
Gonzalo Higuaín jugó anoche ante España en el Wanda Metropolitano. Lo hizo de inicio y fue, de Argentina, la cara más reconocible en su ataque. Su (supuesta) mejor arma con las bajas de Messi, Di María y Agüero acaparando más dinamita en las gradas que dentro del campo. Para el 'Pipita' era una buena oportunidad (la enésima) para redimirse con la Albiceleste, más después de haberse quedado fuera de la anterior convocatoria. Pero Higuaín falló. En el sentido literal. En el sentido metafórico.
No es que Argentina gozara de muchas ocasiones, pero en la primera parte tuvo un puñado de manos a manos que, en condiciones normales, con un 'killer' top en la punta de ataque, (con Messi, vaya) habrían servido para que al descanso el resultado hubiera sido diferente.
Una de esas ocasiones la tuvo Higuaín. El balón le llovió desde la banda izquierda y en la soledad del punto de penalti, la bola se lo encontró a él solo frente a De Gea. La jugada era sencilla. Sencilla para un delantero de élite, se supone.
Con un espacio cósmico para rematar, sin intrusos que le colonizaran el hueco para rematar, el ex del Real Madrid acomodó su pierna derecha para marcar. Debió haberlo hecho porque lo contrario era más difícil. Pero Higuaín es especialista en hacer doble tirabuzón de sus remates. Mete las complicadas. Hierra las sencillas.
Sí. Esta vez Higuaín falló de nuevo. Su bola se marchó lejos de la meta que defendía un De Gea que mientras protestaba a Ramos por dejarlo rematar con relativa sencillez, respiraba tranquilo por un desatino que en Argentina pronto estalló en un tsunami de críticas que ahogó al ariete de la Juve.
Dejó el césped en el 61' tras dejar un rastro de melancolía que le conducían a otro de dardos en la prensa argentina y la hinchada albiceleste, feroz en las mofas y comentarios jocosos contra la enésima falta de acierto de su delantero centro.