El 'boom' del ladrillo se ha convertido en un agujero negro capaz de fagocitar el PIB del país. "Después de un periodo de crecimiento excepcional de la actividad económica mundial, con un mayor equilibrio que en periodos anteriores entre las economías industrializadas y las economías en desarrollo, en agosto de 2007 se inició una crisis de liquidez que, aunque tuvo su origen en los Estados Unidos, ha terminado afectando a la economía global".
La introducción del informe anual de Seopan, la patronal de las grandes constructoras, de 2007 resultaba clarividente: apuntaba la crisis financiera y la inflación, además de señalar la crisis inmobiliaria de forma específica. En ese entorno internacional y financiero, la economía española iniciaba su fase de desaceleración económica, después de tocar techo en el primer trimestre de 2007.
La segunda mitad del año marca el punto de inflexión para nuestra economía: el sector de la construcción perdió rápidamente su empuje arrastrado por la crisis hipotecaria. Pasó de la desaceleración más intensa a la crisis más profunda. Y ha arrastrado en su caída al PIB y a cerca de un millón de puestos de trabajo.
En 2007 la economía ponía sus cartas boca arriba: burbuja inmobiliaria, presiones inflacionistas, inestabilidad de los mercados, recesión... El pesimismo y la incertidumbre se proyectaban sobre las previsiones económicas. En nuestro país, el peso de la construcción se proyectaba más allá de las cifras oficiales. En 2008 los datos del Instituto Nacional de Estadística cifraban la aportación de la construcción en el PIB en un 17,9 por ciento, y ocupaba al 13 por ciento de la población activa del país. Sin embargo, tras eliminar la aportación de los impuestos indirectos al crecimiento económico y contabilizar el sector servicios relacionado con el mercado de la vivienda, el peso real del ámbito inmobiliario en España rozaba el 40 por ciento del PIB español.
Caída contínua
Las previsiones económicas del Ejecutivo se daban de bruces con la realidad: la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) pronosticaba en sus informes una caída del PIB español del 4 por ciento alcanzado en 2006 hasta el 2,7 por ciento en 2008. El peso de la construcción en el PIB caía en 2008 por primera vez en una década. Y desde el Gobierno se empezaba a plantear la necesidad de "cambiar el patrón de crecimiento". Pero no se movía ficha. La crisis se instalaba definitivamente en nuestro país y con mayor virulencia que en el resto de países afectados, a causa de nuestra mayor dependencia del ladrillo.
La tendencia negativa se mantuvo en 2009, con una disminución global del sector del 11,8 por ciento respecto a 2008. Pero la construcción de vivienda entró en caída libre, con una disminución del 55,7 por ciento respecto al año anterior.
Los números negativos se encadenan. En 2009 se inició la construcción de 159.248 inmuebles, la mitad de ellos de protección oficial. Era la cifra menor del histórico del Ministerio de Vivienda que comenzó en 1992. Y la reducción afectó tanto a las viviendas libres -se iniciaron tres veces menos que en 2008- como a las protegidas, aunque experimentaron un ligero -y fugaz- repunte en el último trimestre del año. En cuanto a la vivienda terminada, en 2009 se finalizaron un 32,8 por ciento menos que en el año anterior.
La contribución de la construcción al PIB volvía a menguar, ese año medio punto, hasta quedar en el 10 por ciento. También el empleo, con un descenso del 23,04 por ciento, según la Encuesta de Población Activa.
Rehabilitación
Las únicas cifras positivas que han mantenido cierta estabilidad desde 2009 corresponden a la rehabilitación, una salida para las empresas ante el freno de la construcción, a la que también ha recurrido el Estado. Así, a principios de 2010 el Gobierno anunciaba su intención de fomentar la rehabilitación de viviendas, a través de una rebaja del IVA.
El objetivo: recuperar 350.000 puestos de trabajo. A pesar de todos los mensajes e intentos por avanzar en un cambio de modelo productivo, el Ejecutivo volvía a recurrir al ladrillo para tirar del carro de la recuperación.
La vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, puntualizaba: "Hemos querido acabar con el ladrillo especulativo, pero no con el ladrillo". La por entonces ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, se expresaba en otros términos: "Cambiar el modelo de construcción extensiva por el de edificación", ante la necesidad de invertir en un sector que emplea a cientos de miles de personas no sólo en grandes empresas constructoras, también en pymes. Para el ministro de Fomento, José Blanco, "no se trata de volver a construir obra nueva, sino de conectar a la gente desempleada de la construcción con otras necesidades, como la de renovar el parque ya existente".
