la euforia de su mercado bursátil sin caer en la recesión ni hundir a dicho mercado. Japón también se enfrenta a su propio dilema de intentar cerrar el grifo de la liquidez sin descomponer el mercado global ni cargarse su recuperación económica.
Hablamos de dos auténticos soft landing (aterrizaje suave) al estilo del que persigue Ben Bernanke desde su llegada a la presidencia de la Reserva Federal. Y dado lo que nos enseña la experiencia de Estados Unidos desde hace dos años, tenemos serios motivos para esperar varias crisis recurrentes mientras no volvamos a una cierta normalidad en ambos países. Por eso, seguimos convencidos de que la cuestión no es saber si tendremos una corrección o no, sino cuándo se producirá, cómo, y si será tan fuerte como para acabar con la tendencia de las bolsas mundiales.
En Bolságora, actuamos como vulcanólogos que tienen sus sismógrafos instalados alrededor de un volcán para predecir una erupción. No nos protegen del todo, pero son herramientas imprescindibles para rebajar el riesgo hasta un nivel tolerable para cualquier inversor que no se quiera quedar fuera de la tendencia. Estos sismógrafos se llaman Shangai, Mombay, Bovespa (Brasil) y el euro-yen. Son nuestros indicadores adelantados, cuyas malas vibraciones nos pueden prevenir de un peligro inminente, especialmente si suenan todas las alarmas al mismo tiempo.
¿Qué nos transmiten estos gráficos? Básicamente, que no hay todavía una sensación de serio peligro, al menos si miramos a los índices de las bolsas emergentes . Les comentamos hace dos días que, mientras la bolsa de Shangai no perforase los 4.030 puntos (en su índice A ), el escenario más probable era el de continuidad alcista.
En Mombay (India), la tendencia sigue siendo alcista en todos los plazos mientras nos mantengamos por encima de los mínimos de 2007, es decir, los 12.300 puntos (ver el segundo gráfico). Piensen que la incapacidad para superar a corto plazo los máximos de noviembre de 2006 (en los 14.723), que es donde se encuentra ahora el índice, unida a la hipotética pérdida de los 12.300 reseñados, permitiría una amplia formación de vuelta bajista en forma de doble techo.
En Brasil, el último tramo destacable en la tendencia alcista de los últimos meses se inició en marzo, en los 41.180 puntos del Bovespa. Este movimiento es el que nos interesa analizar a corto plazo, ya que podría ser corregido en cualquier momento. Pero no habrá confirmación de un giro potencial mientras el índice no cierre por debajo de los 50.000. Este soporte, además de psicológico, coincide con el último mínimo relativo ascendente de los precios en los últimos meses.
Más llamativa, y potencialmente preocupante, nos parece ser la situación del yen. Su gráfico sugiere un pronto desenlace del lateral en el que se metió la divisa hace un mes (ver el último gráfico). El euro ya está tocando su resistencia (el yen está tocando su soporte), y la superación de los 164,50 mandaría una señal de continuidad alcista favorable a los carry trades (tomar dinero prestado en yenes para invertirlo en activos en euros).
Pero sabemos que los fallos alcistas son bajistas para el euro (alcistas para el yen), lo que significa que podemos tener un desenlace bajista si la divisa europea perfora los 162-163, primera línea de contención, con confirmación por debajo de la zona crucial de los 160-161. En este caso, abróchese el cinturón y espere una fuerte reacción de la renta variable en todo el mundo.