
Andrés Iniesta es el capitán del FC Barcelona. Es eso y mucho más. Un símbolo del barcelonismo. Una leyenda que representa los valores de un club al que identifica mejor que nadie y del que podría salir a final de esta temporada. Ya no se trata de un rumor o de una información filtrada. Él mismo lo ha dicho. Ayer, tras la victoria ante el Chelsea (3-0) el manchego anunció que tomará un decisión sobre si se quedará o se marchará antes del 30 de abril rumbo a China, donde una megamillonaria oferta ha llamado a su puerta.
"Es una decisión que conoceréis después de que lo hable con el club. Antes del 30 de abril tengo que tomar una decisión y la que sea será la más honesta. Aún quedan unas semanas", comentó Iniesta, casi por sorpresa, en la zona mixta del Camp Nou. Quizá no esperaba que, tras acceder a los cuartos de la Champions League le cuestionaran por el asunto. De ahí que sus palabras sonaran más sinceras que nunca.
También pesimistas para aquellos que sueñan con seguir viéndole dar recitales de fútbol como el que ayer repartió a medio gas, tocado de una lesión que le hizo ser duda. O un poco antes contra el Atlético, duelo en el que fue el mejor hasta que se lesionó.
"Hay dos opciones: seguir en el Barça o marcharme. No cambia nada del discurso que hice cuando renové", insistió el autor del gol que dio a España el Mundial de 2010 y que probablemente juegue en Rusia su última gran cita visitiendo la camiseta de 'La Roja'.