
Siguiendo la estela de otras agencias de calificación como Moody's, Fitch Ratings ha revisado a la baja sus perspectivas de crecimiento, donde los grandes damnificados han sido algunos de los principales emergentes productores de materias primas, como Brasil, Rusia y Sudáfrica. Recortes a los que también se han sumado otras economías avanzadas, como la estadounidense, y que cuentan como factores principales la volatilidad registrada por los precios del petróleo y el ajuste en China.
Así, la economía mundial crecerá este año un 2,5%, lo que supone mantener los niveles del año pasado y una rebaja de cuatro décimas con respecto a lo previsto hace poco más de dos meses.
"El debilitamiento en las inversiones en China y el brusco recorte del gasto en los principales productores de materias primas continúa teniendo impacto en la economía mundial", según explicó Brian Coulton, economista jefe de Fitch. Desde la entidad estiman que las economías avanzadas que forman parte del G-20 crecerán este año un 1,7%, cuatro décimas menos de los previsto el pasado mes de diciembre. Una rebaja que también se aplica a los países emergentes, cuyo ritmo de crecimiento se redujo hasta el 4%. "La amplitud de las revisiones es notable pero aún así las previsiones de crecimiento quedan considerablemente por encima del territorio de una recesión global", matizó Coulton.
Dicho esto, desde su punto de vista, con los países emergentes habiéndose convertido en el epicentro de los últimos shocks que han azuzado las bolsas internacionales y suponiendo cerca del 40% del PIB mundial, es legítimo preguntarse si por primera vez en la historia moderna, la próxima recesión global estará liderada por los mercados emergentes. Aún así, el economista jefe de Fitch consideró que existen varios factores que sirven de colchón para mitigar este tipo de riesgos.
Entre ellos destacan las condiciones del mercado laboral en muchas de las economías avanzadas, entre ellas Estados Unidos, donde durante los últimos tres meses se han creado una media de 228,000 empleos y la tasa de paro se situó en febrero en el 4,9%. A ello habría que sumar el beneficio que supone la gasolina barata para los bolsillos de los ciudadanos, especialmente en países importadores de crudo.
"Un aumento del poder adquisitivo impulsará el consumo en los países avanzados y frenará un posible shock", aseguró Fitch en el documento distribuido ayer. Al mismo tiempo, parece que lo peor del despalancamiento del sector privado sufrido tras el azote de la crisis financiera ya ha pasado así como los efectos de los ajustes fiscales, cuyo impacto es menos restrictivo en el crecimiento económico de los países avanzados de lo que ha sido en el pasado.
En lo que se refiere a China, la segunda mayor economía del mundo, la agencia revisó a la baja en una décima sus expectativas de crecimiento en el gigante asiático, hasta el 6,25%. Aún así, las recientes medidas de estímulo "sugieren que los riesgos sobre las perspectivas para 2016 son equilibrados", dijo la entidad. Con una previsión para los precios del crudo de 35 dólares en 2016 y 45 dólares en 2017, un recorte de 20 dólares con respecto a las cifras anteriores, las economías más damnificadas serán Rusia, Brasil y Sudáfrica.
En el primer caso, el crudo barato ha reducido los ingresos empresariales y han empujado a un ajuste fiscal que se deja notar en los salarios y el consumo. Es por ello que la economía se contraerá en 2016 un 1,5% frente al crecimiento positivo del 0,5% previsto en diciembre. Brasil, la mayor economía de Latinoamérica, sigue sufriendo el impacto de la corrupción y la falta de confianza, una situación que llevará al país a contraerse un 3,5% este año, un punto porcentual más de lo previsto.
Fitch también rebajaba sus previsiones de crecimiento en EU hasta el 2,1% desde el 2,5% previsto a finales del año pasado, a medida que el impacto del dólar fuerte en las exportaciones sigue lastrando el crecimiento a este lado del Atlántico.