
El Real Madrid se ha cansado de la desidia que demuestran de los jugadores que deberían estar llamados a ser piezas clave de la entidad. Isco Alarcón y James Rodríguez son, a día de hoy, los jugadores que más críticas aglutinan desde el palco merengue. Ni siquiera Cristiano Ronaldo y su 'rajada' hacen que la directiva esté tan enfadada como dos futbolistas que, insisten en la zona noble, rozan la desidia en cada partido que juegan. Así lo filtran desde el Paseo de la Castellana. Su actuación en el derbi fue la gota que colmó el vaso de la paciencia merengue. Desde esta misma semana, ambos tienen el cartel de transferibles. Dicho de otro modo, el Real Madrid estudiará las ofertas que lleguen por ellos y sólo un cambio de actitud de aquí a final de temporada evitará que sean vendidos.
Porque ambos, afirma el diario As y el diario Marca, tienen mercado. Es decir, que ambos pueden dejar jugosas cantidades de dinero para que el Real Madrid haga con esos traspasos fichajes importantes.
A James, por ejemplo, lo valoran en unos 80 millones de euros. A Isco, lo valoran en 40-50. Equipos como el City, el United, el Chelsea o el Arsenal han llamado a su puerta y estarían dispuestos a realizar un esfuerzo para ficharlos.
Ahora depende de ellos, de los jugadores, quedarse o no. Depende de que demuestren que son jugadores que merecen vestir la camiseta blanca.
Y no es que se dude de su clase y calidad. Se duda de su identificación con los valores de lucha y entrega que exige la camiseta blanca. En el palco no los ven comprometidos. Y así se demostró el sábado pasado, cuando apenas corrieron para presionar al rival o recuperar la bola.
En el 0-1 de Griezman, por ejemplo, el colombiano persiguió con la mirada al francés. Debería haberle marcado, pero el colchonero llegó libre al área porque no lo hizo, porque no lo acompañó.
Tras ese fallo, Zidane (que ya la había tomado con él durante buena parte del partido) decidió entonces sustituirle. El público también dictó sentencia y le silbó. Algo parecido sucedió con Isco, aunque en menor medida, cuando unos minutos después, dejó el campo.
Uno y otro ya saben que el favor del público se ha agotado y que su entrenador tendrá luz verde para tomar decisiones drásticas (esto es, dejarles en el banquillo o en la grada) si así lo entendiera oportuno.