
Muy a su pesar, Rafinha Alcántara fue el triste protagonista del empate a uno entre Roma y Barcelona. Al minuto de ingresar en el terreno de juego, una dura entrada de Radja Nainggolan le hizo salir en camilla. El diagnóstico no ha podido ser peor: rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha.
La lesión del '12' blaugrana no es la primera lesión grave en la misma zona del cuerpo que sufren los hermanos Alcántara. Además de Rafinha, Thiago también sabe lo que es pasar por algo parecido. De hecho, desde que llegó a Múnich, estuvo más tiempo en la enfermería del Bayern que en el césped. Ahora, juega con asiduidad, pero fue él quien comenzó esta especie de maldición.
Todo empezó el 29 de marzo de 2014, cuando Thiago cayó víctima de una rotura parcial del ligamento de la rodilla. Con el Mundial de Brasil en el horizonte, eso fue la peor de las noticias para el centrocampista, que optó por forzar. Fue un error.
Justo días antes de la convocatoria final de Del Bosque, el español recayó de la lesión. Demasiado esfuerzo para una rodilla que necesitaba ir a un ritmo inferior. Así, el mayor de los Alcántara se quedó viendo el Mundial en casa. Pero no acabó ahí su particular calvario.
En octubre, cuando ya estaba recuperándose y preparándose para volver a los terrenos de juego, sufrió una nueva rotura de ligamentos. Esta vez, el período inicial fue mayor, hasta la primavera de 2015. Tras cumplir los plazos de la tercera lesión seguida en menos de un año, llegó a tiempo para jugar junto a su hermano la ida de las semifinales de Champions League, en las que el Barcelona salió victorioso.
Meses después, y con una Orejona en el bolsillo, le tocó al hermano menor caer en el césped, llevándose las manos a la rodilla. La maldición de los Alcántara se ha cobrado su última víctima.