Las cifras del número de redes y establecimientos operativos se disparan en el sector, con un fuerte incremento de sus niveles de facturación. El empleo encuentra en él un auténtico refugio a la crisis.
La destrucción de empleo que ha traído consigo la persistencia y la dureza de la crisis económica en España ha devuelto a las aulas a miles de personas que se han aferrado a una formación adicional como se aferra un naúfrago a una tabla de salvación para evitar las colas del paro, salir lo antes posible de ellas y, en algunos casos, hasta probar suerte en otras ramas de actividad, después de que las suyas se las haya practicamente tragado la depresión económica, como ha sucedido con la construcción.
Todas estas variables han hecho de la formación un sector al alza en plena crisis tanto en las pequeñas como en las medianas y sobre todo en las grandes ciudades de nuestro país, donde además de haber menos puestos de trabajo que antes de la crisis ha habido, y hay, una mucho mayor competencia entre los candidatos aspirantes a conseguirlos, dado la cada vez mayor formación académica de la población que reside en España.
Esa ecuación es la que ha servido para que muchas enseñas de formación -consagradas especialmente a los sectores del turismo, la gastronomía, la restauración, la estética, la mecánica o el área veterinaria- hayan encontrado la clave para crecer y multiplicarse en plena debacle financiera, apoyándose sobre todo en el sistema de franquicias.
Un sistema que ha visto cómo el de la formación es uno de los sectores, junto al de la moda, la hostelería y la cosmética, que más y mejor ha evolucionado en los últimos años, con un aumento del número de redes, de establecimientos, de empleos y de facturación en España.
Sólo en el último año, el sector de la formación ha conseguido aumentar esos cuatro valores, según se desprende de los datos facilitados a esta publicación por la Asociación Española de Franquiciadores (AEF).
Unos datos que revelan que el número de enseñas dedicadas a la formación creció entre los dos últimos ejercicios al pasar de 34 a 39. Entre las antiguas y las nuevas consiguieron que, además, creciera el número de establcimientos que el sector tiene operativos en nuestro país.
Los datos de la AEF indican que entre los años 2012 y 2013, el número de locales consagrados a la formación en España pasó de 1.332 a 1.342. De todos ellos, sólo un centenar son establecimientois propios a las enseñas de formación, mientras que el resto -más de 1.200 actualmente- operan en regimen de franquicia.
Los incrementos anteriormente citados han provocado que el sector de la formación se haya convertido en casi una isla en el desierto del desempleo en España. Y es que a diferencia de la gran mayoría de ramas de actividad de la economía nacional, el sector de la formación, y sobre todo el de las enseñas que operan bajo el regimen de franquicia, ha conseguido crear empleo.
Prueba de ello es que durante los dos últimos años, la formación en España ha conseguido dar trabajo a cerca de 4.000 personas. De todas ellas, unas 400 han estado ligadas a los establecimientos propios de las cadenas de formación, frente a las más de 3.500 que lo han estado con los locales franquiciados de esas enseñas.
Eso sí, en el último año han sido los locales propios los que más puestos de trabajo han creado: 49 frente a los 28 logrados por los locales operando en franquicia.
Otra de las variables que ha experimentado un importante aumento ha sido la de la facturación.
Las cifras de la Asociación Española de Franquiciadores sitúan la facturación del sector de la formación en 283 millones de euros en 2013, lo que supone nueve millones y medio más que la cifra lograda en 2012.
Del total del último año, 23 millones han sido aportados por los establecimientos propios y 259 millones de euros por los franquiciados. Una brecha que fue incluso más grande que un año antes, dado que los primeros incrementaron su nivel de ventas en dos millones de euros y los segundos en algo más de siete millones y medio.
La mejora de todas las variables que tiene en cuenta la Asociación Española de Franquiciadores se debe, según diferentes expertos consultados del sector, a que la formación ha sabido adaptarse a las necesidades de la población, ajustando precios y horarios para las personas en desempleo o que, pese a tener un empleo, han querido seguir formándose por la certeza de que iban a perder sus puestos de trabajo o por la incertidumbre económica que ha reinado en el país y también en el seno de muchas empresas que han operado en España durante estos últimos años de profunda crisis.
Una habilidad de adaptación que también se ha observado en los sectores en los que se han centrado. Sectores que son algunos de los pocos que han seguido creando empleo y generando expectativas de crecimiento en España.
El turismo, la restauración, la estética y la mecánica han sido algunos de ellos. De ahí que casi todas las enseñas especializadas en formación no universitaria hayan puesto el foco de sus cursos en formaciones para animadores turísticos, recepcionistas de hoteles, gobernantes de hoteles, personal de cruceros, cocina, educación infantil, camereros, técnicos veterinarios, auxiliares de residencias de ancianos u otros centros hospitalarios y hasta profesores de español como lengua extranjera.
Y es que la formación está siendo testigo en primera persona de cómo la lengua de Miguel de Cervantes está de moda.
La mejor prueba de esta afirmación es que el idioma de Don Quijote de La Mancha ha conseguido un nuevo hito en su historia al contar con el apoyo de la Universidad de Salamanca (Usal) para abrir, mediante el sistema de franquicias, escuelas de lengua española dentro y fuera de nuestras fronteras.
Las Escuelas de Lengua Española de la Universidad de Salamanca -así es como tendrán que llamarse estas franquicias-, son centros de formación privados y su puesta en marcha por parte de franquiciados depende de que éstos cumplan con tres requisitos fundamentales: el primero de ellos es que el jefe de estudios de cada centro tenga una formación y experiencia profesional como profesor de lengua española para extranjeros; el segundo es que el centro tenga unas dimensiones de 160 metros cuadrados mínimo, en el que trabaje un equipo compuesto por un jefe de estudios -el franquiciado en el caso de que asuma el rol de gestor-, personal administrativo y comercial-; y, el tercero, que el emprendedor que quiera sumarse a esta red de franquicias tenga una inversión inicial de 56.000 euros.