
La Cuarta Guerra Mundial, si aceptamos que la Tercera es la que actualmente se libra contra el terrorismo internacional, transcurrirá en el ciberespacio. Entrar en las redes de intranet del enemigo y neutralizarlas, al tiempo que se preservan las comunicaciones propias, será más determinante que destruir sus centros vitales o producir bajas en sus ejércitos.
En esto parecen coincidir expertos y analistas de los servicios de inteligencia civiles y militares de todo el mundo. La guerra secreta que enfrenta ya a las grandes potencias mundiales en el ciberespacio es, sin embargo, poco conocida por la opinión pública.
Cada vez existe más preocupación
Y sólo se atisba un pálido reflejo de los recursos en juego cuando las agencias de prensa informan de que hackers informáticos asaltan las comunicaciones del Pentágono.
Así ocurrió el pasado mes de junio, cuando el Departamento de Defensa de Estados Unidos se vio obligado a desconectar 1.500 ordenadores debido a un ciberataque. El Pentágono recibe cientos de intentos de intrusión al día protagonizados por aficionados que tratan de adivinar las contraseñas de entrada a páginas restringidas, o por hackers expertos que logran saltar las barreras y entrar en los servidores.
Medios cercanos al CNI español confirman que en la comunidad de inteligencia existe una preocupación cada vez mayor tanto por el ciberterrorismo como por ataques informáticos de hackers a los que es muy difícil seguir el rastro y tras los que se pueden esconder organizaciones de inteligencia de otros países.
Hermetismo
Se sabe de los ataques informáticos al Pentágono, pero desconocemos los que puedan sufrir, por ejemplo, los ministerios chinos, dado el hermetismo de Pekín.
La National Security Agency (NSA), la mayor organización de inteligencia de Estados Unidos especializada en el espionaje de las comunicaciones a escala global, y el propio servicio de inteligencia del Pentágono, la DIA (Defense Intelligence Agency), están convencidas de que gran parte de los ataques a las intranet de los organismos oficiales norteamericanos provienen de China.
En concreto, de una agencia que las autoridades de Pekín preservan en el máximo secreto y que estaría dotada de enormes recursos humanos y tecnológicos.
Dependiente del servicio de inteligencia del Ejército de Liberación de la República Popular China, tendría como misión rastrear las redes de comunicaciones de Estados Unidos, la OTAN, Rusia, India y Japón para encontrar sus vulnerabilidades y tener constantemente actualizadas la forma de romperlas.
¿Pensando como en la Guerra Fría?
El Gobierno de Pekín lo niega y asegura que son patrañas norteamericanas, propias de la típica forma de pensar de la Guerra Fría, a fin de justificar los abultados presupuestos dedicados al espionaje de las comunicaciones.
El hecho es que agencias oficiales y organismos independientes publican cada vez con mayor profusión informes que señalan al gigante asiático como origen de los ciberataques. ¿Desinformación? ¿Intoxicación para criminalizar a China?
Si grandes potencias como Estados Unidos y Rusia han situado en el espacio exterior satélites provistos de armas láser y explosivos para destruir los satélites de comunicaciones del adversario en caso de guerra, ¿por qué no pensar que, en tierra, unos y otros traten de penetrar sus sofisticados servidores de la web y redes de intranet para saquear sus secretos?
Un viejo y experimentado hombre de la inteligencia española, el general Javier Calderón, afirmaba en privado cuando dirigía el CESID que en un mundo donde no hay comunicaciones electrónicas seguras, para hacer llegar a los destinatarios la información más secreta y sensible, había vuelto al "correo del zar", es decir, a la carta en mano.