
"Toda celebrity tiene su fecha de caducidad", asegura Gonzalo Brujó, consejero delegado de la consultora de marca Interbrand. Así que por si acaso, Paris Hilton demuestra desde hace tiempo que exprime cada minuto de su vida con intensidad y le saca una jugosa tajada económica.
En la cárcel, en el baile de la Ópera de Viena -donde acudió como invitada estrella-, en sus firmas de discos, en sus fotos más o menos comprometidas y en todas y cada una de sus apariciones públicas. Y eso que ha dejado de figurar en la lista Forbes de los famosos más influyentes, en la que ha aparecido durante los últimos tres años.
Efecto rejuvenecedor sobre la marca
Siendo entonces una persona tan rentable, ¿por qué haría fracasar la empresa que fundó su bisabuelo Conrad Hilton, un imperio familiar cuyo valor se estima en unos 1.000 millones de dólares? "El efecto que ejerce tiene su parte positiva para la marca, porque la mantiene activa y rejuvenecida", aclara Brujó, quien se la imagina a la perfección presidiendo una reunión dentro de unos cuantos años.
"¡Pero si es la Madonna del siglo XXI! Es empresaria, es gestora, aunque quizá le falte madurar un poco más. Pero va a muchos sitios y desde luego trabaja. Habría que ver quién aguanta el ritmo de tantas fiestas"; asegura convencido.
Un poco menos entusiasmada por esta marca mediática y polémica se muestra Rachel Jerez, que trabaja en el área de business development de la empresa de selección de personal Cátenon. "Hacen falta muchas cosas para heredar y sacar adelante un imperio: responsabilidad, compromiso, voluntad, empatía, orientación al éxito, estabilidad, madurez, vinculación con el proyecto empresarial, capacidad de sacrificio...", asegura.
¿Y cuál de ellos tiene Paris? "Desde luego, orientación al éxito tiene, y mucha. Aunque quizá le falte cambiar de perfil al salir en las fotos, porque siempre pone el mismo", bromea.
¿Cambiaría la forma de hacer negocios?
Aunque no le quita sus méritos, y tiene una visión muy particular sobre su futuro como empresaria de la cadena hotelera que lleva su mismo apellido. "No sé muy bien cuál es su formación, si es que tiene, pero hay que reconocer que está muy bien asesorada, o quizá sólo se ha formado lo suficiente para hacer sus business", cuenta Jerez.
Aun así, no se la imagina vestida con un traje sastre, camisa abierta sólo hasta el inicio del escote y stilettos, aprobando los planes de expansión de la cadena, una modernización de la marca o un plan para ajustar costes. "Yo no la veo en la imagen tradicional a la que estamos acostumbrados, la verdad. Pero sinceramente sí que me la imagino en una reunión con parte de su dirección en un bar, o mientras que le hacen la manicura. A lo mejor es ella la que nos cambia las formas convencionales de trabajar", dice.
La marca Hilton
"Ni siquiera Paris Hilton ha sido capaz de destruir la marca Hilton". Con estas declaraciones no es de esperar una opinión demasiado favorable de Paris por parte de Luis Manzano, director general de la consultora de marca Landor.
"Cuando te toca ejercer como máximo responsable de algo haces de todo menos tonterías. Creo que el día que le toque dejará de ser tan idiota", dice tajante. Madurará de golpe y delegará en gente de confianza que tenga experiencia en la dirección de empresas, cree.
"Tiene sólo 26 años, pero con esa edad ya hay mucha gente en el mundo que se ha tenido que currar lo que tiene. Ella no. Tiene muchas de lo que yo llamo millas náuticas, porque desde que ha nacido ha crecido con contactos de la jet-set", dice Manzano.
Eso sí, cree que tiene uno de los atributos del liderazgo: no pasar desapercibido.