
"Tómese usted esta pastilla, ya verá qué bien le va…". Y el paciente se va a casa confiado en que le acaban de recetar el remedio para sus males, aunque esas pastillas no sean más que agua azucarada y encapsulada. El uso de placebo en el ámbito médico no es nada nuevo, pero hasta ahora se desconocían los mecanismos biológicos que explicaban su éxito
Científicos de la Universidad de Michigan (EEUU) han identificado una región del cerebro directamente implicada en el placebo: el núcleo accumbens. Al parecer, este neurotransmisor es la parte del cerebro relacionada con la capacidad de experimentar placer o recompensa, y comienza a segregar dopamina en respuesta anticipada al beneficio del placebo.
Los científicos llevaron a cabo su estudio con un grupo de voluntarios a los que inyectaron una solución salina inocua, con el fin de provocarles dolor en la mandíbula. A continuación les suministraron un placebo, aunque sólo la mitad de ellos lo sabía, ya que el resto pensó que había recibido un analgésico. Estos últimos comenzaron a presentar actividad en el núcleo accumbens antes incluso de que se presentara el dolor. También vieron que, entre algunos de los que recibieron el analgésico, se dio la reacción contraria, lo que se conoce como nocebo, sintiendo dolor a pesar del supuesto analgésico.
Este descubrimiento de la Universidad de Michigan concluye que el grado en que una persona responde a un tratamiento de placebo está vinculado directamente a la actividad que registre el área del cerebro destinada a obtener un beneficio o una recompensa.