Fútbol

La acelerada autodestrucción de Jose Mourinho

Mourinho, en un partido reciente. Imagen: Reuters.

Jose Mourinho se encuentra en la cuerda floja. Vive en el Chelsea la situación más delicada desde que llegase al club londinense en el verano de 2013. La derrota ante el Liverpool se refiere a lo meramente deportivo, pero en el resto también tiene un temporal que capear. Podría parecer algo derivado de la marcha del equipo en la tabla, pero en consecuencia de un proceso que ya se dio en el Real Madrid.

El estallido fue a finales del curso 12/13 y provocó la salida del técnico portugués, pero a lo largo de todo su mandato en el banquillo se fueron dando muestras de una manera de gestionar recursos humanos que acabó alimentando un enfrentamiento con un importante sector del vestuario. La exigencia del entrenador quemó a sus jugadores, y de forma involuntaria le hizo quemarse a él mismo.

El paso de Mourinho por el Real Madrid se puede definir como el de un huracán al que en un comienzo, los jugadores siguieron como correligionaros todas sus premisas, incluso cuando éstas conllevaban enemistarse con compañeros de selección o llevar a cabo conductas que no compartían, como las continuadas críticas al estamento arbitral, al calendario...y en paralelo, llevar a cabo prácticas deportivas que no eran de su agrado.

El desgaste fue máximo porque en el momento en que este grado de seguimiento bajaba un ápice, las consecuencias eran catastróficas. Mourinho no perdonaba el menor descuido, y ningún peso pesado del vestuario se libró de las represalias por no hacer suyos sus dictados. El caso más evidente fue el de Casillas, pero hace unas horas se han dado más detalles de su trifulca con Cristiano. Otros jugadores como Pepe o Sergio Ramos también fueron serios opositores. El final es conocido por todos: un cónclave de los tres líderes del vestuario (Cristiano, Ramos y Casillas) creó una política común expresada a Florentino Pérez. O Mourinho o ellos. Ante esto, el presidente blanco tuvo que dar su brazo a torcer y acabar con la era del portugués.

En definitiva, el Real Madrid acabó desquiciado a nivel psicológico y deportivo (el último vestigio de Mou fue la derrota en la final de Copa en el Santiago Bernabéu ante el Atlético) y el propio Mourinho tuvo un final que le desacreditó ante muchos. Un panorama final que guarda ciertas similitudes con lo que le ocurre en el Chelsea.

En este momento, al portugués solo le queda el apoyo de la grada, también su último reducto en Stamford Bridge, puesto que los directivos ya se plantearon un ultimátum y los jugadores parecen muy lejos del entrenador que un día les llevó a la gloria.

Las informaciones publicadas por la prensa inglesa acreditan lo que antes era una sensación: que el vestuario ya no está con su entrenador. Antes de la bomba que supuso que algunos jugadores preferirían perder antes que ganar para él, otras noticias filtradas desde dentro hablaban de un grupo de jugadores que le veía sentenciado, que no comprendían las actuaciones del luso.

En la actualidad, Mourinho está pasando a ser un entrenador conocido por el desgaste a sus plantillas (ya le ha ocurrido en las dos últimas, un paisaje muy diferente al de un Inter de Milan que le adoraba) y por el peaje que conlleva al hacerse cargo de un equipo.

Acusado en repetidas ocasiones por la FA por faltas de respeto, enemistado con el colectivo arbitral y puesto en duda por su incapacidad de sacar rendimiento a una muy buena plantilla, Mourinho asiste a una nueva agonía en lo que podría ser el final de una nueva etapa. El personaje crece, pero el entrenador sigue inmerso en un preocupante proceso de autodestrucción.

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