
El FC Barcelona se encuentra en una situación económica compleja. En los últimos días, conforme se va acercando la asamblea de socios compromisarios, se están filtrando datos que hablan de una economía poco saneada. La deuda, lejos de decrecer, se ha disparado, con casi 328 millones de euros. Para colmo, los salarios de los jugadores ya representan el 73% de los ingresos (la UEFA castiga cuando se pasa del 70%) y la opción de realizar fichajes en inverno se reduce. Un cóctel peligroso para una junta directiva que podría verse forzada por los estatutos a dimitir. Dice este reglamento interno que si se superan los dos ejercicios con pérdidas (como el actual), los mandatarios deben de irse. Un panorama oscuro ante el que la junta actual tiene una vía de salvación: la renovación del Camp Nou.
Hoy el diario As revela que estos mismos estatutos (el artículo 67, para ser más concretos) permiten que no se dé esta dimisión forzada si hay que afrontar un gasto de importante volumen, esto es una inversión gigantesca como la que supone remozar el Camp Nou en el llamado 'Espai Barça' (Espacio Barça).
El importe estimado para esta modificación es de 600 millones de euros, esto es, un gasto solo viable si las cuentas continúan entrenado en pérdidas para una amortización futura, lo que en condiciones normales echaría a la calle a los 'habitantes' del palco presidencial actual por entrar en varios ejercicios consecutivos en números rojos si no fuera por tratarse de esa excepción, por tratarse de una inversión importante.
Así las cosas, garantizada la supervivencia de la directiva, el lavado de cara del Camp Nou podría no hacer lo mismo con la sostenibilidad económica del club. Sus cuentas siguen tocadas tras dos cursos consecutivos de incremento de la deuda.
Es por ello que aunque en 'Les Corts' los mandatarios respiran tranquilos por salvaguardar el puesto, no lo hacen tanto por el estado de salud de las arcas. Es decir, que el plan estratégico culé seguirán orientado a frenar gastos superfluos o cuidar la eficacia en ámbitos como el de fichajes. No traer un galáctico en el mercado de enero no sienta del todo bien en el vestuario y banquillo, pero se antoja necesario para aguantar el equilibrio presupuestario.
Tampoco gusta a futbolistas importantes como Neymar tener paralizada su renovación. El brasileño asegura que aún no ha ampliado el contrato, porque hay tiempo. Detrás se esconde que la oferta puesta sobre la mesa al jugador no es del todo del agrado del '11'.