
El pasado sábado el Barça goleó al Sporting de Gijón. Sólo una de las seis dianas que anotaron los culés la hizo un Neymar hundido en una profunda crisis de juego y de acierto de cara a portería. Una sequía, ésta última, que bien pudo acabarse antes de tiempo frente a los asturianos. Leo Messi regaló al brasileño la oportunidad de ver puerta antes del 6-0, gol que, éste sí, anotó el extremo, y, de paso, ayudarle a salir de su mal momento. El '11' blaugrana, sin embargo, se negó a aceptar la ayuda de su compañero. Al menos antes de tiempo.
Porque en ese partido al Barça le pitaron hasta tres penaltis. Dos los ejecutó Suárez en su carrera de fondo por adelantar a Cristiano Ronaldo para conquistar ya no sólo el 'pichichi' de la Liga, sino también la Bota de Oro.
Messi, sin embargo, quiso que uno de esos dos primeros lanzamientos lo ejecutara Neymar. Así lo revela el diario As. Así, Ney podría quitarse la presión de encima y, más liberado, quizá habría sido más efectivo. Los regates que siempre intentó quizá le saldrían bien y puede que incluso marcase algún gol más.
Neymar no quiso aceptar el regalo de Messi y prefirió que fuera su amigo Luis Suárez el que ejecutase ambas penas máxima desde los 11 metros para, así lograr su objetivo de ser máximo artillero de la Liga y de Europa.
Una vez anotados los dos primeros lanzamientos, con la ventaja de Suárez y Cristiano Ronaldo consolidada (entonces le sacaba dos goles de ventaja), esta vez sí, Neymar aceptó ejecutar el tercero. Y lo metió.
Fue una especie de sacrificio que, con todo, no oculta el bache de un futbolista, Neymar, siempre en el ojo del huracán bien por su calidad, goles, regates y fantasía, o por sus polémicas fiestas, rumores de despedida o problemas extradeportivos.