
Nathalie Burnet se enamoró de esta antigua casa restaurada siguiendo la más genuina tradición marroquí para compartir la magia de la antigua Mogador con quienes llegamos aquí.
Cortesía para lectores de El Economista que reserven en Dar Loulema el fin de semana del 6 al 8 de abril y hasta el final del mes, directamente en la web del hotel, merienda de té con pastas cada tarde de su estancia.
Essaouira es para muchos la ciudad más evocadora de Marruecos. Es la única que fue diseñada antes de construida, por el mismo arquitecto que planeó La Rochelle, en Francia, y en el periodo en que Essaouira fue portuguesa -Mogador era su nombre en esa época-. Eso se aprecia en que todas las calles de la medina son perpendiculares entre sí, como el Ensanche de Barcelona o Manhattan salvando las distancias. Una ciudad muy cómoda para el paseo.
A Dar Loulema llegamos desde la gran plaza vecina del puerto. Caminamos por una calle de la medina que para resguardar del viento y del calor está cubierta. Digamos que caminamos bajo la primera planta de las casas, como en la kasbah subterránea de Tamegroute. Una de las bocas de calle nos muestra la puerta del hotel, y como en todos los riads marroquíes y en buena parte de las casas andaluzas clásicas, la fachada no permite imaginar el interior. Dar Loulema es un espacio luminoso y de paredes blancas, con una terraza privilegiada que es como un balcón sobre el Atlántico. Se diría que las gaviotas nos despeinan.
Essaouira es una ciudad ideal para el paseo y el disfrute del mar. De hecho es una de las capitales mundiales del kite-surf. La salida de muchos vecinos judíos de la ciudad tras la Guerra de los Seis Días coincidió con el descubrimiento de la ciudad por muchos europeos que terminaron comprando casas a precios irrisorios, y por ello sigue habiendo negocios regentados por europeos, remarcando la convivencia de todas las religiones y culturas en este rincón del Atlántico marroquí.
Essaouira es también una capital de la música, especialmente de la Gnawa, muy popular en el sur del país. Pero es que aquí han compuesto canciones Cat Stevens, Jimmy Hendrix y Kate Richards, de los Rolling. Porque por aquí han desfilado también María Callas, Paul Simon y muchas estrellas de la música desde los años sesenta.
No dejes de ir a comer a las freidurías de pescado del paseo del puerto. Es un privilegio escoger las piezas pescadas por las barcas y con vistas al mar.
Essaouira puede ser un sustituto perfecto de Marrakech para ser la base de una estancia de una semana. Ambas ciudades distan 160 km. Al sur tenemos Agadir y al norte el precioso pueblo costero de Oualidia, con la playa más cálida y segura del Atlántico marroquí, a la que desemboca la ría de Oualidia que es un fantástico criadero de ostras que no te debes perder.
En Dar Loulema el desayuno se sirve en la habitación, en una terraza en el patio alrededor de la fuente, o en la chimenea en sala de estar.
El hotel ofrece servicio de traslado del aeropuerto al centro de Essaouira, y tiene lavandería. Dispone de 8 habitaciones, con capacidad para 23 personas.
Habitación doble desde 68 euros.
Dar Loulema2, rue Souss
Essaouira (Marruecos)
Teléfono. +212 524 475 346
http://www.darloulema.com/es/bienvenido/