Los trabajadores estresados son un 60% menos productivos que quienes gozan de bienestar emocional. Según señalan los expertos de la startup mediQuo: "Nos estresamos para ser más productivos y al final conseguimos todo lo contrario".
Asimismo, uno de cada diez trabajadores sufre el síndrome del trabajador quemado, también conocido como burnout, por su denominación en inglés, una situación que resulta del estrés crónico y agotamiento en el lugar de trabajo.
Un estrés laboral crónico que ha crecido al compás de la transformación que ha experimentado el entorno laboral en los últimos años, en el que las exigencias son cada vez mayores.
Según la OMS, la próxima Clasificación Internacional de Enfermedades que se realizará en el año 2022 incluirá el síndrome del trabajador quemado, y quedará como algo asociado directamente a un problema en el ámbito del trabajo. Hasta ahora aparecía mencionado como parte de la dificultad en el control de la vida. Este cambio podría facilitar a los trabajadores a la hora de tener que solicitar una baja o incapacidad producidas por este síndrome.
Los trabajadores que más lo sufren son aquellos que dedican su principal tarea a la atención al cliente como es el caso de los trabajadores de prisiones, los médicos o los enfermeros.
Además, un 40% de los trabajadores, y más de la mitad de los emporesarios, confiesan sufrir estrés, que causa, junto con la ansiedad, el 30% de las bajas laborales en España, según una encuesta del INE.
Evolución y síntomas
Los trabajadores que acaban padeciendo este síndrome pasan antes por una serie de etapas que provocan una degeneración de su calidad de vida laboral y también en otros ámbitos.
El inconformismo y las altas aspiraciones, las expectativas no cumplidas, los problemas emocionales o la frustración son algunos de los pasos previos que recorre un profesional antes del colapso completo: ese momento en el que el cuerpo y la mente dicen "¡basta!", que es cuando el trabajador ya está definitivamente quemado.
Este síndrome tiene varias formas de manifestación. En el ámbito laboral, con el sentimieno de no valer para el puesto desempeñado, y por la falta de comunicación. También se reconoce por el absentismo laboral, el abuso de tóxicos o las conductas violentas.
A nivel físico, se nota por los dolores de cabeza, el insomnio, el malestar general o la fatiga. Mientras que emocionalmente lo que se aprecia es distancieamiento, falta de concentración e irritabilidad, según los profesionales de mediQuo.