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El órdago del referéndum de Tsipras aboca a una quiebra helena dentro del euro

La convocatoria de un referéndum en Grecia para el próximo 5 de julio ha desbaratado las negociaciones con sus acredores. El órdago del primer ministro heleno, Alexis Tsipras, aboca al peor de los escenarios: el de una quiebra. Ese hito abre lo que el presidente del BCE, Mario Draghi, definió en los últimos días como "terreno inexplorado", ya que es una situacion inédita para que le se abren diversos interrogantes y que pone a prueba los mecanismos de protección activados por la UE durante la crisis.

Las tornas han cambiado. Frente a la última oferta de las instituciones "un desembolso de más de 15.000 millones y una extensión al rescate heleno de cinco meses" ahora mismo a Atenas sólo le resta esperar la elevación de la ayuda de emergencia que ha aprobado el BCE para no encontrarse escenas de pánico bancario mañana lunes en todo el país.

Ello teniendo en cuenta que el martes 30 de junio expira el actual programa de rescate heleno, así como el plazo para abonar al FMI 1.600 millones de euros correspondientes a las cuotas adeudadas en junio. Atenas niega poder hacer frente a ese pago y por eso necesitaba un acuerdo con los acreedores que desbloqueara al menos los 7.200 millones que aún restan en la bolsa del segundo salvamento heleno.

Pero el referéndum aprobado por el Parlamento griego, tras la negativa de Tsipras a aceptar la extensión del rescate y el dinero ofrecido por entender que apareja medidas recesivas, fue la gota que colmó la paciencia del Eurogrupo, que el sábado dio por rotas las negociaciones con Atenas, excluyendo al ministro griego, Yanis Varufakis, de la mesa de reuniones.

Tsipras apeló al origen de la democracia para reivindicar la legitimación helena de consultar entre sus ciudadanos la postura ante los acreedores. Pero lo cierto es que la pregunta del referéndum alude a la última propuesta europea, que ya no está sobre la mesa. Y aunque la pregunta lleva implícita una ulterior salida de Grecia del euro, lo cierto es que en una primera instancia sólo indaga en la ciudadanía si está a favor o no de más medidas de austeridad. El Gobierno heleno sabe que más del 80 por ciento de los griegos quiere permanecer en el euro, y lanza su referéndum sobre la última propuesta de Europa y el FMI en una suerte de maniobra política para soslayar la pregunta de fondo, y para granjearse el apoyo de los votantes que el 25 de enero dieron su respaldo a Syriza, además del resto del electorado griego que, pese a estar adscrito a otros partidos, rechaza la pérdida de soberanía que implica seguir aceptando reformas y ajustes propuestos por la UE y el FMI.

El temor cada vez más fundado de que mañana los bancos no abran, según fuentes griegas, el temor a los controles de capital y a un eventual corralito se aplacó este domingo con el mensaje de que el BCE mantendrá la respiración asistida al país, pero restan menos de 48 horas para que venza el pago de 1.540 millones al FMI sin que Grecia tenga la liquidez necesaria.

El referéndum aprobado no tendrá lugar hasta el próximo domingo 5 de julio, y en el hipotético caso de que mientras tanto se llegara a algún tipo de consenso, el impago de un país dentro del euro ya se habría producido, y estaría pendiente únicamente del tiempo que la burocracia del FMI tarde en certificarlo, que se calcula en unas cuatro semanas. Pero mientras, nuevos pagos vencen para Grecia en julio y agosto, no sólo al FMI sino también al BCE.

Las repercusiones de la ruptura con los acreedores también empañan la posibilidad de que Grecia saque su carta rusa de la manga, debido a que la ayuda rusa se produciría a través de un tratado comercial, ya que no puede brindarla ni a través de los Presupuestos (ya aprobados) ni mediante venta de sus bonos, al no tener la calificación de triple A. La oferta rusa fue la construcción de un gasoducto que pasaría por territorio griegoe iría acompañada de un depósito de varios miles de millones de dólares de las reservas de Gazprom. Pero Moscú debe asegurarse de que Atenas construirá el gasoducto a pesar de las presiones en contra de la UE, por un lado, y por otro, ante un escenario de Grexit, no se sabe si todavía seguirá siendo válida la oferta rusa, dado que la vuelta a la moneda nacional debilitaría el poder de negociación de la parte griega.

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