Pero la construcción sigue cayendo, un 42,7 por ciento hasta junio de 2010, con sólo 72.491 inmuebles iniciados; nueva cifra negativa récord. Y en su caída sigue arrastrando al grueso de la economía. A finales de enero el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, anunciaba una caída del PIB español del 0,2 por cierto por culpa del ladrillo: si no hubiera que contabilizar la contribución negativa del sector de la construcción, cifrada en -1,7 por ciento, la economía española habría crecido un 1,6 por ciento.
Comparativa con Europa
Los datos son aún peores si se comparan con los de los países de la zona euro, donde, a pesar del retroceso general, el sector de la construcción se ha mantenido experimentando un ajuste entre los principales países europeos, con caídas moderadas y ligeros repuntes puntuales.
España se ha llevado la peor parte, con el mayor descenso de entre todos los países de la zona euro, desde que en noviembre de 2007 se contabilizaba la primera caída, del 3,9 por ciento respecto al mes anterior, según los datos de la Oficina de estadística comunitaria (Eurostat). Era la crónica de una muerte anunciada: en 2005, un informe de Euroconstruct pronosticaba la caída del sector de la construcción residencial en nuestro país.
En 2010 se han empezado a vislumbrar los primeros síntomas de recuperación. Pero la inestabilidad sigue prolongando el reajuste entre los países de la zona euro. Así, mientras la producción en el sector registraba en junio una subida del 2,7 por ciento en comparación con el mes anterior, volvía a recortarse un 6,8 en noviembre. A pesar del frenazo, España sigue siendo una de las principales potencias europeas por volumen total de viviendas construidas. Eso sí, el stock inmovilizado se está convirtiendo en una inmensa bola de nieve que amenaza con llevarse por delante a sectores como el financiero.
Empleo
En términos de empleo, el coste de la crisis en España se materializa en la destrucción de casi un millón de puestos de trabajo. Y ha acabado con más de 150.000 empresas vinculadas a la construcción en el periodo comprendido entre 2007 y agosto de 2010: 26.692 promotoras, 47.942 empresas de construcción, 51.214 inmobiliarias. La cifra representa el 41,5 por ciento de las bajas, entre oficiales y cese por actividad, que se han dado en nuestro país en ese periodo.
Hasta 2009, las bajas o ceses de empresas vinculadas al ladrillo aumentaron una media del 36,43 por ciento, frente al 10,15 por ciento de bajas y ceses de actividad sufridos por el resto del tejido empresarial. En el núcleo de empresas del boom inmobiliario o conglomerado CPI (constructoras, promotoras e inmobiliarias) se destruyeron un 48,11 por ciento de compañías entre 2007 y 2009.
El retraso en los cobros y la morosidad empresarial está detrás de buena parte de los cierres de empresas del sector. Un dato: un 20,09 por ciento de empresas incurrieron en algún tipo de incidencia por impago a lo largo de 2009, frente al 6,5 por ciento en 2006. Como consecuencia, el sector ha experimentado el mayor incremento del número de concursos de acreedores. Y como telón de fondo, el deterioro de la calidad crediticia del sector inmobiliario, que ha caído un 197,75 entre 2007 y mediados de 2010, según un análisis realizado por la consultora Axesor.
La inversión residencial en España registró, hasta 2008, niveles históricos. En ese momento, uno de cada tres euros facturados en España -el 29 por ciento de la cifra de negocio de las empresas españolas- provenía de promotoras, constructoras, inmobiliarias o de alguna empresa industrial o de servicio dependiente de estas actividades.
La contracción del crédito hasta marzo de 2010 ha sido del 20,81 por ciento para empresas del sector de la construcción, mientras que para las promotoras inmobiliarias ha caído un 0,55 por ciento. Para los analistas de Axesor, la causa hay que buscarla, en muchos casos, "a la refinanciación de la deuda de los promotores por parte de bancos y cajas a fin de evitar tener que reconocer deudas y ganar tiempo con la esperanza de una futura recuperación de las ventas". La situación se ha convertido en una auténtica bomba de relojería para el sector financiero, que no puede retrasar más allá de este año su desenlace.