La gestión de los datos de inflación por parte del Banco de Inglaterra, la revisión a la baja del crecimiento en la eurozona ante la falta de estímulos y el complejo escenario de déficit en Turquía son los focos en los que el economista pone la lupa esta semana.
El Banco de Inglaterra, sin prisa por subir los tipos
El Banco de Inglaterra cuenta con que la inflación siga por debajo del objetivo en los tres próximos años. Además, la institución ha rebajado sus pronósticos del tipo de inflación sin aceleración del paro (NAIRU, ahora al 5,5 por ciento, del 6,5 por ciento) y el grado de capacidad sobrante en la economía británica (del 1-1,5 por ciento a cerca del 1 por ciento).
Con la inflación rondando el 2 por ciento en el periodo de la previsión y el NAIRU recortado en un punto porcentual, el informe confirma que el Comité de Política Monetaria (MPC) no tiene prisas por subir los tipos este año. Dado el panorama del tipo a corto plazo, al cambio GBP/EUR le costará superar el 1,26 antes de que acabe el año. La curva de la libra seguirá aplanándose, aunque a un ritmo menor.
La eurozona necesita estímulos
El crecimiento plano en el segundo trimestre y el aumento de los riesgos geopolíticos provocan una revisión a la baja de nuestro pronóstico, ya por debajo del consenso, del 1 por ciento del PIB de la eurozona este año. Nuestro cálculo de inflación (actualmente en el 0,8 por ciento interanual) podría bajar también.
El rendimiento de los bonos alemanes a 10 años, ahora por debajo del 1 por ciento, indica que el paquete actual de políticas de la eurozona (austeridad fiscal, política monetaria modestamente acomodaticia) debe cambiar.
El esfuerzo turco es insuficiente
El déficit por cuenta corriente (CAD) de Turquía alcanzó los 4.100 millones de dólares en junio (por debajo de los 4.800 de junio de 2013). El único factor del declive ha sido la reversión de las importaciones de oro. El CAD podría bajar más hasta final de año.
Con los flujos de inversión extranjera directa mejorando apenas gradualmente, la mala composición de la financiación del déficit turco sigue siendo fuente de vulnerabilidad para los activos financieros locales.