
Corría el año 2014 cuando algo en el cuerpo de Cristiano Ronaldo dijo basta. Se trataba de su tendón rotuliano, que mermaba su rendimiento y le desdibujaba, a la par que le creaba otro tipo de lesiones (musculares) por forzar a la pierna a trabajar por encima del nivel admitido.
Fueron momentos muy difíciles para el portugués, que tuvo que perderse la final de la Copa del Rey, jugó entre algodones en la final de la Champions y asumió la responsabilidad de Portugal en el Mundial de Brasil en un delicado estado físico. Todo le terminó pasando factura, e incluso le puso en riesgo el resto de su carrera. El rotuliano es una zona del cuerpo que necesita reposo, y Cristiano nunca se lo concedió. El descanso llegó en píldoras pequeñas, y al '7' le costó mucho reencontrarse con su mejor nivel.
Ahora, la sombra de este tendón rotuliano ha vuelto a cenirse sobre el portugués. Más de un año después de pasar la peor etapa de su carrera, ha hecho saltar las alarmas de nuevo. Lo ha confesado el propio Cristiano, que aludió a problemas personales para explicar una mala racha.
Fue en este primer tramo de la temporada en el que se observó a un Cristiano Ronaldo nada desbordante. Sin chispa, sin velocidad. Poco determinante, mucho más rematador de lo que él mismo quiso reconocer. Su influencia en el juego del Real Madrid bajó preocupantemente.
Curiosamente (o no), Cristiano ha alcanzado unas cuotas de participación ingentes: solo se ha perdido el partido de Copa contra el Cádiz, y el resto lo ha jugado íntegro. 20 partidos de 21 jugados y todos sin ser sustituido. Es, de largo, el futbolista con más minutos, sacando más de 300 al segundo en la tabla, Toni Kroos.
Una vez que los fantasmas de la lesión se espantaron, Cristiano volvió a apretar el acelerador a pesar de que se le advirtió de que debía guardar cierto descanso. El resultado ha sido la vuelta a las andadas de ese maldito tendón rotuliano. Una amenaza que, además de ser francamente molesta y delicada, también era conocida.