Poner una mesa de ping-pong en la oficina es un insulto a la inteligencia de los trabajadores. Todo el mundo quiere estar feliz en su trabajo, pero la gente no es tonta. Nadie piensa que poner un grifo de cerveza hace que el trabajo sea divertido o que te llene. Y, desde luego, no es un sustituivo de un sueldo decente.
Todo este tipo de extras que tanto han florecido al calor del éxito de Google, sirven para definir una identidad cool, pero en algunas compañías se están convirtiendo en un premio de consolación por unos salarios más bajos o un trabajo sin ningún interés.
El ejemplo del gigante de Mountain View y el de otros como Zappos ha cundido en Silicon Valley y en muchos otros lugares, desde medios de comunicación a startups tecnológicas. Oficinas llenas de puffs o toboganes para crear un ambiente relajado y divertido que mejore la creatividad de los empleados, motivándoles para acabar siendo el nuevo Google (y tener sus beneficios, claro).
Incluso se han dedicado investigaciones serias que trataban de ligar la cultura de la empresa y sus resultados económicos, parecía que todo este tipo amenidades eran imprescindibles para gestionar bien los recursos humanos.
¿Pasado de moda?
Pero parece que la tendencia cambia. "Aquí en Silicon Valley está casi pasado de moda lo de las vacaciones ilimitadas, los perros en la oficina o la comida gratis, lo creas o no", explica Scott Dobroski, director de comunicación de Glassdoor, empresa de RRHH.
Y no solo en Silicon Valley. El último sector en EEUU que se está sumando a esta moda es el de la publicidad, industria que está tratando de retener talento con todo tipo de extras, según un artículo reciente de The New York Times. Como mostraba un estudio de LinkedIn, la industria publicitaria tiene una tasa de rotación muy elevada y está incrementándose, especialmente entre los empleados más jóvenes.
El problema es que no lo están consiguiendo. "La mesa de ping pong y el Red Bull están a un nivel muy superficial", explica Evan Porter, ex empleado de una agencia de marketing digital que tenía este tipo de facilidades para sus empleados. Aunque al principio le resultaba atractivo, finalmente dejó la empresa porque "la gestión del día a día y lo que pasaba allí me desgastaron con el tiempo". En su nuevo empleo, además, cobra más.
Y esto es lo que realmente preocupa a los empleados. Según otra encuesta de Glassdoor de 2015, lo que más importa son a los trabajadores en EEUU es el seguro médico, las vacaciones pagadas, el plan de pensiones y un programa de incentivos económicos. "Lo que no aparece en la lista son algunos de estos beneficios sensacionales", añade Dobroski.
La gente quiere su sueldo
Al final, lo que la gente quiere es que le paguen. En la industria publicitaria se paga hasta 45.000 dólares anuales menos que en la tecnológica por un primer empleo, según LinkedIn. Algo que no se cubre con panchitos o una decoración fantasiosa.
Se ha creado una falsa percepción de que los jóvenes prefieren un ambiente de trabajo que mole antes de que les paguen bien, pero es eso, una falsedad: el sueldo siempre aparece como el primer factor para valorar la satisfacción con un trabajo. Y entre los jóvenes de EEUU, que tienen que soportar una deuda universitaria enorme, esto es todavía más así.
Bruce Elliott, directivo de la Sociedad para la Gestión de Recursos Humanos (Society for Human Resource Management) explica que las empresas siguen haciéndolo por una razón muy simple: "Es bastante barato".
Al final, el modelo de Google funciona porque la empresa también paga mucho dinero para resolver problemas interesantes en una empresa muy exitosa. El salario medio en las filiales española de Facebook y Google ronda los 160.000 euros anuales.