
Puedes atacar por mar y aire, pero mientras no conquistes la tierra no ganarás la guerra. Este axioma básico en las academias militares es el fantasma que hoy planea sobre la intervención de la coalición internacional en Libia.
El plazo que se han marcado los líderes políticos de la coalición es aproximadamente de tres meses. Y Zapatero sabía aquí lo que decía cuando anunciaba este tiempo ayer en el Congreso, porque este es el que se estima necesario para organizar un ejército paralelo en Libia para culminar con eficacia y rapidez la toma de los objetivos.
El coste de la participación española en la operación, según Defensa, asciende a 15 millones de euros y se podría elevar a 25 si el embargo marítimo se prolonga tres meses.
Damnificados
Pero, ¿y si el conflicto se prolonga? Porque esta hipótesis, hoy poco probable en la opinión de los políticos, sí empieza a verse como posible entre los analistas económicos y de defensa. Los ejemplos de Irak y Afganistán no invitan, precisamente, al optimismo y las divisiones sobre quién debe asumir el liderazgo suponen un riesgo añadido a las operaciones bélicas.
Ni las presiones de Estados Unidos ni las amenazas de Italia han surtido efecto y la OTAN sigue sin ponerse de acuerdo para asumir el mando de la misión aliada. Alemania anunciaba ayer su retirada de las operaciones en el Mediterráneo. Y mientras, en Europa empiezan a plantearse interrogantes sobre las consecuencias de un guerra larga sobre unas economías todavía convalecientes de la crisis.
Así, el primer interrogante surge sobre los posibles damnificados de este hipotético escenario. Y la respuesta es clara para los analistas consultados: Europa y dentro de ella, los países ribereños del Mediterráneo, con especial incidencia sobre Italia, España, Francia.
Un conflicto euromediterráneo
Estados Unidos, claramente no. Sus intereses económicos en la región se concentran en Oriente Medio y por eso se ha cuidado mucho de contar con Arabia Saudí y el resto de los países del Golfo como aliados en la operación. Y, por eso también, quiere ceder el protagonismo del ataque para no empeorar su imagen en su zona de interés.
Y, dando por sentado que se trata de un conflicto euromediterráneo, ¿cuáles serían las consecuencias sobre estos países ribereños? Del análisis de los condicionantes geopolíticos y de los intereses económicos en el norte de África es fácilmente deducible que los efectos perniciosos de una inestabilidad en la región están concentrados en dos grandes amenazas: el corte de los suministros energéticos y una nueva y masiva oleada de migraciones hacia Europa.
No se puede olvidar que España, pero también Italia y Francia, tienen una fuerte dependencia del petróleo y el gas natural que les llega del norte de África, algo que no ocurre en Alemania, por ejemplo, cuyas conexiones energéticas proceden mayoritariamente de Rusia y las repúblicas ex soviéticas. Estos cortes de suministro supondrían un estrangulamiento de la economías del sur de la UE, que terminarían repercutiendo sobre el conjunto de la Unión.
Por otra parte, el conflicto, unido al empobrecimiento de la ribera sur del Mediterráneo por la guerra, impulsaría una salida masiva de emigrantes hacia los países europeos del sur, insoportable, a todas luces, en una situación de crisis económica.
Un tercer factor a considerar sobre las economías europeas sería la obligatoria renegociación de los convenios comerciales con el bloque magrebí, puesto que prácticamente la totalidad de ellos tiene acuerdos preferenciales con la UE.
¿Subirá más el petróleo?
Los efectos de la guerra sobre el precio del petróleo es otra de las cuestiones que preocupan en una Europa dependiente del suministro exterior de crudo. Aquí también son coincidentes los expertos al asegurar que si la guerra es corta no debe haber encarecimientos añadidos. La producción de petróleo en Libia era, antes de la guerra, aproximadamente, de 1,8 millones de barriles/día, similar a la de Angola y puede ser fácilmente sustituible por un incremento de la producción de otros estados productores, como Arabia Saudí, y el grueso de la OPEP, que han confirmado ya su predisposición a hacerlo.
El riesgo de extensión del conflicto en caso de que se prolongue, es otro foco de preocupación entre los analistas, especialmente si se extiende a Argelia, país que sí está en el ranking de los grandes exportadores de crudo a Europa.
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